Las dos caras del deporte salvadoreño quedaron expuestas esta semana como pocas veces. Cuando jugadores y dirigentes de la Selecta entraron en un vergonzante tire y encoje, se cruzaban acusaciones y exponían sus miserias al público, en Argentina, con muy poco ruido, dos nadadores salvadoreños hacían historia: se colgaban una medalla de oro cada uno en un campeonato de élite como el Sudamericano de natación.
Cara: en las selecciones del mundo se les paga a los jugadores por convocatoria y tienen incentivos económicos por juegos u objetivos. Hasta en las más poderosas, aunque por lo que cobran los jugadores en sus equipos, suelen ser pagos simbólicos los de sus federaciones.
Pero el caso de la Selecta es especial (y esto sí que no suele suceder en otras selecciones del mundo) porque siempre hay problemas por los premios, se revelan las cifras (falta de códigos) y se quedan jugadores afuera (se da ventaja deportiva).
Esta no es la primera vez que sucede, lamentablemente. Una caso idéntico pasó en 2015 en la previa de los partidos frente a México y Canadá, cuando Hugo Carrillo también hizo público el pedido de los jugadores. En definitiva, un problema con un solo perjudicado: La Selección.
La contracara tiene nombre propio: Celina Márquez y Marcelo Acosta. Dejaron atrás a nadadores brasileños, argentinos, colombianos y cuanto se le cruzaron en el agua de la piscina del natatorio del Parque Roca, en Buenos Aires. Ganaron oros históricos para la natación nacional y se ratifican como dos de los mejores talentos al servicio del deporte salvadoreño. Por más premios e incentivos a estos campeones...