Hay jugadores, especialmente algunos delanteros, a los que nunca hay que darlos por acabados. Puede que luzcan mal físicamente y lentos en los desplazamientos, torpes en el mano a mano y con la pólvora mojada… Pero tienen algo especial, quizás el don de la intuición para saber dónde tener que estar. A esa raza pertenece Luis Suárez, quien el domingo cumplió 34 años y sigue vigente. Sí, es cierto que parece lento y a veces hasta excedido de peso, pero sus condiciones de killer del área siguen intactas y lo demuestra semana a semana en el Atlético de Madrid.
Sus goles, 12 por el momento, le valen para compartir el liderato del Pichichi, y le han dado un salto de calidad al equipo de Simeone en La Liga. Y lo más curioso es que el Atlético no ha tenido que hipotecar el club para ficharlo: llegó a modo de regalo. Ya lo decía su amigo Messi, sorprendido de la manera en que el Barcelona se desprendió de él: “Me pareció una locura lo que le hicieron a Suárez. Se fue gratis, pagándole los años de contrato y se le dio a un equipo que iba a pelear por lo mismo que nosotros”.
El Atlético de Madrid, en la cima, se aleja cada vez más del Real Madrid y del Barcelona
Efectivamente, Suárez fue a reforzar a un rival directo por el título de Liga… Y el Barcelona, lejos de obtener dinero por esa transferencia, lo puso. Todo para quedarse con el danés Martin Braithwaite, un delantero tan voluntarioso como modesto, como única opción.
Muchos asocian la ida de Luisito con la de David Villa, que en 2013 dejó el Barca por el Atlético y fue campeón en su primera temporada. Pero en aquel momento la operación tenía lógica, el club acababa de fichar a Neymar y no había espacio para más delanteros. Ahora no ocurrió así, no ha regresado Neymar ni llegó ningún delantero de jerarquía, y encima le quitaron a Messi su principal socio.
Quienes han tenido la posibilidad de ver con frecuencia al Luis Suárez del Atlético habrán observado a un jugador algo menos participativo. Tiene sentido, este equipo, si bien ha dado un paso adelante esta temporada, no tiene el flujo ofensivo del Barcelona, donde podía combinar más y disponer de múltiples ocasiones durante un partido. Por momentos tiene que pelear solo contra toda una defensa, por otros combina con Carrasco, Joao Felix, Correa y Llorente, sus nuevos socios.
Impulsado por la necesidad de mostrar su vigencia, Suárez se ha vuelto un delantero de zarpazos. Puede parecer ausente y errático, protestón y desenfocado; pero cuando tiene una ocasión clara, no perdona. Es letal. Hace dos semanas salvó el juego contra el Alavés con un gol al 90’, empujándola frente al marco para el 2-1. No anotó contra el Sevilla, pero ante Eibar hizo un doblete, el segundo un penal al 89’ para otra victoria sobre la hora. Y el domingo pasado, en su primera ocasión clara ante el Valencia, definió cruzado ante Domenech para remontar el juego.
Hay jugadores, especialmente algunos delanteros, a los que nunca hay que darlos por acabados. Luis Suárez es uno de ellos.
Comentarista de La Liga en Fuego 107.7 y panelista en Pencho & Aída.