Historias de padres e hijos unidos por el deporte en El Salvador

En este día del padre, el deporte también tiene historias que hacen más estrechas las relaciones entre papá e hijo. Entrenadores, compañeros, amigos... algo único

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Vladimir (i.) y Eduardo Aguilar, unidos por un deporte y una misma profesión, el baloncesto / Foto Por EDH/René Estrada

Por Varinia Escalante | Twitter: @VSkalanT

2018-06-17 6:00:02

El deporte siempre ha sido un canalizador de las potencialidades de una familia y en este día del padre, se muestran a continuación, tres historias que vinculan directamente al deporte con los padres.

El baloncesto en las venas

Como en todas las familias, hay alegrías, pero también jalones de oreja. Hay unidad y diversión. Eso es lo que reina en la familia Aguilar, liderada por Vladimir, el padre, y seguida por Eduardo, el hijo. Una familia deportiva, inmersa en el baloncesto, donde los títulos no han faltado.

Esta dupla tiene mucho en común, como jugar de pasadores y tener la misma profesión: abogados. Vladimir tiene 45 años jugando, y está con la selección de maxibaloncesto; mientras Eduardo tiene 23 años militando en distintos quintetos y, actualmente, es campeón con Brujos de Izalco, en la Liga Mayor de Baloncesto (LMB). Los dos también han vestido siempre la camiseta de El Salvador.

“Mi pasión siempre fue el baloncesto y él (hijo) siempre me iba a ver jugar. Pero un día lo llevé a que lo practicara formalmente ‘cuasi’ obligado, y aquí estamos, casi 25 años después”, recuerda Vladi.

Se cumplió así, como en muchos casos, en que el hijo siguió los pasos del padre. Y eso sirvió para forjar la relación de ambos. “La influencia de mi padre ha sido grande, no solo en el baloncesto, sino en toda mi vida. Ha sido mi ejemplo a seguir en todos los aspectos, estoy muy orgulloso de que sea mi papá. Siempre trato de imitarlo en todas las cualidades que tiene y en el baloncesto me ha motivado a seguir. Él tiene una gran historia y difícilmente la pueda igualar”.

Los dos Aguilar juegan en la Selección Nacional. Entrenan juntos y se dan muchos consejos. Foto EDH-René Estrada

Sobre su relación, Eduardo detalla: “Es muy buena. Más que relación de papá e hijo, es de amigos. Lo veo como mejor amigo, compartimos muchas cosas, tenemos la misma profesión y siempre hay regaños y consejos muy buenos”.

“Con Eduardo, hemos compartido muchas cosas, hemos ganado mucho, hemos perdido mucho. De todos mis hijos, es el que ha seguido mis pasos. Y uno de mis pasatiempos preferidos es verlo jugar. Siempre lo he acompañado y es un orgullo para mí”, indica la cabeza de los Aguilar.

En lo deportivo, la estela que ha dejado Vladimir ha sido bien tomada por Eduardo. Esto lo ha hecho un jugador exitoso, ganador de títulos con equipos como Denver, Cosmos y Brujos, entre otros.

“Me da (el padre) bastantes consejos. Tengo la ventaja de tener un buen entrenador personal, que siempre antes de los juegos me da indicaciones específicas de qué tengo que hacer y qué debo mejorar en torneos y en selección. Me ayuda en mi tiro, a marcar o cómo atacar. Vemos juegos de la NBA juntos”, detalla Eduardo, con una sonrisa.

Frase

“Tengo la dicha de tenerlo como padre, estoy muy orgulloso de ser su hijo. (...) Lo amo con todo mi corazón, y agradezco a Dios de tenerlo, porque gracias a él soy la persona que soy”

Eduardo Aguilar, Jugador de Brujos de Izalco

El padre mencionó qué observa en su hijo y cómo lo visualiza para su crecimiento y madurez en su carrera y en lo deportivo: “Eduardo se ha preparado mucho en su vida académica y en el baloncesto creo que está en una etapa madura. Tiene experiencia, sabe tomar los tiempos en la cancha, conoce la responsabilidad que tiene. Como mensaje, le doy el primero y único: que tenga temor de Dios”

Para este 17 de junio, día del padre, Eduardo le dio palabras de amor a Vladimir: “Felicitarlo por este día tan especial. Para mí, es un orgullo ser su hijo, me encanta compartir cada día con él, y espero estemos juntos hasta el final de los tiempos y que Dios me permita compartir muchas experiencias a su lado. Lo amo con todo mi corazón y agradezco a Dios tener un padre como él, sin duda no fuera la persona que soy si no hubiese sino por él”.

Adolfo Menéndez padre (i.) y Junior, juntos en las buenas y malas. Foto EDH/Cortesía

El arco, como techo del hogar

Desde el nombre, el fútbol los reconoce. Son porteros. Y ambos se llaman Adolfo Menéndez. La pasión del deporte la heredó Fito Junior, y más el gusto por ser arquero. Pero esto solo fue posible gracias a un papá que ha sido ejemplo para muchos en esa posición.

Fito padre acepta que sí influyó en que su hijo siguiera sus pasos. Pero reconfirma que lo que el ahora portero de CD FAS ha logrado ha sido por su capacidad y su profesionalidad. “Desde pequeño, siempre estuvo inmerso en el fútbol, salía de mascota de FAS, iba al estadio, se ponía mis guantes, se apasionó”.

“(…) Como padre, es un orgullo que practique y juegue fútbol, sobre todo en la posición en la que yo jugué por muchos años. Me queda apoyarlo, así como lo he hecho con sus estudios, y es un orgullo que juegue en Primera División. Ha tenido la bendición de que lo oriento en algunos aspectos”, agrega Menéndez.

En la otra cara de la moneda, el Junior cuenta: “Que él halla jugado ha sido bueno, me ha ayudado mucho para abrirme camino. Pero también, ha caído un poco sobre mis espaldas la presión que se genera sobre uno por la carrera y el éxito que tuvo él. Quieren que uno lo supere, pero cada uno tiene su manera de ser y jugar. A mí, me gustaría superarlo, porque a él no se molestaría”.

La pasión y adrenalina por atajar, por estar bajo los tres palos. Esa es la herencia del Fito mayor (der.) para Fito Jr. Fotos EDH/Archivo

“Siempre lo he admirado mucho por su carácter, por su deseo de triunfar, porque él siempre ha estado acostumbrado a jugar y a ganar. Ha sido una de las personas que sienten lo que hace y eso me lo ha transmitido”, cuenta. Para ambos guardametas, es un privilegio trabajar y entrenar juntos, ya que saben que no todos consiguen que su propio padre sea su entrenador y que el que reciben los consejos sea su propio hijo.

“Para mí, es bendición de Dios de que aparte de ser su padre sea su entrenador. Trato de diferenciar lo que se hace en la cancha, ahí no me tiene que ver como su padre, porque no le doy privilegio de ninguna manera, al contrario le exijo más”, sostiene el portero más veterano de la familia. “En casa, lo aconsejo y le doy mi opinión sobre su posición”, reconfirma.

Fito hijo lo mira igual. “Me motiva. Él no me miente, siempre me dice en lo que debo trabajar, me orienta para un bien y eso es una ventaja. Siempre me ha impulsado y me dice las cosas de frente y lo que tengo que mejorar”. La relación de estos dos Fitos se hizo más sólida ahora que el hijo superó un cáncer en la garganta. Siempre fueron unidos, han tenido respeto mutuo y mucho amor. Pero ahora, ha crecido más.

“Fui el primero que me di cuenta de su enfermedad. Siempre le he dicho que la única forma en que no lo he apoyado es que estuviera muerto, bajo tierra, pero he estado con él en todo momento, hemos orado mucho por su sanación y él sabe que cuenta conmigo en todo momento. Él no está solo”.

Frase

“Lo amo mucho, le agradezco el apoyo que siempre me ha dado, estoy orgulloso de él. Lo admiro de corazón, es un excelente padre”

Fito Menéndez Jr., portero de CD FAS

Mientras el meta tigrillo expresó: “Esta enfermedad nos ha unido más, nos ha hecho más cercanos, hay más confianza y mucho más amor. De todo lo negativo, se saca lo positivo. Siempre me apoyó y me dijo que no me rindiera”.

Para el futuro de su hijo, Menéndez considera que tiene “una de las cosas más importantes en los porteros que es el carácter, una fuerza mental, es seguro de lo que quiere, y en los entrenamientos se entrega al máximo. Tiene una de las condiciones más importantes: la valentía para jugar esa posición. Tiene que ser un profesional en todo sentido, eso me dio éxito y eso es lo que trato de transmitirle”.

En este día del padre, Fito le deseó lo mejor al hombre que le dio la vida: “Que lo amo mucho, le agradezco el apoyo que siempre me ha dado, estoy orgulloso de él. Lo admiro de corazón, es un excelente padre y siempre estaré cuando me necesite. Que Dios lo bendiga siempre”.

Julio (i.) y Andrés Acosta comparten la alegría que les da el jugar boliche. Foto EDH/René Estrada

Dos botapines de cuidado

Un deporte no muy conocido ha permitido que Julio Acosta y su hijo, Andrés, compartan mucho tiempo juntos. Eso es lo que ha hecho el boliche en la vida de estos dos jugadores, para quienes el deporte permitió que estrechen su relación familiar y como atletas.

 

 

Julio, quien está por cumplir 38 años de ser botapines y es seleccionado mayor, ha impulsado a su hijo a seguirlo en esta aventura. Y Andrés, se sincera en que, sin su papá, seguramente el boliche no hubiese llegado a su vida, algo que considera una de las mejores cosas que le ha pasado.

“A mi papá, lo veo como una persona fuerte a la hora de hacer las cosas, muy decidido por lo que quiere hacer y es mi ejemplo a seguir tanto personal, emocional y deportivamente”, reflexionó. El veterano del boliche cuenta: “Como padre e hijo, nos llevamos muy bien, tenemos una relación bastante estrecha y eso es increíble en estos tiempos, eso nos deja muy contentos a los dos”.

Andrés (i.) y Julio, junto a las bolas, sus mejores compañeras deportivas en la pista. Foto EDH/René Estrada

Además, hay una admiración de ambos por lo que hacen y por lo que son en sus otras facetas de vida. Y no puede faltar el apoyo deportivo, en las competencias y en sus entrenamientos.

“Cuando lo veo entrenar, le doy algún consejo, esperando a que lo ponga en práctica. Le digo que ocupe mi experiencia, que le va a servir, aunque como maestro no soy muy bueno”, recalca Julio, quien espera que su hijo crezca en esta etapa del boliche.

Para Andrés, quien tiene 16 años, hay cosas que le gustan del trabajo de su padre: “En la forma de tirar, nuestros tiros hasta cierto se parecen, trato de asemejarme en los tiros. En técnicas y demás, su forma de entrenar es disciplinada. Practicar este deporte, que dicen que es fácil, no lo es, y él le pone mucha pasión”.

Frase

“Gracias por ser mi papá, por darme la vida, principalmente. Espero sigamos mucho tiempo más juntos, como padre e hijo”

Andrés Acosta, Jugador de boliche

Al ser consultado el cabeza de la familia sobre el futuro deportivo de su retoño, se sincera: “Viéndolo jugar, quitando mi rol como papá, tiene muchas cualidades que explotar. Muy buen péndulo, llegada, velocidad y tiene que aprender a tener balance de concentración, dedicación y técnica. Espero esté en selección mayor. Puede llegar lo más lejos que él quiera, tiene todo un futuro por delante”.

“Me siento muy afortunado de practicar este deporte. Ojalá en un par de años podamos compartir la selección y aprender de su experiencia, llegar a su nivel y quizás superarlo”, sostiene Andrés.