Gerardo Peña, una historia de ejemplo de tenacidad

Es el primer cuscatleco de bicicross en participar en unos Juegos C.A. y Caribe, pese a sus limitantes, con ayuda de sus amigos y el esfuerzo propio, logró ya marcar historia antes de competir

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Gerardo Peña, durante uno de sus entrenos en la pista TexOps de San Juan Opico / Foto Por EDH / René Estrada

Por César Najarro | Twitter: @cjnajarro

2018-07-25 7:00:41

El amor le llegó a Gerardo Peña temprano. Tenía unos 10 años cuando su tío, al que llama padre, le regaló su primera bicicleta. Él vivía con su madre y su abuela, pero dos años más tarde pasó al cuidado de su tío. Como este tenía un puesto de reparación de bicicletas y de llantas, su cercanía con este deporte era constante.

Desde chico, Peña demostró ser sumamente inquieto y amante de los retos, y, sin permiso y sin supervisión, se fue desde Ciudad Arce, su lugar de origen, hasta la gasolinera El Volcán, en la bici rin 16. Lo recibieron con una golpiza, pero ni eso le bajó los ánimos de pedalear.

 

 

A los 12 años, su tío le regaló una bici de montaña, en la que practicó hasta los 18 o 19 años, mientras seguía también con sus estudios.

Más tarde conoció la modalidad del Down Hill, en la que, curiosamente, tuvo como equipo la bicicleta que un día condujo Mariana Salazar, la salvadoreña que ha representado al país en múltiples copas del Mundo de esta modalidad.

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Y de ahí, finalmente, se pasó al bicicross, sin saber que se convertiría en el primer salvadoreño en representar al país en este deporte que apenas vio su resurgir hace unos años.

Desaparecido del mapa deportivo allá por 1994, luego de que la empresa TexOps decidiera crear una pista a finales de 2015, originalmente para disfrute de los empleados y de sus hijos, esta fue la luz para Peña.

Él ya se había enamorado de esta modalidad del ciclismo a través de videos, blogs y páginas web, pero desde 1994 (en la Satélite) no existía un lugar a dónde practicarlo. Llegó entonces a TexOps sólo, y comenzó un camino marcado por la tenacidad en un deporte que apenas cuenta con recursos y atletas en el país.

Y es que Peña encaja muy bien en la descripción de los hacelotodo, de los que se fajan por el día a día.

El ciclista se gana la vida con la talabartería y la apicultura, en la foto visita a las abejas en Zaragoza. Foto EDH / René Estrada

Su vida paralela

Bachiller, estudiante de Ingeniería Eléctrica por dos años en la UCA, Gerardo dejó los estudios porque quería trabajar, “porque quería tener lo mío y la cuestión de la universidad era un poquito dura. Así que empecé a trabajar en mototaxis, pero por la cuestión de la inseguridad y problemas me salí, y me dediqué a trabajar con mi tío en la talabartería, un negocio familiar, y en la apicultura”.

La talabartería es una herencia del abuelo de la familia, y, cuando se retiró de los mototaxis, Gerardo se sumó a su tío en un negocio que este había iniciado, el de extraer la miel de las abejas.

Así pues, su día normal se divide entre el gimnasio, la pista TexOps donde practica bicicross y ayuda con la escuela a su amigo y entrenador Hugo Rubio, la talabartería y la apicultura. Aunque a esta última le dedica un día exclusivo a la semana, el único en el que no entrena.

“Tenía una novia, pero ya no me queda tiempo para eso”, cuenta.

“Cuando me toca gimnasio, me levanto a las 5:30 a.m. porque ya a las 8 tengo que estar en el trabajo (talabartería) hasta las 4:30 p.m. más o menos. De ahí, me voy a los entrenos, ya sea de nuevo gimnasio, bicicross, o voy a San Salvador al velódromo, depende de lo que me toque trabajar. Y el día que voy a visitar a las abejas, me levanto a las 5:30 y paso todo el día en eso, ese es mi descanso de entrenar”, afirma.

Mientras que le echa la mano a Hugo en la escuela de bicicross en la pista TexOps, en Opico, los sábados por la tarde.

Peña tiene tres años de hacer bicicross y clasificó a los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Foto EDH / René Estrada

Despegue

Cuando llegó al bicicross, era uno más con los muchachos que ahí se presentaban por pasatiempo. “Me gustó por la exigencia técnica y física, y porque no es tan caro como el DownHill. Llegamos a tener una categoría élite bastante grande y competitiva, aunque el campeonato nacional ha ido perdiendo, muchos se han retirado”, cuenta con tristeza.

Pero a él nunca se le cruzó por la mente salirse, “a mí el deporte me complementa, me quedé y empecé a competir. Se me dio la oportunidad de ir a Guatemala, y, obviamente, al inicio no me fue nada bien, no era nada técnico, no tenía buena condición física, pero me gustaba. Iba por mi cuenta”.

Pero la tenacidad volvió a demostrarla, siguió mejorando y pidió su licencia a la Federación Salvadoreña de Ciclismo para competir formalmente en las fechas del campeonato chapín.

Fue ahí que se enteró que la Federación podía hacer uso de un cupo para luchar en el clasificatorio de Guatemala rumbo a los C.A. y del Caribe de Barranquilla.

Pero, curiosamente, el empuje final llegó del entrenador de la selección de Guatemala. “En buen salvadoreño, me dio paja que sí podía, que luchara por esa plaza, y eso despertó en mí algo y empecé a meterle ganas”.

En esos viajes, además, se hizo amigo del entrenador del vecino país, conocido como JD, y también de un mexicano, el atleta y entrenador Chris Mireles.

Gerardo se enfrentará a los mejores de la región en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Foto EDH / René Estrada

“Ahí empezó todo, cuando me fue re mal en Guate. Iba a divertirme, pero empecé a esforzarme, y luego comencé a pagar yo a Mireles para que me asesorara y entrenara, a través de guías que me pasa por internet”, dijo.

Tras seis fechas del campeonato nacional chapín (logró ubicarse sexto en la general), también estuvo en el Centroamericano de Copa de Naciones de Costa Rica.

Finalmente, en junio de 2017, en la prueba Elite del Campeonato C.A. BMX de Guatemala, logró la clasificación a los Juegos de Barranquilla. Desde entonces, “la federación empezó a ayudarme con mis fogueos, con la hidratación, con el pago del entrenador, con traje, cascos, guantes, zapatos”, cuenta, mientras él pone su bici y las ganas y el coraje.

Y es que, aunque este deporte es casi amateur en el país y competirá contra los mejores de la región, incluidos los colombianos y mexicanos, que son potencia a nivel mundial, él no se amilana.

“Si bien es cierto es difícil competir contra atletas que han estado en esta modalidad tan técnica desde pequeños, eso no me quita las aspiraciones de pelear por medalla. Yo creo que si no voy con esa mentalidad de que puedo ganar una presea, iría a pasear, y no es esa mi idea. Se va a cumplir mi sueño de representar al país en un evento internacional, y, al parecer, no va a terminar mi sueño ahí, simplemente creció. Ahora sueño con ir a unos Juegos Olímpicos, ¿por qué no?“, afirma.

Y es que este tipo está dispuesto a todo, a los riesgos de un deporte en el que una caída es muy probable. Lo sabe muy bien, como cuando terminó escupiendo sangre y en un hospital tras competir en la segunda fecha del campeonato nacional.

“En Colombia, que pase lo que tenga que pasar, si va a haber caída, que pase, estoy dispuesto a aguantarla, igual si va a haber podio, hemos trabajado para eso, a representar por primera vez al país, y a que se den cuenta que estamos trabajando doro, no voy sólo yo, sino que represento a todos los niños (de la escuela) que están con nosotros, a mis amigos, a todos los que me apoyaron y que iban conmigo a las competencias hasta Guate”, cuenta el atleta, que llegó ayer a Barranquilla. Competirá el sábado 28.