Mike Tyson fue un tiempo el mejor boxeador del mundo a finales de la década de los ochenta y comienzos de los noventa. Tyson es uno de los deportistas que más aparecieron en los titulares de la prensa a finales del siglo XX, no solo por sus éxitos dentro del cuadrilátero, sino por su conducta fuera de él.
Su fama, su imbatibilidad y popularidad, lo metieron en un mundo de excesos; y poco a poco, el estadounidense fue decayendo en su carrera. En 1990, con un récord de 37 victorias y cero derrotas, Tyson por fin cayó a la lona, por culpa de su alocada vida.
Fue el campeón mundial de peso pesado más joven de la historia, pues apenas tenía 20 años cuando se alzó con la victoria. A finales de los 80 y comienzos de los 90 obtuvo los tres cinturones mundiales, además de ser el campeón del Consejo Mundial de Boxeo entre 1986 y 1990.
Hace ya 31 años, el 11 de febrero de 1990, James Douglas le arrebató los títulos de la AMB, CMB y FIB de la categoría de pesos pesados a Mike Tyson, venciéndolo en el décimo asalto en una pelea en Japón.
El mismo Mike lo explicó en su autobiografía: una maratón sexual en tierras niponas fue la causante de que Tyson llegara en bajo rendimiento y sin mucha preparación.
“El 8 de enero de 1990, subí a un avión para volar a Tokio. Pateando y gritando. No quería pelear; todo lo que me interesaba entonces era salir de fiesta y tener sexo con mujeres. No consideré a Douglas como un gran desafío. Ni siquiera me molesté en ver ninguna de sus peleas en video. Yo había vencido fácilmente a todos los que lo habían noqueado”, dijo Tyson.
Tyson no tuvo que salir de su hotel en Tokio. Fue allí donde desató una fiesta sexual con otras mujeres, a pesar de que había viajado con su esposa a la pelea.
“Además de tener sexo con las sirvientas, estaba viendo a esta joven japonesa con la que había tenido sexo la última vez que estuve en Japón. Robin (su esposa) salía de compras y yo bajaba a la parte trasera del hotel donde esta joven tenía una habitación… Así que ese fue mi entrenamiento para Douglas”, explicó el estadounidense.
Mike no podía parar, sin importarle que estaba a horas de una trascendental pelea: “El día antes de la pelea también tuve dos sirvientas al mismo tiempo. Y luego dos chicas más, una a la vez, la noche antes de la pelea”, confesó.