La cenicienta del fútbol salvadoreño

El fútbol femenino no tiene la misma reciprocidad, atención e interés que el masculino. Ojalá eso cambie

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Las tigrillas de Club Deportivo FAS llegan como campeonas a la Primera División Femenina. Foto / Cortesía FESFUT

Por Patricia Menjívar | Periodista de Radio Nacional

2019-11-01 4:00:46

Cada lunes, vemos en los resúmenes deportivos de los medios locales páginas completas, espacios televisivos y radiales atascados de reportes sobre la Liga Mayor de Fútbol, pero ¿qué hay de la Liga Femenina? Incluso para mí, como periodista, me es complicado en ocasiones conseguir resultados por la escasa información, ya sea porque o no se les da cobertura o los resultados llegan de forma tardía.

A partir del Apertura 2019, los 12 equipos de Primera cuentan con un equipo femenino, en cumplimiento al criterio que se les exigió para recibir la Licencia de Clubes de la Fesfut y la regional, para participar en competencias de Concacaf. Es lamentable que el fútbol femenino deba ser impuesto como una exigencia y no sea visto de forma ambiciosa y método de desarrollo deportivo. Esto no solo pasa por la dirigencia del fútbol salvadoreño. Si hacemos un bosquejo del fútbol femenino a escala mundial, terminaremos en una sola conclusión: es visto con recelo y no como una rama que necesita desarrollo e inversión.

Si bien FIFA anunció recientemente que invertirá $500 millones más al desarrollo del fútbol femenil a nivel mundial, se necesita más que inversión, es necesario cambiar el chip. Aquella mentalidad de verlo como una obligación y no una convicción. No nos vayamos muy lejos. ¿Cuántos equipos de Primera División tenían una rama femenina? La respuesta es Alianza, Santa Tecla y FAS, que ya le apostaban a un proyecto que a futuro de resultados.

La brecha entre el fútbol masculino y femenino va más allá de un pésimo horario de programación de partidos (jugadoras que han sufrido desmayos por las altas temperaturas), uniformes, alimentación, hidratación, implementos deportivos, y ni hablar de los salarios, viáticos de viaje. En fin, tantos elementos que dejan una sola conclusión: el fútbol femenino es visto como una piedra en el taco que no deja avanzar. Es triste conocer historias contadas por las mismas seleccionadas, que en una competencia oficial de Concacaf recibieran de la Fesfut $54 en calidad de viáticos, y cero dólares por dos meses de trabajo.

A esto se suma que en los equipos de la Liga Femenil 2019 no existen los contratos con cada jugadora, únicamente hay acuerdos en algunos equipos para entregar viáticos o un pago significativo a su desempeño. Claro, muchas no viven del fútbol profesional, caso contrario a un futbolista de Primera, pero ¿por qué no hacer del fútbol femenino una carrera profesional?

Lo más triste es que este panorama se extiende a otras ligas, y hasta en la misma Federación que tiene a las campeonas del mundo. Recordarán a inicios del año que las jugadoras de los Estados Unidos criticaron a su Federación por “discriminación de género institucionalizada”; a esto se agrega que, en la final del Mundial Femenino, la capitana de Estados Unidos, Megan Rapinoe, criticó a la FIFA por programar tres finales ese mismo día: la Copa América y la de Copa Oro. Es “falta de respeto”, replicó.

La lista sigue, pero en mi imaginario resuena el cuento de la Cenicienta, que luego de tanto sufrimiento encuentra al príncipe azul, y vivieron “felices para siempre”.