La participación decisiva saliendo desde el banquillo de Brahim Díaz y las paradas de Alphonse Areola salvaron el estreno del Real Madrid en la Copa del Rey en un durísimo encuentro en Las Pistas, que le obligó a ponerse el mono de trabajo ante un rival, el Unionistas, de Segunda División B, que nunca bajó los brazos.
Zinedine Zidane se tomó en serio la Copa del Rey. El nuevo formato no admite concesiones y apostó por un equipo que bien podría jugar en cualquier estadio de Primera. No evitó el sufrimiento. Las condiciones eran bien distintas a las habituales en Las Pistas bajo el frío helador de Salamanca. Un césped corto, duro e irregular presentaba una prueba aún más difícil de superar que la voluntad de un Unionistas que disfrutó de un sueño hecho realidad.
Un puñado de Copas de Europa sobre el césped. El Real Madrid, obligado a ponerse el mono de trabajo para superar la eliminatoria ante un Segunda B que fue digno de una nueva Copa que hace temblar a los grandes. Pasó por momentos de apuro el conjunto blanco, con errores que le costaron caro, pero no le faltó voluntad. Jugadores como Casemiro y Valverde aseguran el compromiso y la máxima entrega para igualar la ilusión del modesto.
Otra actitud transmite Bale, que regresó al equipo titular y demostró que el partido no era de su agrado. Rompió la igualdad a los 18 minutos, aprovechando un rechace tras mal despeje de la zaga local, para volver a marcar 143 días después. Ni un gesto de felicidad en su celebración antes de comenzar a jugar renqueante.