Opinión: En nuestro fútbol, el balón siempre rodará hacia atrás

Esta es la escuela del mundo al revés, donde las víctimas son las culpables, los delitos parecen faltas y las faltas, delitos.

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Foto de Referencia / Foto Por Cortesía Fesfut

Por Astrid Mejía, Periodista de diario1.com | Twitter: @Astridfff

2019-12-06 5:00:53

“Puro chambre”, “las muchachas en su mayoría dan la pauta para que las traten de una o de otra manera”, “la culpa es de las mujeres al final de todo”, “los técnicos deben andar en unas grandes aguas”, por meterse con esas “bagres” y “están feas”, son algunos de los comentarios con los que me encontré al publicar el reportaje en el que siete jugadoras revelaron casos de acoso sexual y discriminación por opción sexual por parte del cuerpo técnico de las selecciones femeninas.

Yo nunca me imaginé leer ese tipo de reacciones. Pero luego traté de entender a la comunidad de lectores y que probablemente sea la menos culpable, a raíz de la clase de periodismo que ofrecemos, sumado a la evidente inacción de las autoridades para tratar de resolver este tipo de casos, sancionando o despidiendo a los señalados, pues hablar de prevenir ya es mucho pedir.

Es por ello que muchas veces las víctimas no se atreven a denunciar, pues saben que se exponen a un juicio público que las señala a ellas como las culpables, más a que a los acosadores.

En este caso, las afectadas hicieron su parte al hablar, pese a la horda de comentarios que desacreditan lo que les sucedió en el seno de una institución con una imagen tan corroída como la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut), pero no hicieron la tarea ni la prensa ni las autoridades.

En conferencia de prensa de más de una hora en la que el presidente de Fesfut, Hugo Carrillo, dio su postura sobre actos de “indisciplina” de seleccionados y otros temas sobre la “coyuntura actual”, donde se abordaría el acoso a jugadoras, ningún periodista (eran todos hombres) preguntó sobre lo último, a excepción de la que trabajó el tema.

Como periodista no se puede dejar de cuestionar, independientemente de en qué medio se haya publicado determinado artículo. “Cuando a un periodista se le acaban las preguntas, ha entrado en estado de decadencia profesional”, sostiene Javier Darío Restrepo, pero en este país la prensa deportiva da más importancia a una falta que al cometimiento de un delito. Todo tan superficial.

Astrid Mejía, periodista deportiva.

¿Por qué? Porque la borrachera de los jugadores vende, mientras que el acoso y discriminación sufrida por las seleccionadas, no, al tratarse del olvidado fútbol femenino. “El periodismo cumple su función cuando sirve a la sociedad, no cuando se sirve de ella”, planteaba Restrepo.

Ante la falta de cuestionamiento y presión, Carrillo se lavó las manos diciendo que no puede actuar si las jugadoras no denuncian ante la Fiscalía General de la República, pese a la gravedad del tema. El federativo sí defendió y protegió a los jugadores indisciplinados, pero no lo hizo con las seleccionadas, lo cual evidencia su notable desinterés por el fútbol femenino.

En otras partes del continente, donde el mundo no está tan “patas arriba”, el Club América abrió una investigación a jugadores juveniles por mofarse de un performance que alerta contra la violencia de género, asegurando que tomará medidas disciplinarias y que los capacitará, al faltar a los valores que promulga la institución.

Pero eso es en otro país. Aquí seguimos pensando que ellas mienten, que quién las va a acosar, criticando su físico, al no cumplir con los criterios de belleza occidental. Son deportistas, no modelos.

Mientras tanto, el balón continuará rodando como si nada en el patio de la Fesfut, dirigido por los principales orquestadores, pero mientras no tomen conciencia real de la necesidad de acompañar a las chicas, estarán caminando cojos y se les dificultará alcanzar un desarrollo integral, teniendo la casa sucia. Hay que atacar en bloque, jugar en conjunto, hombres y mujeres, de manera organizada; solo eso nos permitirá avanzar, de lo contrario, el balón siempre estará rodando continuamente hacia atrás.