Un presidente de un equipo contrata un entrenador para que trabaje y decida lo mejor. Pero el presidente no lo deja decidir y, en su lugar, lo hace él. Entonces, ¿para qué lo contrata? Bienvenidos a la Liga Mayor de Fútbol de El Salvador.
Los últimos ejemplos se dieron esta semana. Lo que pasó en Firpo es escandaloso. El presidente Modesto Torres bajó desde las gradas en medio del partido vs. Águila a recriminarle al entrenador Eraldo Correia a la vista de todos.
El entrenador declaró en EDH que el dirigente le daba la alineación que debía jugar en ‘papelitos’. Y Torres lo niega fervientemente pero en la misma nota de este medio dice que antes del partido vs Águila tuvieron una reunión para formar la alineación y antes del juego el DT la cambió sin consultarlo. ¿Entonces?
Una vieja práctica que se da constantemente en El Salvador y que ubica a los presidentes como “amo y señores” de sus entrenadores y jugadores se ha hecho habitual en el fútbol salvadoreño. Y da pena.
Lo de Águila también es insólito. Dos días antes del clásico nacional se decide despedir a su entrenador a pesar de que el equipo estaba cuarto. Si, dos días antes.
Ahora habrá quienes digan que “la apuesta” del cambio salió bien por el triunfo en el Quiteño. ¿Dos días son suficientes? ¿O habrá sido también por el trabajo que dejó Escudero y que apuntaba a un “largo plazo”…?
Los pésimos ejemplos que van y vienen de la Fesfut también tienen su correlato en la Primera División.