SAN PETERSBURGO. No tienen un fútbol vistoso; no cuentan, desde hace ya ratos, con su máxima figura histórica, Zlatan Ibrahimovic. La gran mayoría de sus jugadores militan en ligas de segunda y tercera línea en Europa. ¿Cómo explicar que Suecia esté ya entre los mejores ocho del Mundial?
Esta mañana, derrotó por la mínima a una Suiza a la que minimizó. Es que el trabajo de Suecia no consiste en lucir bien, sino en hacer lucir mal a su rival.
Como lo dijo el entrenador Janne Andersson un día antes de este encuentro, todos sus jugadores son defensores, y los primeros, los delanteros, que son los que inician la presión alta para generar errores en el área rival. Y, cuando no logran este cometido, se replegan rápidamente para armar un bloque sólido como la estructura defensiva de los vikingos para evitar las flechas de sus enemigos, un megaescudo formado por todos los escudos individuales que da pie a contras importantes.
Así venció a Corea del Sur, por la mínima. Y si cayó contra Alemania fue porque no pudo liquidar hasta cuatro ocasiones que tuvo en el primer tiempo para sentenciar el encuentro. Sobre la hora cayó por 1-2. Pero contra México, mostró su mejor versión al capitalizar todo lo que se comió contra los germanos.
Esta vez, ante Suiza, fueron mejores en un partido soso, con pocas ocasiones, pero casi siempre las mejores fueron para ellos. Ganaron porque fueron más equipo, porque contaron con la cuota de suerte, un desvío de Akanji en un remate de su mejor hombre en la cancha, Fosberg. El volante ofensivo recibió una descarga desde la banda izquierda, en una de las acciones más largas de los suecos, acostumbrados al fútbol más frontal, al pelotazo preciso, a tratar de definir rápido. La pelota venía paseada desde la derecha, le llegó a Toivonen, quien se la pasó a Fosberg frente al área. Desde ahí, amagó el mediocampista, acción que congeló a Djourou. Eso lo aprovechó para adelantar un metro más en diagonal y sacar un disparo que no llevaba nada, que iba al centro, que ya se preparaba para atrapar el meta Sommer, figura hasta el momento al haber desviado la ocasión más clara de todo el juego, en el primer tiempo.
Pero la diosa fortuna quiso que Akanji se esforzara por desviar ese balón y, en su afán, la mandó al fondo de las redes suizas.
Era el 66′, y Suecia se estaba metiendo a cuartos de final por quinta vez en su historia. Fue octava del planeta en Italia 1934, cuando faltaron muchos equipos por protesta y en medio de la naciente Segunda Guerra Mundial. Fue cuarta en Francia 1938, en plena guerra y con un fútbol totalmente distinto al que consumimos ahora. Ya para 1950, con una generación dorada, sorprendió a propios y extraños al acabar tercera en Brasil 1950. Y para 1954, cuando fueron sede, lograron el subcampeonato, su mejor Mundial. Ya recientemente, en 1994, obtuvieron su mejor resultado en la era moderna del fútbol, cuando acabaron terceros con otra generación dorada.
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De eso, ya pasaron 24 lejanos años. Tras la salida de Ibrahimovic, su máxima figura, mediático, increíble goleador que ha paseado su talento por algunos de los mejores clubes del mundo, nadie se imaginaba a esta Suecia llegando tan lejos, quizás ni clasificando.
Primero, acabó segundo en un grupo que dominó Francia, pero en el que dejó en el camino, por diferencia de goles, a la poderosa Holanda, y a Bulgaria, más Luxemburgo y Bielorrusia, dos equipos que no ofrecen resistencias.
Como segundo del grupo A, se fue a definir el boleto a la repesca, nada menos que contra Italia. Contra todo pronóstico, ganó la serie tras imponerse en la ida, en casa, por 1-0, y firmar un 0-0 de visita.
Pero no querían llegar hasta ahí con las sorpresas y acabaron primera del grupo donde estaba el vigente campeón Mundial, Alemania.
Ahora, en octavos de final, vencieron a una Suiza que, nombre por nombre, era más, tenía a Shaquiri, a Shaka, dos talentosísimos jugadores.
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Pero Suecia se defendió como vikingo, en grupo, con todo. Evitó cualquier desconcierto en la zaga, se multiplicó, plagó de piernas su zona, no dio ni un balón por perdido, y esperó la suya.
La tuvo en el primer tiempo Berg, pero le entró muy fuerte a un balón tras una tremenda pared. Y luego, Ekdal, a quien le favoreció un rebote. La pelota le quedó de frente, pero la tiró a las nubes.
Mientras que Suiza, sólo insistía con múltiples centros de Shaqiri.
Ya en el último minuto del tiempo corrido, Haris Seferovic tuvo la más clara, en un cabezazo tras un centro de Rodríguez, pero cuando falló el escudo defensivo de los suecos, apareció su portero. Olsen voló para taparles el empate de manera agónica.
En el descuento, hasta estuvo cerca de marcar el segundo Suecia. Con una Suiza tirada al frente, los espacios y se escapó Martin Olsson rumbo al área rival, pero a centímetros de esta, recibió un empujón de Michael Lang. El réferi primero pitó penal, pero, tras la revisión del VAR, notó que la falta fue afuera. En el cobro de Ola Toivonen, lo tapó el meta Sommer, pero no había tiempo para más. Suecia vuelve a unos cuartos de final y se ubica, contra todo pronóstico, entre los mejores ocho del Mundial.