Las historias de superación de los primeros campeones de Concacaf en la Selecta Playera

En 2009, la Selecta de Playa logró su primer título de Concacaf. Era el éxito, que inició en 2007. ¿Quiénes eran, qué hacían, a qué se dedicaban? Repasa toda su historia en esta nota

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Agustín Ruiz, Rudis González Gallo y Eliodoro Portillo con sus premios tras el Premundial Concacaf 2009. Foto: Archivo EDH

Por Varinia Escalante | Twitter: @VSkalanT

2021-05-24 5:55:44

Una historia que inició entre 2005, de la mano de Wilfredo Hurtado, creador del proyecto de fútbol playa nacional que nació en la isla La Pirraya, lleva ahora encima cinco clasificaciones al Mundial, dos títulos de Concacaf, tres títulos de Uncaf, y un cuarto lugar del planeta. Todo un camino de éxito, pero también de varios años de tragar amargo por ausentarse de la élite mundial.

Selecta Playera se convirtió en campeona de Concacaf por segunda vez en la historia

No obstante, en el marco del quinto boleto al Mundial (Rusia 2021) y del segundo título del área, traemos a cuenta el recuerdo de aquellos jugadores que conquistaron el cetro de Concacaf en 2009. Los héroes que quedaron campeones en el Premundial de Puerto Vallarta, en México, tras vencer a Costa Rica por 6-3.

CANCHA realizó, en aquel momento, una entrega especial con el repaso de la vida de los jugadores claves y representativos de aquella Azul Playera. Acá, presentamos de manera textual, las historias humanas de qué hacían, quiénes eran, a qué se dedicaban y cómo eran sus vidas, la mayoría de pescadores. Ahora, varios de ellos siguen en esta selección y son un orgullo nacional.

La portada donde El Diario de Hoy mostraba las historias que se ven en esta nota. Foto: Archivo EDH

HISTORIA DE HÉROES

La vida de Agustín Ruiz, Medardo Lobos y Tomás Hernández en la isla La Pirraya. Tres campeones de Concacaf (2009) que buscan, día a día, salir adelante con la pesca artesanal

Más allá de la gloria y todos los premios que le puedan venir a los seleccionados de fútbol playa, se esconde una vida llena de humildad. En sus historias existen muchas limitaciones que han sabido llevar envueltas en un balón de fútbol para sostener sus responsabilidades de otra manera.

La isla La Pirraya, en Usulután, además de presentar un paraíso pesquero, genera a tres figuras importantes en el esquema de la Selección de Fútbol Playa: Agustín “Tin” Ruiz, delantero y goleador del equipo; Tomás Hernández, quien juega como pivot (nexo entre defensa y ataque, en esta modalidad); y Medardo Lobos, defensa. Sin embargo, no sólo es la procedencia la única similitud que comparten estos tres jugadores o el amor que le tienen al fútbol playa. También, los une la labor que realizan para subsistir: la pesca artesanal.

Tanto Ruiz, como Hernández y Lobos, desde hace algunos años han tenido que multiplicarse para llevar de la mano el deporte, su trabajo y a sus familias. Y durante todo este tiempo, lo que han encontrado son muchos problemas y pocas satisfacciones.

Agustín Ruiz con el título de máximo goleador del Premundial 2009 de Concacaf. Foto: Archivo EDH

GOLAZOS DE LA VIDA

Como delantero, Agustín Ruiz se ha destacado desde los inicios de este proceso. Faltó al primer Premundial que El Salvador participó en Acapulco 2007. El goleador no fue por algunos problemas con el pasaporte y el miedo a volar. Sin embargo, esas situaciones fueron superadas y su nivel creció: por ahora (2009) es el bicampeón goleador por la Concacaf en esta especialidad (ocho tantos).

Su vida transcurre al lado de Marvin Idalia de Ruiz, con quien ya cumplió el año de casado y además esperan el nacimiento de una niña para finales de julio. Hasta el momento, no tienen definido el nombre de la pequeña, pero trabajan en eso. Ruiz no tiene casa propia, vive junto a sus suegros y trabaja con la lancha de ellos, que es en la que va diariamente a probar suerte en el mar.

Agustín Ruiz junto a su esposa Marvin Idalia de Ruiz en la isla La Pirraya. Foto: Archivo EDH

Desde muy temprano, todavía siendo de madrugada, Ruiz toma la pequeña embarcación, entona una pequeña oración y emprende el viaje hacia el mar, donde lo acompaña su suegro Wilfredo Segovia. Allí, espera tener suerte con alguna ola, que le dé el pescado necesario para ser comercializado y llevar un poco de dinero a casa. Con eso, sostiene a su familia y completa el pasaje para ir a entrenar con la Selección.

“Nuestra suerte depende de cómo esté la marea. Hay veces que de lo que se recolecta llegamos a completar dos dólares, lo que no nos alcanza ni para un galón de gasolina para nuestras lanchas. En verdad, es bastante duro, porque hay veces que ese dinero lo ocupo para ir a entrenar”, comentó Ruiz.

Al igual que sus compañeros, con la pesca, cada uno posee los mismos problemas para sostenerse económicamente. Según explicó “Tin”, la Federación les da cierta cantidad semanal en concepto de viáticos, con lo que cubren sus gastos, pero también guardan un poco para llevar a casa, ya que la labor de la pesca la tienen que suspender los días de entrenamiento.

EL SACRIFICIO DIARIO

Para salir de la isla La Pirraya, tanto el delantero como Lobos y Hernández tienen que abordar una de las lanchas que sale cada hora del lugar (ellos lo hacen a las 4:00 a.m.) hacia Puerto Parada, también en Usulután, donde los recoge un microbús de la Federación para asistir a los entrenos. Las lanchas tienen un costo de un dólar por viaje.

Otras veces, Agustín se embarca a las 4:00 de la tarde para pescar toda la noche y volver hasta en la mañana del siguiente día. Aunque a veces la situación es desesperante, “Tin” se siente respaldado por el apoyo que le da su familia en cada momento. Pero tanto para el jugador como para su esposa, es muy difícil estar lejos de casa.

“Se tiene un sentimiento de tristeza y felicidad a la vez, cuando él (Agustín) no está. Tristeza porque está lejos y no hay ninguna comunicación, pero alegría porque sé que está haciendo lo que más le gusta, jugar al fútbol, y porque también le va muy bien”, dijo la orgullosa señora de Ruiz.

Agustín Ruiz en su lancha rumbo a la isla La Pirraya. Foto: Archivo EDH

“Se extraña todo. La familia y la pesca que realizás. Es muy difícil estar lejos, porque realmente te desconectas de todo lo que está pasando en el país. A veces, uno logra comunicarse con su esposa, pero es cuando más se añora todo”, explica Ruiz.

La conquista de la clasificación a un segundo Mundial (primero Marsella, Francia) no solo cumple con algunos sueños de los jugadores, sino también con la satisfacción de que todos los sacrificios que hacen en pro de la Selección tienen sus recompensas.

Desde las afueras de la casa del “Tin”, se alcanzan a ver los reconocimientos obtenidos en el Premundial de 2008, con el segundo de campeones. En realidad, es una alegría muy grande porque todo el pueblo salvadoreño se siente muy orgulloso de lo que hemos hecho”, expresó Ruiz, quien también fue reconocido en las dos competiciones como máximo romperredes (cinco goles en 2008).

El jugador no quiere alejarse completamente de la pesca, quiere seguir viviendo en La Pirraya y tratar de lograr jugar en el fútbol profesional. Por el momento, tiene un arreglo de palabra con Firpo para llegar a prueba, después del Mundial de Dubái. Esta será su segunda oportunidad, ya que la primera fue con el FAS. “Quiero seguir jugando hasta que Dios me diga que no, es lo que me gusta y amo. La pesca es parte de mi vida, también es duro alejarme de eso... Dios me llenó de estas bendiciones que para mí son un paraíso”, concluyó Ruiz.

Medardo Lobos desde la costeña isla La Pirraya. Foto: Archivo EDH

AL FÚTBOL, CON PRESTADO

De los tres “pirrayeros”, Medardo Lobos es quien ya tiene una familia propia más formalizada. Vive en su propia casa junto a su esposa y sus cuatro hijos: Diego, de 6 años; José Amílcar y José Adrián, gemelos de 4; y la pequeña Celina Melisa, de 1. El defensor de la Selecta también se dedica a la pesca con su propia lancha, una que compró hace algunos días con mucho esfuerzo.

“Pescar es lo único que se puede hacer en este lugar; si no pescas, no comes. Yo hasta he tenido que pedir prestado dinero para poder ir a entrenar”, profundizó Lobos, quien después de que regresó de México ha estado trabajando en una borda, para evitar que se le inunde la casa con la marea alta.

“Al siguiente día de que vine, he estado en eso, no he descansado nada. Me siento rendido y no aguanto todo el cuerpo”, recalcó. Para el jugador, la promesa de casa es una de la mayores bendiciones que ha podido recibir. Pero también, espera una ayuda para conseguir otro lote en la isla para ya no tener los problemas de inundación.

“Somos personas que caminamos día con día bajo muchos sacrificios, la promesa de casa es un regalo de Dios que nos viene muy bien, porque en verdad la estamos necesitando”, detalló el zaguero Lobos. El futuro del seleccionado playero está completamente en sus hijos. Pero tampoco quiere alejarse del fútbol. Durante este tiempo, sólo quiere pensar en su casa y su familia. Luego, se concentrará en el Mundial de Dubái y sus objetivos en esta competición.

Tomás Hernández descansa en su hamaca. Foto: Archivo EDH

SI NO VENDEN, LO COMEN

El tercer jugador proveniente de La Pirraya es Tomás Hernández, quien vive junto a su novia Flor de María Tovar, en un pequeño cuarto al lado de la casa de los padres de Tomás. El jugador también enfatizó en lo duro que es vivir en La Pirraya y lo difícil que se convierte en asistir a los entrenamientos.

“Se hacen muchos sacrificios para cumplir con las responsabilidades. Lo poco que se gana pescando, lo ocupo para ir a entrenar. Y el pescado que sobra es el que comemos”, indicó el defensa. No estando con el equipo nacional, Hernández sale por lo menos tres veces por semana a pescar. De lo contrario, se queda a ayudar con las labores de casa.

Como todo amante del fútbol, del que sólo espera retirarse “muerto”, durante el tiempo que está en la isla también juega con algunos amigos, con lo que no pierde el ritmo de juego. Dice que si le toca elegir entre el fútbol y la pesca, se dedicará al primero. Sus objetivos individuales están enfocados a su familia. Y su gran sueño es el de triunfar en el Mundial junto a la Selección. Dubái lo espera.

El profe, Rudis González Gallo con sus pequeños hijos. Foto: Archivo EDH

PAPÁ GALLO

El DT quiere a sus pupilos como a unos hijos. Ellos, como a un gran amigo. Es el genio y guía de toda una hazaña histórica Tiene dos hijos de sangre, Mauricio y Ariela Michelle. Y tiene 12 hijos adoptivos, heredados por toda una patria: El Salvador. Así que la familia del “profe” Rudis Gallo, el técnico de la Selección de Playa, es muy grande y él está orgulloso de eso.

Sus regaños trascienden de su casa a una cancha, a la arena, al mar, al fútbol. Y son igual de valiosos que hacen que sus pequeños y sus muchachos lo obedezcan sin titubear y con respeto. Pero y los jugadores, ¿lo miran como a un papá?

“(Sonríe) Ellos saben cómo nos llevamos, hasta dónde respetar y cómo separar lo de la cancha con lo de afuera. Yo les tengo un gran cariño a todos, bromeamos, nos tenemos confianza, me cuentan sus problemas, que los tienen y muy difíciles, los aconsejo y somos amigos. Es bonito”, cuenta. El “papá Gallo” agrega con simpatía: “Yo les voy soltando la cuerdita, pero cuando veo que se van saliendo y se van alejando, se las aprieto y los jalo”. Clave del éxito de este plantel playero.

El director técnico Rudis González Gallo durante el partido entre El Salvador y República Dominicana por la fecha 1 del Premundial de Concacaf. Foto: Cortesía FESFUT

EL INGENIERO… DE LA ARENA

De ingeniero agrónomo de profesión, el estratega sólo se quedó con el primer cargo: ingeniero. Toda su inteligencia la trabajó como Dios lo guió. Y se convirtió en el ingeniero de playa de todo un combinado nacional. “Como ingeniero, me pagaban una nada. Anduve buscando trabajo y apenas me daban 200 dólares. Pero en octubre de 2007, ya antes había trabajado con la ADFA de San Miguel y Usulután, me propusieron a esta selección y acepté el reto. Me dijeron que después a Francia”, cuenta.

VELA POR LOS SUYOS

Al igual que sus pupilos, Rudis hace sacrificios por su familia. Las separaciones por viajes y concentraciones lo alejan de los suyos. “Dejo mucho tiempo a mi esposa (se le asoman las lágrimas) y a mi familia solos, pero le digo a ella que es parte del trabajo, es un medio para poder tener un salario y subsistir”, reconoce.

Sin embargo, el estratega confiesa en que es muy hogareño, “no me gustan las fiestas, veo más tele, visito a mis papás, no he sido fanático de los vicios, juego con mis hijos, les cocino, y siempre estoy aquí cuando puedo”. Su esposa, Rhina Jeaneth, es la que vive con más intensidad sus éxitos y coincide en que se deben “hacer sacrificios, para alcanzar los objetivos de la vida”.

El próximo en Dubái, Emiratos Árabes, será: “Medirnos con los mejores y hacer un buen papel”. Si eso sucede, Mauri y Ariela seguirán diciendo: “Papi, sos famoso, salís en la tele y en todos lados”. Y el “profe” tendrá que seguir cuidando a sus chicos de sangre y a los adoptados de patria.

Elías Ramírez, el oriundo de California, Usulután. Foto: Archivo EDH

"DINHO" DE CALIFORNIA

Elías Ramírez, de California, Usulután, es una pieza clave en la Selecta playera Regalo de Dios. Parece que la vida de Elías Ramírez tiene más de un regalo de Dios. Y lo confiesa. Vive justamente en la Colonia Regalo de Dios, California, Usulután. Su familia tiene una casa pequeña que adquirió, tras los terremotos de 2001, por bendición del Creador, ya que antes habitaban en un mesón. Goza de una mamá y un papá que lo adoran, un privilegio divino. Y es seleccionado de fútbol playa.

“Lo principal es no olvidarse de Dios. Sólo Él nos ha podido dar la sabiduría, fuerza y unión para conseguir como selección lo que hemos logrado”, sintetiza. Una sonrisa plena y despreocupada muestran a un joven que, con 27 años, siempre le encuentra lo mejor a la vida, aunque la misma no sea sencilla para él.

EL SOSTÉN RAMÍREZ

El popular “Ronaldinho”, como lo apodaron sus amigos y como es conocido por todos por su parecido al brasileño del Milán, llegó a la Selección de Playa en 2006. Ese hombre se ha convertido, ahora en día, en el pilar que sostiene junto a su padre, don Juan (82 años), a su familia. “Trabajaba en un bus y me iba a quedar de ayudante, pero por los entrenos ya no seguí”, explica.

Elías Ramírez, el "Ronaldinho" de la Selecta Playera en aquel lejano 2009, ahora irá al Mundial como cuerpo técnico. Foto: Archivo EDH

Tuvo que ingeniárselas para subsistir. Por días, trabaja en una finca “donde voy a cortar café, en época, o voy a chapodar, a hacer cosas de jardinería, o a limpiar, pero pagan poco. Me pagan mejor si voy a entrenar”, detalla. Con la Azul y Blanco, gana 25 dólares por práctica. Y en la finca, por jornada diaria, pueden llegar a pagarle sólo “cuatro dólares” por su trabajo.

La plata se acorta cada vez que va a entrenar. “Voy al desvío de Santiago de María, donde llega el microbús de la Federación a buscarnos. Pago el bus, que son 50 centavos, y si es ida y vuelta es un dólar”. Esto afecta directamente a la economía de su hogar.

Pero “Dinho” afirma que trata de ahorrar. “Ahí vamos. Es difícil, pero somos felices aquí”, subraya. Asegura que, de recibir algún incentivo económico por el boleto al Mundial, lo guardará celosamente “para cuestiones de salud, por las enfermedades y las medicinas, que son muy caras”.

Con su carisma propio, el californiano vive días históricos. Resume que todo es un sueño. “Pe- ro la vida sigue. Ojalá que trabajemos bien en el Mundial” de Emiratos Árabes Unidos, dice. Confianza y fe de que otro regalo de Dios llegará a su vida.

Un joven Frank Velásquez junto a su familia. Ahora es el máximo goleador de la historia de los Premundiales de Concacaf. Foto: Archivo EDH

UN CHICO CON LUSTRE

Frank o Chico es la revelación del equipo. Tiene casta goleadora y carisma con todos. Noveno de diez hermanos. El 11 en la Selección de Playa. El primero en el corazón de su familia y de su gente, de todo su pueblo, en la Barra de Santiago, Ahuachapán.

Sin duda, los números siguen a Francisco Velásquez, Frank, uno de los más jovencitos en la Selección Nacional (19 años). Pero, a veces, algunas cifras se convierten en las más complicadas en la vida de este nuevo talento de los playeros.

“Me levanto a las tres de la madrugada, para irme a entrenar, que es tipo siete u ocho. Son casi cuatro horas de viaje, pero lo hago porque me gusta”, explica. A su detalle, agrega un recorrido de hazaña para poder jugar con la Azul y Blanco.

Son siete kilómetros al desvío de la carretera del Litoral, 100 desde ahí a Sonsonate y San Salvador. Y 67 a la playa Los Blancos, en la Costa del Sol, donde se realizan las prácticas del equipo. Un aproximado de 175 km de viaje.

“Gasto siempre bastante. Digamos que de ocho a diez dólares cada vez que voy a entrenar, o sea que se van como entre 16 a 18 dólares a la semana”, confirma.

Chico, a quien el DT Rudis Gallo reclutó para el nuevo proceso, se convirtió en la revelación de esta selección en el Premundial, en México, al anotar cuatro goles. “Y eso es lo que motiva, y me hace feliz. Sueño como todos con llegar a jugar en Primera y en la Selección Mayor, pero con este equipo la verdad que todo me ha salido bastante bien”, sostiene.

A Frank lo ayudan sus padres, ya que todavía no trabaja. “Y mis hermanas, que viven en Italia y Costa Rica, nos mandan dinero y así nos mantenemos”, indica. Este santiagueño ha comenzado a deslumbrar con su fútbol, a pesar de todas las adversidades.

La afición salvadoreña al conocer el inminente pase al mundial lo celebraron con los "Guerreros de Playa".Foto: Imagen de carácter ilustrativo y no comercial/ https://twitter.com/LaSelecta_SLV/status/1396613866319196163

MAYORÍA DE PLAYA EN USULUTÁN, TALENTO MARCADO EN ZONA ORIENTAL

De 12 jugadores, ocho son usulutecos. El resto: de San Salvador, San Miguel, La Unión y Ahuachapán. Desde el DT Rudis Gallo hasta casi un ochenta por ciento de los seleccionados de Playa, el mayor talento de esta Azul y Blanco campeona y mundialista se concentra en la zona oriental del país.

El departamento de Usulután tiene, al menos, a otros tres jugadores más, además de los originarios de la Isla la Pirraya, California y Santiago de María, que proceden de las islas del lugar. Los seleccionados Roberto Membreño y Wílber Zavala viven de la Isla Rancho Viejo. A ellos, se suma la presencia de Saúl Blanco, quien reside en la Isla El Joval. Este es el departamento del país que más jugadores tiene.

En San Miguel, está Eliodoro Portillo, quien ganó el título de “Mejor Portero” en la eliminatoria de Puerto Vallarta, México. El meta vive en Chirilagua, específicamente en la playa El Cuco. Mientras en La Unión, solo un integrante es oriundo de la playa El Tamarindo: Israel Garay. Es uno de los dos nuevos jugadores que fueron elegidos de las cuadrangulares a nivel nacional que se realizaron antes de viajar al Premundial.

AL CENTRO DEL PAÍS

Dos casos aislados viven situaciones distintas. Luis Rodas, el otro meta nacional, es el único que vive en la capital. Alejado de la playa y de las aguas de las islas, reside en Soyapango. Mientras Walter Torres es a quien más se le facilita entrenar con la selección. Vive en la playa Los Blancos, en La Paz, sede de las prácticas de la Selecta Playera. El único de occidente es Frank Velásquez, de Ahuachapán. Todo un grupo con mezcla, con un solo orgullo azul y blanco.