En un principio, el plan invitaba a ilusionarse con un pequeño cambio en lo que se había visto con respecto a la planificación y campamento de selecciones menores en los últimos tiempos, que era básicamente nula. La idea de realizar una base de entrenamientos en Atlanta y disputar cuatro partidos amistosos previos al Premundial (que arrancó este jueves y en el que la Azul debuta este viernes frente a Curazao) sonaba tentadora.
Pero todo fue un espejismo que duró apenas un par de días. La primera queja del cuerpo técnico, encabezado por Góchez y con De los Cobos presente en Estados Unidos, fue en “Los Provocadores”, recién llegados a Atlanta: el viaje de ida tan largo como agotador para los jugadores y una muy larga espera del transporte en el aeropuerto. El promotor ya no parecía lo imaginado.
Mucho menos lo fue con el correr de los días. A las quejas por la distancias se le sumaron las comidas y los rivales de los amistosos. El único rival serio, de los tres partidos que se tuvieron, fue Honduras, un seleccionado con el que se cayó 3-0. Los partidos fueron programados en lugares distantes de la concentración y hubo problemas físicos de varios jugadores.
La improvisación los llevó a competir frente a combinados menores de la zona, integrados por jugadores de la comunidad mexicana y lejos del nivel que se requiere para afrontar un Premundial. Aunque las culpas recaen en los promotores, la Federación también debió hacer valer sus credenciales de Selección.