El deporte salvadoreño vuelve a sonreír

La fiesta de la Espiga Dorada colocó a sus protagonistas donde merecen: en medio de los aplausos

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Foto EDH/ Huber Rosales

Por Carlos Vides

2018-12-04 7:31:02

Las abuelas y padres acompañando a los nietos que también llevan a los entrenos. Los técnicos que corrigen con disciplina en cada práctica. Los atletas que sacrifican su vida personal, que dicen no a las fiestas, que se aplican en las canchas, piscinas y duelas. Los dirigentes, ahora más comprometidos que nunca. Periodistas deportivos batiendo palmas para las figuras que siguen día a día. Empresarios que saben que la actividad física puede ser una piedra angular para nuestra sociedad.

Durante la noche del martes los vimos sonreír a todos. A ellos y otros tantos protagonistas del deporte salvadoreño, que volvió a llenarse de alegría con la vuelta de la Espiga Dorada 2018.

Era una noche de gala y los deportistas estuvieron a la altura, vestidos para la ocasión: elegantes por fuera, pero sobre todo llenos de orgullo por dentro.

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La ganadora de Estrella en el tenis de mesa, Edmee Arias, comentó que ganar la Espiga Dorada significó “para mí un gran honor y un privilegio haberla ganado. Cuando estaba pequeña este premio se terminó, me quedé con la tristeza de que no lo pude lograr. Pero gracias a Dios se volvió a retomar y para mí es una enorme satisfacción haberla podido ganar”.

Arias está clasifica a los Juego Panamericanos de Lima 2019, pero ve más allá y trabaja en dos rutas: coronar su carrera como odontóloga (lleva cuarto año) y ser atleta olímpica.

Marcelo Arévalo, uno de los ganadores.Foto EDH/ Huber Rosales

Entre las Promesas que ganaron destacó Gabriela Carpio, de 12 años, quizá la más pequeña en estatura del grupo pero también con un sueño enorme: quiere convertirse en la Nadia Comaneci de la gimnasia nacional, ser como aquella portentosa rumana que enamoró a los Juegos Olímpicos para siempre en 1976.

“Estoy orgullosa de haber ganado, porque realmente se necesita mucha dedicación y responsabilidad”, dijo Gabriela, quien para ser como su admirada Nadia “está entrenando tres horas y media al día, de lunes a sábado, sin descuidar sus estudios en el Colegio La Floresta… pero tampoco suelta su aparato favorito, la viga de equilibrio.

La gala estuvo llena de también de consejos inolvidables para los atletas. Como la leyenda de nuestro fútbol, Mauricio Cienfuegos, recordándoles que “a veces lo duro es llegar, pero es todavía más difícil mantenerse”, les dijo quien ganara por partida doble el novato y estrella de la Espiga Dorada en su carrera.

Y también de sorpresas: aunque no estaba en la agenda, estuvo en la gala Jorge “Mágico” González, y fue presentado por Fernando Palomo como tal, como “el mejor futbolista salvadoreño de nuestra historia”.

Eduardo Palomo, presidente del Comité Olímpico de El Salvador (COES), mostró su alegría por el regreso de este galardón, y recordó cómo lo ganó como atleta de remo junto a Olliver Adams en 1994.

La fiesta continuó entre revelaciones, como que la presentadora Mónica Casamiquela practicó gimnasia en su niñez; o el récord nacional de jabalina que aún ostenta el periodista de ESPN y conductor de la noche, Fernando Palomo.
Hasta que el cierre de la gala puso los reflectores en los grandes atletas de la noche, los que ganaron las Estrellas y Promesas del Año. Entran a la historia con letras de oro, en la edición XXX de esta recuperada Espiga Dorada. Un regreso que tiene al deporte salvadoreño sonriente, motivado y ya calentando sus músculos hacia las ediciones venideras, porque este premio volvió para quedarse.