FAS: Una mística que se empolva

El conjunto tigrillo vive acostumbrado a un papel que le identifica mucho en la última década

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Jugadores de FAS celebran los goles sobre ??guila. Foto EDH / Jessica Orellana

Por Roberto Leiva - Twitter: @RobbieRuud

2018-10-25 6:15:19

Un amigo y compatriota que le va al FAS, y que vive en Australia, visitó hace poco el país. Tras más o menos nueve años fuera de territorio nacional, me preguntó si podíamos ir al Clásico Nacional pasado. Acepté y le dije que sí.

Pero la fortuna no estuvo de nuestro lado, y unos compromisos familiares le impidieron ir al estadio.

Más tarde, tras documentarse un poco, Luis, me dijo con un poco de tristeza: “Está verde que el fasito vuelva a ganar otro título, veo que la suerte no les sonríe hace ratos”.

Intenté explicarle sintéticamente lo que le ocurre al equipo tigrillo en los últimos torneos cortos. Busqué ir directo a la yugular, y francamente, concluí que los proyectos del equipo santaneco carecen de una visión sólida a largo plazo.

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– “Recuerdo con nostalgia el FAS de la “Chochera”, me dijo Luis.

– “Varios me dijeron lo mismo. Prácticamente no queda nada de eso”, repliqué.

FAS adoptó desde el último título -independiente a la directiva que tenga y al escenario en donde juegue- una forma de desenvolverse en la cancha que ya no le funciona, le expliqué a Luis; una que es de cassette ya, de cajón con mucho polvo ¿cuál?

Escuché de no menos de diez hinchas acérrimos del conjunto asociado en los últimos años decir que “no importa si FAS va en la media tabla toda la fase regular del torneo, que al final se crece y saca las garras en los momentos donde más se le exige, que es en esa faceta donde mejor se ve”.

Francamente esa imagen, que corresponde más bien a lo hecho por FAS en el Apertura 2009 (cuando ganó su última liga), se tornó en el espiral perfecto para atrapar de forma nociva al equipo. Parece que esa premisa se apoderó de ellos, y ya es parte de su ADN: arrancar el torneo con regulares desempeños, no pelear por la punta, no estar en la punta, golear poco o nada y no sumar de a tres con obsesión y pasión.

El equipo quedó atorado en ese “aceleraremos al final”, “paciencia, estamos puliendo la máquina”, “venir de atrás es mejor”, “es mejor no ser protagonista para dar después el golpe”, “de nada te sirve ser líder todo el torneo si no lo ganás”, “cuando menos lo esperés sorprenderemos”…

Estas y otras frases se volvieron ya un cuento asiático en el fervor de la fanaticada fastaneca. Es difícil decir si esa actitud de conformismo o de excesiva esperanza en la sorpresa es el denominador común en toda la hinchada, sería irresponsable decirlo; sin embargo, hay quienes están ya muy cansados de ello independiente al tipo de esfuerzo que se haga.

Luis se sorprendió al saber que esa actitud insana de “pasar exámenes con notas de 6 y 6.5” se apoderó del rey de ligas. Él no está muy optimista tras lo poco que leyó y platicó conmigo, no cree que su querido equipo alce de nuevo un título de liga mayor pronto.

FAS perdió cuatro finales de liga y una de copa en la presente década. Un dato que finalmente hace que en la última conversación que sostuvimos me suplicara cambiar de tema.

La otra semana Luis se marcha hacia Australia de nuevo, y ante semejante panorama, no cree que las cosas vayan a cambiar muy pronto. Poco le alegró que su equipo ganara el Clásico Nacional el pasado miércoles.

“No pasamos de lo mismo, un título otra vez hoy se ve lejos, más lejos que la distancia que hay de aquí a donde vivo”, me expresó, decepcionado, con el ceño fruncido, cabizbajo, con un nevado envase ámbar en la mano de una reconocida marca de “Saccharomyces cerevisiae” y un plato mediano, llano, con un par de tortillas tostadas y miniaturas fracciones de lomo de cerdo.