Tiempo de alegría y esperanza en los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales

Las pruebas de atletismo pusieron la cereza de la felicidad, en los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales. Concluyeron este miércoles: pesas, gimnasia y bochas. Jueves, bádminton y la natación

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Cuarteto ganador en la carrera de relevos

/ Foto Por EDH / Mauricio Cáceres

Por Varinia Escalante / Twitter: @VSkalanT

2016-08-24 2:12:00

SAN SALVADOR. La emoción de los relevos llenó de fe, alegría, magia e intensidad el estadio Jorge “Mágico” González. Estas pruebas femeninas y masculinas completaron, como un broche de oro, la jornada de competencias del atletismo, de este miércoles, en los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales El Salvador (OEES). 

“Vamosss”, “daleee”, “¡corre fuerte!” eran parte de las muchas expresiones que se dejaban escuchar desde los graderíos, mezcladas en la pista desde la boca de los entrenadores y de los mismos atletas. Un eco que despedía el sabor de más que saber ganar, el llenar a la meta y sentirse ganadores de la vida.

“Este es el deporte que más me gusta, es que me gusta correr mucho. Es la prueba que más me da alegría”, comentó previo a correr Moisés López. Era el último que recibiría la estafeta en los relevos mixtos 4×100, y estaba optimista de que su trabajo, junto al de sus compañeros, daría fruto. Y así fue. No se equivocó.


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Al final, el cuarteto de la Escuela Especial El Progreso entró primero a la meta, con una velocidad intensa que permitió a López -de 16 años y dos de práctica de esta disciplina- elevar sus brazos al cielo en señal de victoria. Era suya la medalla, y de sus amigos.

La celebración entre todos, los abrazos y la felicitaciones de “ganamos la medalla” eran extensivos hasta a los voluntarios. Era la dicha de estos muchachos que con su mejor esfuerzo se sintieron vivos y unos luchadores por sentir el sabor de un primer lugar.

La escena de felicidad se repitió en distintos tiempos, en una misma mañana en estadio. Algunos salieron sonrientes, otros preguntando cómo finalizaron, un par de lesionados o enfermos, y casos para enmarcarse como el del abrazo sincero y fuerte entre el primero y segundo lugar de los 200 metros. Ejemplo de hermandad el que dieron Rafael Paredes y Manuel Antonio Jaime, al felicitarse.

O como la sonrisa con la que terminó Fabiola Yamileth Alvarado, del Subprograma de Olimpiadas de San Salvador. Tomó las pruebas de relevos, salto y 200 metros, siendo esta última en la que demostró sus mejores cualidades al arrasar como ganadora su serie F1.

“Pero ahora me han dicho que no debería correr, porque me lesioné y el doctor dice que quizás tengo una lesión (rodilla izquierda) de meniscos o cartílagos. Pero como a mí me gusta, compito con venda”, cuenta esta gacela.

La chica, de la E.E. de San Jacinto y del Subprograma de S.S., ha tenido siempre el apoyo de su madre y de sus abuelos para participar en distintos deportes: “Al principio, hice patinaje; después gimnasia, pero me quebré la muñeca derecha haciendo el manos libres; la natación, fui poquito porque no me gusta; hasta quedarme (hace siete años)”.

Mientras Ricardo Jacinto, de 12 años, compitió en los 50 y 25 metros, y lo mejor que hizo fue compartir su festejo con su abuela, que estaba en los graderíos. Ella, quien lo cuida y acompaña a sus pruebas, es sorda y trabaja en el mercado. “Lo que me da ganar es mucho orgullo. Me siento muy bien”, dice el pequeño, quien viaja desde Mariona hasta San Jacinto para estudiar y seguir luchando por salir adelante, igual a su abuela.

Las historias de superación se fueron recreando solas, entre las lágrimas, los aplausos, la satisfacción de ganar el lugar que sea, y de sentir en sus cuellos colgando las medallas, observarlas, tocarlas y saber que no hay nada mejor que sentirse unos campeones.