El deporte es como la vida misma. Puedes pasar de estar en el mejor momento de tu vida al peor en un abrir y cerrar de ojos. Pasar de tocar el cielo con las manos a estar en lo más bajo. Ver cómo, en efecto, las calamidades de distinta naturaleza no llegan solas y parecen haber estado esperando para llegar casi al mismo tiempo.
Ejemplos en el deporte individual y colectivo, sobran. Rápido, y de la chistera, puedo sacar al velocista Ben Johnson en 1988, Diego Armando Maradona en 1994, Sam Allardyce y sus 67 días como míster de la selección de Inglaterra.
…Y los Golden State Warriors. Desde 2015, los Warriors (junto a los Cavaliers de LeBron James) fueron el equipo dominante de la NBA. Protagonistas de las últimas cinco finales de la NBA (ganaron 3), con un grupo de jugadores letales en su nómina, con un entrenador brillante (Steve Kerr) y una directiva dispuesta a darle el talento necesario para ganar. A esa directiva la asesoraba el “Hombre Logo” de la NBA, Jerry West. Don Jerry, por cierto, fue quien ayudó a traer al equipo por la vía del draft a algunos jugadores que usted tal vez conoce: Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green.
Que Kevin Durant decidiera firmar un contrato con Golden State parecía hasta injusto. ¿Cómo se le podía ganar a este equipo? La respuesta era: no se podía. Con Durant a plenitud se ganaron dos títulos y él fue el JMV de esas dos finales.