Bobby Kings: el billar de una leyenda del cuadrilátero salvadoreño

Está en el barrio Zurita, en el centro de San Salvador, y tiene 90 años de existencia. Su dueño, Roberto Reyes, fue un grande de la lucha libre.

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Por Omar Martínez

2021-02-13 8:00:25

En el billar Bobby Kings, uno de los más antiguos de El Salvador fue bautizado con el seudónimo de una de las leyendas surgidas de la época de oro de la lucha libre salvadoreña, don Roberto Reyes.

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Este lugar está ubicado en el barrio Zurita, al oriente de la capital, San Salvador. Bobby Kings lo heredó de su padre, en 1968, pero ya era billar desde los 30.

Foto EDH/ Jorge Reyes

“En este lugar guardo muchos recuerdos, me parece que ya es un tesoro familiar”, afirmó.

Jugadores veteranos de entre 40 y 70 años se dan cita todas las tardes para sus partidas de billar, pero también de cartas y dominó. Ahí no venden bebidas alcohólicas, solo pan y café.

Foto EDH/ Jorge Reyes

Pinturas de grandes luchadores, fotografías, afiches y frases adornan el lugar que en una época fue un club de lucha libre.

Tampoco pueden faltar imágenes de las mejores hazañas de Bobby Kings.

El salvadoreño, ahora con 75 años, fue parte de una generación de más de 60 hombres que dieron vida a la lucha libre en El Salvador entre los 1960 y 1990.

Este lugar está ubicado en el barrio Zurita, al oriente de la capital, San Salvador. Bobby King lo heredó de su padre, en 1968, pero ya era billar desde los 30. Foto EDH/ Jorge Reyes

En el cuadrilátero era conocido como la Momia Negra, un luchador rudo que no solo se ganó el respeto de los aficionados salvadoreños, sino de otros países como Guatemala, México y Panamá.

En el que cataloga como el mejor día de su vida en el ring, la Momia Negra  hizo su aparición al interior de un ataúd frente a miles de fanáticos panameños que colmaron la Arena Coliseo Panamá.

Jugadores veteranos de entre 40 y 70 años se dan cita todas las tardes para sus partidas de billar, pero también de cartas y dominó. Ahí no venden bebidas alcohólicas, solo pan y café. Foto EDH/ Jorge Reyes

“No le voy a mentir, yo nunca había visto tanto aficionado, de la emoción que yo sentí me oriné en los pantalones (risa) y me tiraron agua para disimular”, recuerda.

Se retiró en 1990, pero la leyenda a menudo se pasea en su billar.

“En este lugar guardo muchos recuerdos, me parece que ya es un tesoro familiar”, afirmó. Foto EDH/ Jorge Reyes