La vez en que Ronaldinho fue ovacionado en el Santiago Bernabéu

"Jar Jar Binks" la rompió en un clásico entre Barcelona y Real Madrid, que los culés ganaron 3-0, y logró que el Santiago Bernabéu lo aplaudiera

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Foto: Goal.com

Por Fernando Medina

2020-11-19 4:21:34

Hay libros enteros que se dedican a explicar la rivalidad entre Real Madrid y FC Barcelona. Hay, según susurran los mitos, hasta un conflicto en la realeza española por tener infiltrado, dentro, un culé.

Hay una investigación que duele en el alma, del periodista Juan Carlos Pasamontes, donde se revela que a los blancos los fundó Carlos Padrós Rubió, un catalán. Hay un partido tan eufórico, un 1 de noviembre, tras la guerra, que salió 5-5 y terminó con la destitución de los dos presidentes de los clubes y la llegada de Santiago Bernabéu a la presidencia de los madridistas.

Iker Casillas y Xavi Hernández, líderes de la España campeona del Mundial 2010 y de las Eurocopa de 2008 y 2012, dejaron de hablarse en el momento de los estallidos de los clásicos entre Mourinho y Guardiola.

En los bares de la capital y de Cataluña, cuando juega el otro, la gente se junta a verlo para desearle mala suerte y festejar si el milagro se da y pierden. Todo eso pasa, pero un día no. Porque el 19 de noviembre de 2005, hace hoy justo 13 años, el ser menos pensado consiguió una tregua.

Foto: AFP

La escena pareció graficada por un especialista en armar pinturas históricas. Sergio Ramos, Iván Helguera y Casillas, tres madridistas símbolos de la Casa Blanca de Europa, fueron los apuñalados por ese torrente de talento.

Aunque, para este Clásico, no necesariamente importa la carta de nacimiento: Mourinho fue Madrid, aunque no nació ahí; Messi es Barcelona, aunque nació en Rosario; Ladislao Kubala fue un símbolo, aunque nació en Budapest; Alfredo di Stéfano fue más que un símbolo, aunque nació en Buenos Aires.

Pero ese día los tres madridistas estaban ahí, mirando una escena que parecía salida de un cuento. En el Santiago Bernabéu, un brasileño nacido en Porto Alegre, con una sonrisa pronunciada en los botines y edificada en una dentadura gigante, estaba haciendo que la historia, por un rato, dejara de ser historia.