Con el último aliento, la última flecha que tiró Roberto Hernández, en los Panamericanos, fue la distensión de saberse ya campeón. De que la de oro era suya. Y lo era. Era ya el campeón absoluto de los Juego Panamericanos 2019, en Lima.
Tiró un ocho… pero la gloria era suya. El salvadoreño entró a la historia del deporte nacional, con la segunda presea dorada para El Salvador, tras la de Cristina López, en la marcha, en 2007. Y se convierte en un nuevo ícono deportivo para el país.
Con lágrimas en sus ojos, un eufórico festejo, los gritos de su madre desde la tribuna, los aplausos del público latino presente en Villa María del Triunfo, y la alegría de la delegación que acompañó a Hernández, la escena estaba completa. Todo esto llenó al santaneco, quien después solo esperó el ansiado momento para recibir su medalla.
Y es que en el desfile de premiación, al subir al podio y el aplauso de respeto hacia los medallistas de plata y bronce, Roberto jamás dejó de sonreír. Levantó los brazos cuando escuchó el nombre de “El Salvador” y entonó el himno nacional, escuchado por única vez en estos Panamericanos, con mucho amor por los colores patrios. “Todavía no dimensiono esta medalla”, reflexionó, y lo estaba demostrando.
ORO!!! pic.twitter.com/rGMHYZQ8GG
— Comité Olímpico ESA (@TeamESA_) August 10, 2019
???? "Esta medalla es para el país". Lágrimas en sus ojos, tras ganar Roberto Hernández el oro panamericano. El tirador salvadoreño es el mejor del continente. Es el número uno #JuegosPanamericanosLima2019 @EDH_Deportes pic.twitter.com/2yl7ll6mey
— Varinia Escalante (@VSkalanT) August 10, 2019
Only the second ever gold medal in the history of the Pan American Games for El Salvador! ????
???? Roberto Hernandez
???? Braden Gellenthien
???? Daniel Munoz#archery @Lima2019Games pic.twitter.com/qkvPLqI8oP— World Archery (@worldarchery) August 10, 2019
A prueba de fuego
Roberto acepta que trabajó mucho para llegar a este galardón. Pero que valió la pena. Fue una final donde tuvo que enfrentar al estadounidense Braden Gellenthien, al que venció por 147-146. Un solo punto hizo la diferencia, pero fue suficiente para ser el campeón.
El norteamericano, número uno del mundo, y el salvadoreño fallaron en la primera tirada. Y quedaron empatados 29-29. La segunda, tuvieron diez perfectos, para seguir en la igualada (a 59). Los gritos de su madre, en el hueco estadio del tiro, no dejaban de resonar frente a todos los presentes: “Vamos, Roberto. Eso es, hijo”, repetía sin parar, y generaba la admiración de los presentes.
La partida siguió. Y en la tercera tirada, falló Braden y la historia no la soltó el de la “Ciudad Morena”. Tuvo Hernández dos tiradas perfectas más para llegar al 119-117; y, el cierre, de infarto en esas tres flechas: para que soltara la presión con un ocho último y firmara ser el mejor del continente, levantando los brazos de campeón.
No dudó Hernández en que ese ocho era la victoria, ya que el estadounidense ya había realizado su tirada y él confesó que tiró como fue lo mejor, ya que sabía que tenía en el bolsillo la medalla y que su resultado era el del ganador.
Lo demás, fue la esencia de estar en estos Panamericanos. Festejar, sonreír, abrazar a los que lo quieren. Y no olvidar, ni por un momento, a El Salvador que lo ha apoyado en la búsqueda de este sueño. “La gente me ha mandado muchos mensajes de apoyo, tengo ahora como mil seguidores en twitter (risas) y me han dado mucho apoyo, y mensajes positivos. Todo eso me ayudó, y por eso, esta medalla es para El Salvador, para mucha gente, y que lo disfruten”.