VIDEO: Leonardo Salas, el ex campeón de Alianza que sufre en el olvido

Campeón de Concacaf con Alianza en 1967, hoy con 88 años vive entre la enfermedad y el abandono, recordando la gloria que vivió

El chileno Leonardo Salas, nos relata memorias sobre su paso por el fútbol, la transición del fútbol chileno al salvadoreño, su cariño desde pequeño a la pelota, lo grande que era ver jugar al Mágico González y como se encuentra ahora a sus 88 años de edad.

Por Jorge Cabrera y Carlos Vides

2019-05-14 6:34:04

La historia de Alianza está llena grandes jugadores extranjeros, y muchos de ellos vinieron de Chile, como el mismo entrenador Hernán Carrasco Vivanco, y la lista continúa con Carlos Hermosilla y Ricardo Sepúlveda, emblemas de la “Orquesta Alba” sesentera y bicampeona; además de Luis Hernán Álvarez, Hugo Ottensen, Enrique Iturra y Raúl Toro, que brillaron en el albo años después.

Uno de estos chilenos que dejó huella en Alianza fue Leonardo Salas. La Revista Estadio, considerada la más importante de deporte en Chile, consigna en una de sus páginas a la delantera del Audax Italiano de 1964, y en sus filas aparece Salas, jugador fino y goleador que migró al fútbol salvadoreño a mediados de los 60s para el

Atlante, por recomendación del mítico Carrasco Vivanco, quien decidió ficharlo para que reforzara al equipo blanco en 1967.

Salas tenía que abrirse paso en un equipo plagado de estrellas, la famosa “Orquesta Blanca” que ganaría los dos primeros campeonatos nacionales de su historia, en 1965-66 y 1966-67. El chileno encontró en el Torneo de Campeones de la Concacaf 1967-68 el espacio para mostrar su fútbol, y brilló con goles, goles que todavía recuerda el hincha aliancista de esa época.

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Foto: Jorge Cabrera

En las semifinales, Alianza venció al Ukrainians de Estados Unidos por 2-1 en el estadio Flor Blanca el 12 de noviembre de 1967, y tres días después se midieron en el mismo escenario, con victoria alba de 1-0, con gol de Salas.

La serie final por el título de la región fue contra el Jong Colombia de Antillas Holandesas al año siguiente. El 17 de marzo de 1968, Alianza cayó en el primer juego por 2-1 en San Salvador; pero fue a Willemstad para ganar por 3-0 el 20 de marzo siguiente, con goles de Salas, Odir Jacques y “Cascarita” Tapia, en un gran partido de Ricardo Sepúlveda.

Con una victoria por bando, tuvieron que irse a un juego de desempate, el cual disputaron el 24 de marzo y donde los albos ganaron 5-3 en la capital salvadoreña. Fue un mar de aficionados alzando en hombros a los jugadores. Y sí, ahí estuvo Salas.

Después de brillar con los albos, Leonardo volvió al Atlante para 1968. Lamentablemente, una grave lesión de rodilla acabó con su carrera prematuramente, pero encontró espacios como entrenador, donde brilló al ascender a la Primera División a la Universidad de El Salvador.

El chileno fue técnico de fútbol en el Colegio Externado San José y en la Universidad José Matías Delgado; también llegó a dirigir a seleccionados juveniles a finales de los 70s, e incluso a inicios de la década 2010 formaba parte del cuerpo de entrenadores de FundaMadrid El Salvador.

El paso del tiempo fue mellando su salud, sobre todo en cuanto a su cadera y riñones, hasta hallarse hoy bastante enfermo.

Delantera del Audax Italiano 1964, desde la Izq.: Luis Vargas, Ismael Pérez, Abraham Zamora, Leonardo Salas y Aurelio Vásquez. Foto: EDH / cortesía

La gloria que Salas regaló a los albos

El chileno marcó goles decisivos para que Alianza fuera campeón de Concacaf en 1967-1968

Cuando a Leonardo Salas se le pregunta sobre su historia en el fútbol, casi sin pensarlo dice “uhhh” y en segundos su mente viaja por décadas al pasado: a esos años de gloria, a esos días felices de los que poco rastro queda en sus ojos tristes, en su cabello cano y en las arrugas de su rostro.

Sobre el fútbol, un recuerdo en particular da vueltas, como una cinta sin fin, en su cabeza. El día en que conoció a Hernán Carrasco, quien entonces era director técnico de Alianza en El Salvador. Fue en Chile, de donde ambos son originarios. Fue una tarde de los 60s, mientras Salas jugaba un partido.

“Es que desde niño me gustó mucho jugar”, dice con tono pausado, el mismo paso con el que transita por los caminos de su memoria. Recuerda que “el día en que llegaron a Chile los de Alianza”, lo primero que hicieron fue fijarse en él. “Un jugador inigualable”, se describe. A Carrasco, según el relato de Salas, lo acompañaban otros directivos del equipo albo y algunos jugadores.

“Magnífico, magnífico”, recuerda que le dijeron al verlo jugar y lo siguiente fue que, según su memoria, “los de Alianza” lo ficharon ahí mismo y al poco tiempo ya estaba en El Salvador, listo para debutar.

Lo que sí recuerda, casi a la perfección, es que era un sábado en la noche cuando jugó por primera vez vistiendo los colores de Alianza. La emoción lo invade, la garganta se le quiebra, los ojos se le vuelven un espejo de cristal. Los recuerdos dejan de ser sombras borrosas. “Fue increíble, fue un sueño hecho realidad”, expresa.

“Yo ya había averiguado quién era Alianza”, relata. “Eran el equipo más fuerte de El Salvador los meros meros”, señala con orgullo. Leonardo recuerda que solo un equipo se acercaba al nivel competitivo de los albos. “Águila”, dice con cierto desdén, “pero Alianza era mejor”, aclara, por si quedaban dudas.

Campeón de Concacaf con Alianza en 1967, hoy con 88 años vive entre la enfermedad y el abandono, recordando la gloria que vivió

La tristeza por el albo
“Nano” fue parte de la historia de Alianza. De la Orquesta Alba, de ese equipo que se coronó campeón de Concacaf en 1967. Sin embargo, eso lo recuerda poco. Es más, él está convencido de que Alianza tampoco lo recuerda a él y que el fútbol salvadoreño ya lo olvidó. Una vez más se conmueve al punto de las lágrimas.

En 2013, Alianza hizo un evento especial para homenejar en vida a jugadores que dejaron su marca por el club blanco, y por ahí desfilaron varios contemporáneos de Salas, como Gualberto “Pulpo” Fernández, Ricardo Sepúlveda y Salvador Mariona. Pero Leonardo no apareció en la lista de invitados.

De esos años, en particular, es la figura de Jorge “el Mágico”, González la que más se presenta en sus recuerdos. “Un fuera de serie”, lo describe. “Cosa seria, habilidoso como ninguno”. No consigue explicar si únicamente lo vio jugar o también compartió el campo con la leyenda del fútbol salvadoreño. “Me encantaría volver a verlo”, expresa constantentemente.

“Es una persona de calidad”, afirma con timidez y entonces el llanto lo controla. “Me gustaría verlo, porque tengo tiempo, años de no verlo”, confiesa y lo invade el silencio.

Ahora, a sus 88 años, Leonardo vive en una situación de casi abandono. Es visitado esporádicamente por quien aún lo recuerda o ha conseguido reconocerlo. Vive con su hija y su yerno, quienes para realizar esta entrevista no permitieron que El Diario de Hoy ingresara a la vivienda en la colonia San Luis; tampoco dejaron que este periódico tomara imágenes dentro de la casa.

Leonardo posa para EDH fuera de su casa en la colonia San Luis de San Salvador. Foto EDH / Jorge Cabrera

También se quiso consultar con ambos familiares sobre el estado de salud de Leonardo y cómo lo atienden, pero se negaron a brindar declaraciones.

“Ya estoy muy señor”, expresa sobre su salud. “Yo creo que me voy a morir luego”, añade. Su condición médica a veces le corta el apetito. Un grupo de aficionados aliancistas colabora con él y le entrega cada cierto tiempo víveres y dinero para que pueda sostenerse por unos días. Un callejón encerrado y un vigilante, casi tan anciano como él, son sus únicas distracciones.

Del fútbol glorioso de sus años de jugador, poco queda en su memoria. Recuerda pasajes, cruza fechas y datos. Es seguro que estuvo presente en momento importantes de la historia alba, pero es imposible trazar una línea concreta de su memoria y de su participación en esos hechos.

Una frase suelta destaca entre todo lo que intenta decir. “El fútbol es grande, cambian los jugadores, pero el fútbol no cambia”. Parte de las enseñanzas que se van borrando de la figura que es, sigue siendo, Leonardo Salas, uno de los chilenos que dejó marca en aquel Alianza de época.