Un mano a mano con Roberto Hernández, abanderado para Lima 2019
Ayer recibió el pabellón nacional y será quien lo portará en la inauguración de los Juegos Panamericanos. Más allá del atleta, hablamos también con el entrenador, hijo, “padre”, amigo, salvadoreño
SAN SALVADOR. Previo a los actos públicos estaba emocionado. Media hora antes de la conferencia de prensa en la que recibió el pabellón nacional de manos del jefe de misión Francisco Ramos, Roberto Hernández se anima a hablar con EDH sobre su nueva vida en el deporte, una que inició en 2015 como entrenador.
Para entonces, confiesa que muchas veces ya no le sentía gusto a los campeonatos nacionales. Cuatro años después, más allá de que se espera que gane medalla en Lima 2019, hay muchos acá en El Salvador que estarán pendiente de él, sus alumnos, futuros atletas de elite, quizás.
No es el típico de tele, figura esbelta, creído, reconocido por la fama de un deporte popular. Tira flechas, es un salvadoreño más, uno que ha ganado medallas mundiales, uno que, por el deporte, se convirtió también en padre.
A la hora buena, rompe el protocolo tras escuchar su nombre. Lleva en mano un comunicado que preparó pero les dice a Guayo Palomo (COES) y Yamil Bukele (Indes) que abusará al tomar en su palabra la de todos los atletas. “Estamos agradecidos con las dos instituciones deportivas de este país, no tienen idea de lo feliz que me siento de ver esta imagen juntos, que vamos a trabajar por un mejor deporte, es lo que necesitaba el país, los atletas, y a partir de acá creo que inicia un nuevo El Salvador, muchas gracias por darnos esta oportunidad”, al referirse al acercamiento de las instituciones.