Aunque no fue un 2018 brillante para el deporte nacional, he decidido cerrarlo con esta lista de lo más destacado y feliz en el año, tanto para nuestros atletas como para la afición en general. Ojalá 2019 traiga aun más.
Empiezo con el regreso de la Espiga Dorada. Esta presea tiene un efecto multiplicador, que alimenta los proyectos y esperanzas de decenas de atletas de El Salvador, en más de 30 ramas del deporte. Y lo hace tanto para las Estrellas consagradas como para las Promesas que van surgiendo. Que la Espiga Dorada haya vuelto después de nueve años de espera es positivo. Que sea para quedarse.
También resalto los esfuerzos individuales de atletas como el tenista Marcelo Arévalo, la tiradora Ana Ramírez, el arquero Roberto Hernández, el nadador Marcelo Acosta, la ciclista de downhill Mariana Salazar, la remera Adriana Escobar o el marchista José Gilberto Menjívar.
Algunos tuvieron más apoyo y respondieron con resultados (Arévalo en el Top 50 de dobles, por ejemplo); otros hicieron maravillas a pesar de la falta de recursos o fogueos, y ganaron metales panamericanos y mundiales. Mención honorífica para los atletas que subieron al podio en Barranquilla 2018, luces en medio de tan gris apoyo al deporte por parte del Gobierno.
Aplausos, también, para los proyectos futbolísticos de Alianza y Santa Tecla, administaciones eficientes que ahora cosechan un dominio abrumador. Son ya cinco finales. No es fruto del azar, sino del trabajo.
En cuanto a legionarios: Nelson Bonilla triunfó en Tailandia y ya es el jugador más caro de la historia del fútbol salvadoreño (Bangkok pagó cerca de $1 millón); Denis Pineda subió a la exigente Primeira Liga portugesa con el Santa Clara; Andrés “Ruso” Flores fue subcampeón de la MLS; y Odir “Chino” Flores fue campeón en el Clausura de Guatemala con el Guastatoya. Palmas.
Viene 2019… que la lista sea más larga.