Aprecio al profesor Carlos De los Cobos. Lo considero, además de buen entrenador, una buena persona. Cuando platicamos en Brasil 2014, en pleno Mundial, fue de frente y abordó sin tapujos lo ocurrido en la Copa Uncaf 2009 cuando le pregunté. Asumió lo ocurrido, explicó por qué tomó la decisión.
Dicho eso, y aún respetándolo como DT, no estuve de acuerdo con que ordenara a los seleccionados tirarse al piso; pero ese incidente tampoco puede tapar lo bueno que hizo el mexicano al frente de la Azul y Blanco. Muchos critican a De los Cobos porque, aunque llevó a la Selecta al hexagonal final hacia Sudáfrica 2010, solamente alcanzó para ser quintos entre seis, con ocho puntos (sólo arriba de Trinidad y Tobago) y otra vez fuera de la Copa del Mundo. Pero resulta que… no hemos llegado a esa instancia de nuevo. Ni para Brasil 2014 ni para Rusia 2018. Además, el mexicano alcanzó varios logros intangibles que, en mi opinión, sí cuentan y mucho. Se ganó el respeto del jugador salvadoreño, volvió a convencer a nuestros muchachos de que valía la pena ponerse la azul y blanco, y restauró la afinidad con la afición.
Tres elementos que, hoy por hoy, no tenemos alrededor de la Selecta. Tal vez el profesor De los Cobos pueda restaurarlo, aunque mago tampoco es… Y justamente ese tema es el que me preocupa: que el nuevo DT termine siendo víctima del relajo de uno de los peores Comités Ejecutivos de la Fesfut en toda nuestra historia, cuando muchos de sus miembros tienen pinta de integrar el nuevo, que dirigirá nuestro fútbol de 2018 a 2022, justo la etapa por la que firmarían al mexicano al frente de la selección nacional. Señores, hay que entenderlo: aquí puede venir De los Cobos, Zidane, Guardiola o Mourinho, y se incrustará en un fútbol que está enfermo.
El entrenador es una pieza más, pero en medio de un sistema que no funciona. La llegada de Carlos suena más como un salvavidas, un escudo humano, un movimiento mercadológico más que futbolístico. Una limpiada de cara. ¿Por qué acepta alguien como él, aún consciente de esta jungla que hallará en El Salvador?
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Será, quizá, por su espíritu de competidor, su hambre de dirigir, su convicción de que puede enderezar el barco, ahora con más conocimiento del que tenía entre 2006 y 2009. ¿Es culpa de De los Cobos que la afición en USA esté boicoteando el juego contra Honduras en Houston para presionar a la Fesfut? No. ¿Es su culpa que haya jugadores que no quieren estar en la Selecta? No. ¿Es su culpa que aquí siga la pobre infraestructura y la falta de fuerzas básicas bien hechas? Tampoco. Y sin embargo, le tocará asumir las consecuencias de esos y más síntomas que sufre nuestro moribundo balompié.
Más allá de De los Cobos, molesta el doble cambio de discurso desde la Fesfut. Primero dicen que no hay dinero, y que por eso no sigue Eduardo Lara al frente de lo que ya pintaba como proceso. ¿Y ahora sí hay para De los Cobos? ¿Cómo así? No se comprende. Y segundo: ¿Por qué primero se llenan la boca diciendo que no quieren amarrar al nuevo Comité Ejecutivo 18-22 con un entrenador contratado para cuatro años, y ahora sí lo dejan con técnico firmado? Que no respondan que fue por emergencia ante la negativa del “Zarco” Rodríguez.
Cabos sueltos y más preguntas que certezas acompañan el arribo de un entrenador como De los Cobos, muy querido por bastantes y para nada apreciado por otros tantos. Al final, el técnico se la juega y ya aceptó agarrar la papa caliente. ¿Se quema? El tiempo lo dirá. Yo espero que le den el apoyo federativo, que le cumplan sus condiciones para que pueda trabajar, y que su carácter diplomático y conciliador colabore para con una Selecta en cuidados intensivos y un fútbol sin rumbo.