El empresario que marca récords nadando en el primer santuario de tiburones del mundo, desde Nicaragua hasta El Salvador

Fueron seis horas y 20 minutos desde que se zambulló en la costa nigaragüense del volcán Consingüina, hasta que alcanzó la isla salvadoreña de Meanguera del Golfo.

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Por EFE

2019-02-08 10:55:01

Pablo Fernández cubrió nadando el pasado 25 de enero los 25 kilómetros del golfo de Fonseca, que separa la costa pacífica de Nicaragua de la de El Salvador, santuario de tiburones, el tercer récord en aguas abiertas del cofundador de Clicars, una compañía de venta de coches que facturó 50 millones en tres años.

Fueron seis horas y 20 minutos desde que se zambulló en la costa nigaragüense del volcán Consingüina, hasta que alcanzó la isla salvadoreña de Meanguera del Golfo, pasando por una reserva de tiburones martillo, rememora Fernández durante una conversación con EFE en la sede de Clicars en Madrid.

Un reto en el que los principales rivales no eran los escualos, sino la distancia, el cansancio y las corrientes marinas, el mayor enemigo de los nadadores en aguas abiertas, que pueden hacer que una travesía se retrase muchas horas o provocar la renuncia en caso de tener una corriente contraria persistente.

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“Las primeras tres horas fui muy rápido, pero entró una corriente fortísima y estuve casi dos horas nadando sin moverme, incluso viendo El Salvador cada vez más lejos. Llega un momento en el que piensas qué hacer, o si tirar la toalla”, relata a EFE el nadador y empresario.

Fernández cumplimentó su reto con solo un barco de apoyo, en el que viajaba el presidente de la asociación de pescadores local como observador internacional, del que solo podía recibir apoyo en forma de plátanos, botellas de agua y geles, que debía tomar sin tocar el barco, nadando entre aguas nicaragüenses, hondureñas y salvadoreñas en el primer santuario de tiburones del mundo.

“La gente tiene mucho miedo a esos animales, pero yo en 25 kilómetros no encontré ninguno. Lo que sí encontré fue suciedad”, continúa el empresario, que pretende con este tipo de travesías no solo cumplir sus retos, sino concienciar sobre la conservación de los océanos.

No es la primera vez que este madrileño se zambulle en aguas peligrosas: en 2017 nadó 16 kilómetros entre las costas de Senegal y Gambia en la desembocadura del río que da nombre a este país, una zona con cocodrilos e hipopótamos.

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“En África mueren más de 1.000 personas cada año atacadas por cocodrilos, pero la suerte fue que la corriente me llevó hacia el Atlántico, donde es menos habitual que se adentren. En cualquier caso en ese reto estaba acompañado por dos buques del ejército gambiano por si aparecía algún cocodrilo”, recuerda.

Este empresario español también cuenta en su historial con una travesía a nado entre las Islas Vírgenes y Puerto Rico (35 kilómetros), un cruce del Estrecho de Gibraltar (18 km), una ‘huida’ a nado de la célebre prisión de Alcatraz (Estados Unidos) o una travesía alrededor de la isla de Manhattan (Nueva York).

“Llevo más de 15 años nadando en aguas abiertas. Hacía triatlón e ‘ironman’ (triatlón de larga distancia), pero la parte de natación se me quedaba corta. Al contrario que a muchos triatletas, a mí me gusta nadar y me cuesta más la bici y correr”, explica.

Pablo Fernández dialoga con EFE en un parón de día laborable en la sede madrileña de Clicars, la empresa de venta digital de coches que fundó junto a Carlos Rivera después de haber pasado una década estudiando y trabajando en Estados Unidos en los sectores de la banca y el automóvil.

“Hay una parte de estos retos, la tenacidad, que yo aplico a todo en la vida: no sé si voy a llegar, por lo que me planteo dar una brazada más cada vez. En la empresa hago igual: una venta más, un cliente más. Sé que si sigo, llegaré”, apunta el emprendedor.

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Lo cierto es que la receta le funciona. Tanto en el mar como en los negocios. Clicars ha logrado superar los 50 millones de facturación en tres años, a un ritmo creciente (5, 10 y casi 30 millones) y aspiran a vender en 2021 más de 10.000 coches, para situarse entre los principales vendedores españoles de automóviles, tanto digitales como tradicionales.

Pablo Fernández mantiene su día a día en la empresa con un prólogo matinal de 6 o 7 kilómetros en la piscina, y acompaña sus retos en aguas abiertas con actividades solidarias en cada país en el que nada. En la última, donó 10.000 euros a escuelas de primaria de Nicaragua, El Salvador y Honduras, con lo que suma 25.000 euros aportados a diferentes causas.

“Con estos retos siempre quiero remarcar que he tenido la suerte de nacer en un país que me ha dado oportunidades, algo que es muy de la mentalidad americana y que en España no hacemos”, afirma Fernández, oriundo del barrio madrileño de Carabanchel, al sur de la capital, que recuerda que su formación se debe a la escuela pública.

Entre ocupaciones y entrenamientos, este emprendedor y nadador de aguas abiertas otea la página web de Google Maps en busca de nuevos rincones que recorrer a nado. El río Congo, uno de los más caudalosos del planeta, es su próximo objetivo entre República Democrática del Congo y Angola. También medita otra travesía entre Filipinas y Malasia, que sería su primera aventura en Asia.

“Disfruto el proceso de descubrir el próximo reto. La vida es muy dura, emprender es duro, la mayor parte de las empresas no salen, así que por lo menos hay que disfrutar el camino, decir: ‘he llegado hasta aquí y estoy orgulloso’. Creo que eso es importante para todo lo que hagas en la vida”, finaliza.