El abrazo de oro

Leidy Gutiérrez se reencontró con su papá después de 14 años. Y le regaló una medalla dorada de Olimpíadas Especiales.

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 Leidy Gutiérrez y su papá Salvador muestran orgullosos la medalla dorada. Foto EDH Gustavo Flores

Por Gustavo Flores, enviado especial a Los ??ngeles, Estados Unidos | Twitter: @Gusflores21

2015-07-28 7:47:00

Habían pasado 14 años de su último abrazo… hasta el de este martes. Salvador Gutiérrez se fue de El Salvador en 2001 apremiado por la situación económica y partió de Chalatenango rumbo al norte. Leidy, su hija, de apenas 3 años, lo despidió entre lágrimas. Hoy, él pasando los 50 y ella con 17, se reencontraron en Los Ángeles. Los Juegos Mundiales de Olimpíadas Especiales fueron el puente para un reencuentro que tardó demasiado. Y el final del día no pudo ser más feliz: el regalo para papá fue una medalla de oro en gimnasia rítmica.

En ese abrazo que no termina nunca se resume parte de la historia vivida, mil sensaciones y emociones. Toda una vida a kilómetros de distancia solamente unida por la tecnología. Las videocomunicaciones nunca faltaron; pero si hacía falta y mucha, ese apretón del alma, ese beso que se repite una y otra vez.

Leidy es la tercera de cuatro hermanas y nació prematura, de seis meses de embarazo. Salvador cuenta que debieron vender la casa para poder costear los gastos del ingreso en el hospital. Y que luego debió emigrar a Estados Unidos, donde trabaja en remodelaciones de cocinas y baños. Desde allí, como tantos miles, envía remesas a su familia.

La niña es hipoacúsica y se entusiasmó con la gimnasia rítmica. Se entrena dos veces por semana en la escuela de educación especial de Chalate, donde estudia en sexto grado. Ayer alcanzó su medalla dorada en la especialidad de aro, en sus primeros Juegos Mundiales.

Salvador no disimula el orgullo por su hija. “Fue un encuentro enorme. Se me hizo un nudo muy grande” relata el papá. Las lágrimas de la hija dejan pequeña cualquier palabra. La medalla de oro todavía brilla en el parque central de la Universidad UCLA, en el corazón de Los Ángeles. Y Leidy fue, a partir de ese momento, la felicidad en estado puro.