En la final de 2026…

Una columna de Carlos Vides

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Por Carlos Vides

2018-07-08 6:44:44

Año 2026. El primer Mundial con 48 selecciones vive la gran final, en el estadio de Houston, EE.UU. Ahí está Brasil, el favorito. Y el equipo rival recibe un baño de palmas al salir al campo. Son manos salvadoreñas las que aplauden. La Federación ha hecho su trabajo, y esos 11 muchachos con el azul y blanco en su corazón quieren una alegría.

Comienza el juego. Los de sangre cuscatleca esconden el balón, lo guardan con sólidas combinaciones a uno y dos toques. Juego rápido y asociado, por bajo, para desquicio de un Brasil que no halla la pelota.

Pasa el tiempo y no se hacen daño, pero el esférico sigue siendo un pájaro sin jaula para la Canarinha. Son dueños de la pelota los Hernández, Pérez, Rodríguez, González (no podía faltar, por supuesto, el ADN ‘magiquista’), los Cabrera. Las gradas, entintadas con presencia de salvadoreños, aplaude tal despliegue de fútbol y precisión, y lo autentica con el “ole, ole” futbolero de siempre.

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Los brasileños pierden el control. Comienzan a imponer un juego más físico y aparecen las tarjetas. Quizá los gigantes del fútbol sudamericano y Mundial no esperaban que aquellos hombres, con raíces futboleras tan pobres como pobre ha sido la historia de aquel Pulgarsito de América, iban a ofrecerles tan bella resistencia.

Y es una resistencia bella, pero también ganadora. Así, el número 9 al que le gustan tanto las pupusas y siempre las pide revueltas, con salsita y quesito quemado, se alza por encima de los zagueros brasileros al 87’, y la clava de cabeza en el pórtico del nieto de Taffarel. Golazo.

Las gradas estallan en colores blanquiazules. Hay lágrimas. Es demasiada emoción. Y de repente ruge el grito de propiedad para celebrar la anotación: “¡U-S-A, U-S-A!”. Sí, el equipo finalista es Estados Unidos. Porque la US Soccer, la federación gringa, sacó oro de su cacería de talentos y cosechó un 11… fabricado por hijos y nietos de migrantes salvadoreños. Como Francia o Bélgica en 2018, es USA el que disfruta del talento migrante en 2026.

Eso soñé. Como sueño con una federación que aproveche el talento cuscatleco que existe en todo el planeta. Otro sueño absurdo…