OPINIÓN: El árbol y el bosque de la Selecta

Los problemas de siempre del fútbol salvadoreño, expuestos como pocas veces en el 6-0 de Miami.

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Una goleada que será difícil de olvidar recibió la Selecta ante EE.UU. Foto EDH / AFP

Por Gustavo Flores / Twitter: @Gusflores21

2020-12-10 9:40:20

Cuando se ha tocado fondo, solo se puede subir. La negra noche que vivió la Selecta en Miami, deja un cúmulo de sensaciones y sinsabores muy grande, pero sería ilógico quedarse con el partido sin analizar las causas. El Salvador fue pasado por encima por una selección ‘B-C’ de Estados Unidos, y tuvo una de las actuaciones más bajas que se hayan visto de El Salvador en años. Pero esta derrota que va mucho más allá del 6 a 0. Que el árbol no tape el bosque.

Los problemas de siempre del fútbol salvadoreño, quedaron expuestos como pocas veces. Sintetizemos o tratemos de mirar el bosque: el poco nivel de profesionalismo en el fútbol nacional, las pésimas canchas donde se juega en el medio local, los vaivenes de un profesionalismo que solo le paga salarios a sus jugadores cuando hay torneos (el resto de los meses, “que se arreglen”), dirigentes que son incapaces de planificar un proyecto mínimamente serio a largo plazo en sus equipos, un ritmo de juego tan lento como cansino, una infraestructura inexistente, directivos de Fesfut que se reeligen en los cargos sin legitimidad y sin la mínima preparación. Hay varios etcéteras más.

“Una de las principales causas del estancamiento es la falta de fuerzas básicas en los equipos. Cada entrenador que llega a la Selección mayor lo recalca una y otra vez, como si quisieran grabarlo en las mentes de los directivos: “Hay talento, pero falta trabajo en el desarrollo”. Sin bases ni cimientos es difícil construir. Cuando un jugador llega a la Primera División, se le deben enseñar conceptos básicos del futbol, ya sabidos de memoria en otras latitudes a la edad del esperado debut en la división mayor.

La sucesión de malos dirigentes ha sido otra de las principales causas del atraso futbolístico. Muchos directivos cambian de equipos de un torneo al otro y manejan los hilos de sus “fincas” con muy poco tino y criterio. Hay poca paciencia al trabajo y tolerancia cero al largo plazo. El resultado del domingo y la taquilla pasan a ser, en muchas ocasiones, lo único que importa. Y de allí saltan, desde esos equipos mal comandados, a tomar las riendas de una Federación que se ha visto envuelta en no pocos problemas en los tiempos modernos”.

Estos dos párrafos fueron escrito hace 10 años. Nada ha cambiado.

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Vayamos al árbol, al partido puntual de Miami. El golpe también debe ser analizado por partes. La principal responsabilidad recae, una vez más, en la dirigencia. Se decide realizar un amistoso sin el mínimo de seriedad en cuanto a la preparación. Los jugadores jugaron para sus equipos, se juntaron el domingo por la noche, viajaron el lunes por la madrugada, reconocieron el estadio el martes y jugaron el miércoles. Enfrente estaba un equipo que venía entrenando en su campamento de Fort Lauderdale y que es la base de la selección preolímpica norteamericana. Tema aparte, el de las pruebas Covid-19: sin control en el fútbol nacional, estaba latente la posibilidad de un positivo, que lamentablemente se dio en Pleitez, el portero de Metapán, aunque de la Fesfut, insólitamente, escondieron su nombre. Por lo tanto, la Selecta (más allá del llamado a Tomás Granitto para consultarle si había algún portero en la zona para “sumar” al equipo) se presentó sin arquero suplente, porque solo había dos convocados.

Más allá de las responsabilidades dirigenciales, el planteamiento y el rendimiento de los jugadores en el campo de juego fue de un nivel sorprendente y extremadamente bajo. No había conocimiento del rival y los jugadores estadounidenses se hicieron un festival en el primer tiempo, ayudados por las facilidades de un rival que hasta el corazón había perdido rendido ante una diferencia física, técnica y táctica abrumadora. Solo basta ver una vez más la secuencia del quinto gol, donde algunos jugadores perdieron hasta la capacidad de correr al rival. Ya en la segunda mitad y con un 5-0 a favor, dio la sensación de que los estadounidenses no apretaron tanto el acelerador. Esto, además de una Selecta que retrasó sus líneas y se cuidó mucho más, aunque tarde, tras padecer los “horrores” de la primera parte. Terminó 6-0 pero durante muchos momentos rondaron los fantasmas de un resultado mucho más escandaloso.

Los increíbles 5 goles en 10 minutos (desde el 17′ al 27′) me hicieron recordar, siempre salvando las distancias, a los primeros 5 goles de Alemania a Brasil en el recordado 7-1 del Mundial 2014. Aquella vez fueron 4 goles en 6 minutos (del 23′ al 29′). Otro contexto, otro nivel, otra realidad, pero con la misma sensación: un equipo shockeado, grogui, nulo, sin reacción. Una conmoción de la que cuesta despertarse, una pesadilla que dura apenas un puñado de minutos pero que perudarará en el tiempo.

Una noche negra que costará olvidar. Sobre todo al DT y a los jugadores. En ellos estará la posibilidad de resurgir y poder ver hacia arriba, el único horizonte posible cuando se ha tocado fondo.