OPINIÓN | Fernando Palomo: “Messi vuelve”

“NUNCA iría a juicio contra el club de mi vida. Me dio todo y yo también di todo y nunca se me cruzó por la cabeza terminar haciendo juicio al club para poder salir”. Leo Messi habló y quedó claro que ha dado marcha atrás en su también explicada decisión de salir del Barcelona para evitar que esto se convierta en un huracán que arrase con su relación con el club. Con la institución, o con quienes manejan esa institución, ya está enfrentado y es muy difícil pensar que lo dicho en la entrevista con Ruben Uría de Goal, es el último asalto del combate. El burofax no fue el primero, ni la entrevista tiene pinta de ser el último.

NO ES UNA COMÚN relación de amor, hay algo más complejo. Es el amor entre un club y una de sus máximas figuras y aunque pueda ser eterno, la separación es inevitable. Se vive sabiendo que se va a terminar, no el amor, la relación. Ese jugador amado por la tribuna algún día deja de jugar en los jardines de la que llamaba su adorada casa. Se muda, juega en otro campo o en el mejor de los ineludibles casos, juega siempre en su patio hasta que pasa a las tribunas como el mejor de los adornos. Los escenarios son conocidos, se saben irrevocables, pero se eluden con frecuencia. Como si al evitarlos desaparecen. Apenas se postergan.

POCOS SON los clubes que preparan la salida de sus máximos ídolos con elegancia. A veces quedan aferrados a ellos, aunque estar juntos les haga daño. Barcelona, como club, no está preparado para que Messi no juegue en su patio y menos para verlo jugar en el patio de otros. Bartomeu, cabeza de la institución, no estaba en la disposición de ser el presidente que abriera la puerta de salida al mejor jugador en la historia de su club. Pero Messi se lo pidió varias veces y se vio obligado al recurso oficial para que le hicieran caso. “Se lo vengo diciendo todo el año”, dijo Messi que entendía que él y el club ya no podían dar los pasos juntos. Bartomeu se aferra.

MESSI se cansó del barcelonismo sin rumbo del presidente del club. Asumió que el equipo que veía en el campo y en el vestuario no cumplía su expectativa. El Barcelona cambió a Valverde contra los deseos del jugador, atacó a Messi desde la dirección deportiva y lo intentó hacer desde la prensa digital. Todo esto antes de febrero cuando Messi le dijo a Mundo Deportivo que “si el club quiere, no hay problema (en seguir) …”. Hubo problema, al menos para Messi, y fue un problema tan grande como para contemplar, analizar y actuar en consecuencia a la dimensión del problema. Messi les anunció que ya se había ido.

LO QUE AHORA ha hecho es comprometerse a volver. Ha dicho que competirá como siempre. Pero también ha dicho que decidió de irse, tanto así que lo hizo asunto de familia. Desde ese lugar lejano en el que se vio, pretenderá regresar al Barcelona. No hay duda de que Messi es del Barcelona, esté o no esté en el club: es el Barcelona. Pero ser el Barcelona, ser del Barcelona, no le impidió decidir que ya no podía estar en Barcelona, estar en el Barcelona. Que necesitaba un cambio y “aspirar a cosas nuevas”. Tendrá que volver y confrontar la realidad expuesta. Volver a un lugar sin proyecto, que dijo “hace malabares y que tapa agujeros a medida que pasan las cosas”. Debe estar preparado a ser el que tapa los agujeros, incluido ese agujero que ha ayudado a abrir. Se queda para no ir a juicio con el club. Vuelve para el juicio más trascendental del final de su carrera: ser Messi todos los partidos.

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