“Puro chambre”, “las muchachas en su mayoría dan la pauta para que las traten de una o de otra manera”, “la culpa es de las mujeres al final de todo”, “los técnicos deben andar en unas grandes aguas”, por meterse con esas “bagres” y “están feas”, son algunos de los comentarios con los que me encontré al publicar el reportaje en el que siete jugadoras revelaron casos de acoso sexual y discriminación por opción sexual por parte del cuerpo técnico de las selecciones femeninas.
Yo nunca me imaginé leer ese tipo de reacciones. Pero luego traté de entender a la comunidad de lectores y que probablemente sea la menos culpable, a raíz de la clase de periodismo que ofrecemos, sumado a la evidente inacción de las autoridades para tratar de resolver este tipo de casos, sancionando o despidiendo a los señalados, pues hablar de prevenir ya es mucho pedir.
Es por ello que muchas veces las víctimas no se atreven a denunciar, pues saben que se exponen a un juicio público que las señala a ellas como las culpables, más a que a los acosadores.
En este caso, las afectadas hicieron su parte al hablar, pese a la horda de comentarios que desacreditan lo que les sucedió en el seno de una institución con una imagen tan corroída como la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut), pero no hicieron la tarea ni la prensa ni las autoridades.
En conferencia de prensa de más de una hora en la que el presidente de Fesfut, Hugo Carrillo, dio su postura sobre actos de “indisciplina” de seleccionados y otros temas sobre la “coyuntura actual”, donde se abordaría el acoso a jugadoras, ningún periodista (eran todos hombres) preguntó sobre lo último, a excepción de la que trabajó el tema.
Como periodista no se puede dejar de cuestionar, independientemente de en qué medio se haya publicado determinado artículo. “Cuando a un periodista se le acaban las preguntas, ha entrado en estado de decadencia profesional”, sostiene Javier Darío Restrepo, pero en este país la prensa deportiva da más importancia a una falta que al cometimiento de un delito. Todo tan superficial.