Hay que distinguir lo urgente de lo importante. Lo urgente para la Selecta era Copa Oro, dar una mejor imagen, crecer y creérsela de cara a Eliminatorias. No se logró, y lejos de eso, la imagen salió más dañada, así como la afición más enojada.
Lo importante en realidad no es siquiera lo que arranca en septiembre, los juegos ante Guatemala y Surinam de cara al Mundial. Lo importante es ver más allá del árbol, y aunque la intención de traer al "Bolillo" Gómez puede ser buena (para algunos por tratarse de un entrenador de experiencia), mala para otros (por cortar por cuarta vez un proceso), oportunista o populista (por propaganda político-deportiva - que esto no necesariamente es malo y ocurre en todos lados del mundo -), al final los focos se pierden, una vez más, en lo inmediato y no se trabaja en lo importante.
El Salvador no ha laborado nunca para clasificar a mundiales. Lo logró en 1970 y 1982 con generaciones excepcionales de futbolistas y en contextos muy distintos, a donde "la garra cuscatleca" y el talento innato bastaban. Hoy en día, el trabajo físico, estructurado y los conocimientos han evolucionado tanto que hasta jugadores "troncos" de Europa o el Caribe terminan siendo más efectivos y prácticos en los partidos, pues te superan en velocidad, físico, eficacia, sistema técnico-táctico aunque no puedan hacer una culebrita macheteada.
Se trajo al Bolillo por lo urgente, pero lo importante era traer (no sé cuánta plata le pagan) con ese dinero a alguien de calidad para formar jugadores desde los 13 años (o menos), o invertirlo en las fuerzas básicas de los equipos, o formar entrenadores nacionales que trabajen en esa línea.
Aunque se lograra el milagro (que no va a pasar, no vamos a clasificar, estamos a años luz de Panamá), no se solucionaría el problema, que el fútbol nacional está estancado y no se forman jugadores.
La Selecta cerró su participación en Copa Oro ante Canadá dejando una imagen lamentable. De competir, de aguantarle a uno de los equipos más fuertes del evento y de Concacaf (más allá de que jugó con muchos bancas), pasó a lo más triste.
Porque lo realizado por varios jugadores, no sólo Jairo Henríquez y Santos Ortiz por las expulsiones, además del médico de la Selección, es lamentable. Y va más aún que hayan sido dos experimentados los que perdieran la cabeza. Mal salvadoreño de creer que a patadas va a frenar a un rival, cuando lo único que se logra con ello es dejar en desventaja numérica a un equipo ya limitado.
Henry Romero se pudo ir expulsado fácilmente si él árbitro lo hubiera amonestado por tantos reclamos tras la señalización del penal (que era clarísimo) y por una falta fuerte en el segundo tiempo. Así mismo, en los reclamos varios pudieron ganarse amarillas, que siguen vigentes de cara a eliminatorias - lo que implica que ni Jairo (2 partidos al menos) ni Santos (un juego) estarán en el arranque de la tercera etapa rumbo al Mundial. Roberto Domínguez también pudo irse expulsado, ya con amarilla, hizo otra falta fortísima y al límite en el segundo tiempo. Y hasta Mario González, "Súper Mario" para algunos, figura para muchos de esta Selecta, para otros la única, le tiró un balón a un rival, una agresión sin estar jugando la pelota, lo que fácilmente pudo ser revisado por el VAR o interpretado por el central como de roja. Hasta el médico se fue expulsado por reclamar al medio tiempo, el colmo.
Las frustraciones se acumulan, es cierto, y este grupo carga con años de frustraciones de la afición, pero eso no los justifica y hay que decirlo, mencionarlo, y alguien en la federación tiene que hacer algo con este tipo de actitudes porque suficientes son los problemas de la Selecta, no ya de cara a las eliminatorias, sino a futuro, para que se sigan traspasando estos comportamientos antideportivos que lejos de ser "garra" o dejarse la vida en la cancha es antifútbol, es autosabotaje, un disparo al pie.
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