Los atletas que se forjan en las montañas de Chalate y ganan medallas para El Salvador

Un grupo de jóvenes se abre paso en el atletismo nacional, entrenando fuerte a diario en la hacienda El Refugio, en La Palma, Chalatenango

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Foto EDH/ René Estrada

Por Wilfredo Cruz Argueta

2019-02-22 8:11:18

La Palma, Chalatenango, se ha caracterizado por su producción de artesanías talladas en madera y decoradas con trazos naíf, pero desde hace 17 años algunos de sus jóvenes se han abierto paso y despuntan en el atletismo nacional y regional. Ahí aprovechan la altura y el aire fresco con el que todos crecen en esa zona del norte del país.

Lo del atletismo no es nuevo entre esas pineras. El antecedente fue el club Bethania y hoy lo sigue el Alfa y Omega Indes, dirigido por Delbyn Solís Cartagena, que fuera atleta de esa primera hornada.

 

Luego de llegar becada a San Salvador, estudiar licenciatura en Educación Física en la Universidad de El Salvador y trabajar durante un par de años, Solís regresó a su casa en el cantón San José Sacare, de La Palma, adonde reunió a un grupo de niños y los entrenó en la calle vecinal.

Ya con los prospectos, Solís coordinó con la escuela del lugar e inscribió a varios de los alumnos en la eliminatoria departamental de los Juegos Estudiantiles. Recuerda que eran dos equipos y ambos se clasificaron a la eliminatoria nacional.

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En julio de 2015 la llamaron del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (Indes), para que desarrollara un proyecto de atletismo en La Palma.
Un mes después tenía la plaza y visitó 12 escuelas de La Palma y San Ignacio para explicar el proyecto deportivo del Club de Atletismo Alfa y Omega Indes.

Logró que se firmara un proyecto con la alcaldía en el que el Indes proporcionaba la entrenadora y la comuna corría con los gastos de transporte.

El paso siguiente fue pedir permiso a la familia Duarte para entrenar en la hacienda El Refugio, del cantón El Gramal, lo cual logró sin peros. Y tras recuperar el equipo que había usado el extinto club Bethania, se puso manos a la obra.

Foto EDH/ René Estrada

No era mucho. Diez vallas que se utilizaron en los XIX Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, un block de salida, dos balas y un obstáculo hecho de cuartones por un padre de familia. Y cuando las balas no alcanzan, los niños usan piedras para practicar.

“El plan de trabajo consiste en formar integralmente al atleta, por lo que combinan carreras de medio fondo, salto de vallas, obstáculo, saltos, lanzamiento de bala y cross country”, explica Delbyn. Con ello pretende que adquieran masa muscular, se incremente la fuerza, además de la resistencia física.

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No todo es fácil

Para asistir a los entrenos, los jóvenes deben desplazarse en bus o caminar, como es el caso de los que residen en el cantón San José Sacare, que caminan por varios kilómetros por calles, veredas, además de atravesar dos ríos, uno de ellos el Nunuapa, que en invierno crece su caudal y obliga a los atletas a entrenar solos cerca de casa o bordear la carretera hacia La Palma.

El proyecto de Solís arrancó con 40 niños, y aunque hoy solo practica la mitad, a inicios de año aumenta la asistencia.

Foto EDH/ René Estrada

Varios de ellos crecieron y estudian bachillerato en La Palma y no tienen mucho tiempo de entrenar, por lo cual se ejercitan por las mañanas en el polideportivo.
En 2016 hubo casos de violencia en la zona y eso también alejó a algunos prospectos.

Otra de las razones de las ausencias de los jóvenes es que deben apoyar a sus familias en las labores. Entre noviembre y marzo, varios de ellos acompañan a sus padres a cortar café, ya sea a sus terrenos o a fincas donde pagan por cada arroba cortada.

“A los tres meses de trabajo, un joven se clasificó en cross country y ganó oro en una competencia en Belice”, recuerda Delbyn.

Con tres años de trabajo, los frutos ya se ven en los medalleros de los eventos en los que participan. Entre los jóvenes que destacan se encuentran Cristian Gabriel Hernández, Jairo Isaac Vásquez, César Antonio Lemus, Eduardo Ismael Martínez, Lisania Elizabeth Ochoa, Wendy Gabriela Granados Solís y Erick Hernández.

Lo fuerte de los atletas son las pruebas de medio fondo, desde los 800 a 2,000 metros, pruebas con obstáculos, vallas y campo traviesa, en las que han ganado medallas a nivel local y regional.

Todas las tardes, ese grupo de niños y jóvenes levanta polvo en sus entrenos en los terrenos de la hacienda El Refugio, lejos de las comodidades de la ciudad, pero con las ganas de brillar con luz propia.

Foto EDH/ René Estrada
Foto EDH/ René Estrada