En el fútbol, las cosas se manejan con base a resultados, y eso es algo que no respalda a Hugo Carrillo como nuevo presidente de la Fesfut, luego de su participación en el pasado Comité Ejecutivo donde en todo nivel fue un completo FRACASO.
Yendo hacia atrás, desde la Selección mayor hasta con las juveniles, también sumando las selecciones especiales (playa, sala y femenino), en cuatro año, ninguno de los procesos clasificó a una competencia importante.
Principalmente por esto, es difícil tratar de darle el beneficio de la duda al nuevo presidente, que también estará acompañado por dos personas más que repiten proceso (Émerson Ávalos, elegido vicepresidente, y Américo Rodríguez, quien cumplirá como director). Es cierto que también hay otras personas que llegarán con nuevas ideas, pero parece que tendrán cero apoyo.
Es difícil creer que las cosas mejorarán cuando existe una enorme división entre la Fesfut y la Liga Mayor.
Ya no digamos el descontento que existe en el ambiente, técnicos y jugadores, quienes fueron claros en decir que si no había un cambio prefieren “no estar en la Selección” y pensar que llegarán porque están obligados por reglamento FIFA. También hay que recordar que nada a la fuerza es bueno.
Es complicado ilusionarse que todo irá en alza, cuando los patrocinadores no confían en el proyecto y cada vez son más los que se alejan de la Federación, incluyendo los grupos de apoyo que surgieron, rápido se fueron y parece que no volverán.
Es increíble que nadie entendiera el mensaje de la afición, de tener un cambio y este no llegó. En la era de las comunicaciones, donde me consta que la mayoría de los asambleístas cuentan con redes sociales, no se dieran cuenta del malestar que existe en el ambiente futbolístico y que este podría traer repercusiones en los próximos eventos de la Selección.