Mira cómo se formó la Orquesta Alba, un equipo de leyenda

Hernán Carrasco Vivanco marcó una época gloriosa de Alianza, de su mano ganó los primeros dos títulos locales, uno de Concacaf y sorprendió a nivel internacional

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Por César Najarro - @cjnajarro

2018-10-08 8:34:35

Privilegiados los ojos que vieron jugar a la “Orquesta Alba”, el gran equipo que, de la mano del chileno Hernán Carrasco Vivanco, levantó dos títulos en los años 60.

Su gloria no sólo se debe a los títulos locales que obtuvo (sumó uno más tarde, en la segunda etapa de Carrasco, en 1989-90), sino al respeto obtenido internacionalmente.

Le ganó al Santos de Pelé, al Emelec campeón ecuatoriano, al América dominador de México. Empató con el Peñarol rey del mundo, y venció a cuanto equipo se le puso enfrente para coronarse de la zona Norte, C.A. y Caribe.

Todo está en los libros, en las hemerotecas, en los archivos de los periódicos. Pero, ¿cómo lo hizo, don Hernán?

Condiciones

Carrasco llegó al país por currículum, a la Selección. Mientras esperaba la competición internacional de la zona y la eliminatoria, un jugador de Alianza se le acercó y le dijo que la directiva quería que los dirigiera.

Se lo pensó una semana y habló con la directiva de la Fesfut para pedir permiso. Se lo concedieron. Luego, se fue a platicar con la familia Sol Meza, dueña del cuadro paquidermo en ese entonces.

“Pedí condiciones, no sólo para cuidar mi prestigio, sino lo económico de ellos mismos (los directivos) y asegurar el éxito. De otra manera, es imposible. Yo tenía los conocimientos, el currículum para hacer grandes cosas, pero necesitaba una serie de condiciones”, recuerda.

Les pidió una cancha para entrenar cuando quisiera, una casa club amplia para que ahí vivieran los jugadores que venían del interior del país y del extranjero, que les pagaran siempre puntual. Hubo acuerdo. Alianza venía de casi una década en Primera sin ganar nada.

Comenzó a trabajar con la base de Alianza, más otros refuerzos que pudo hacer llegar, como su compatriota Ricardo Sepúlveda, quien, en su momento, fue el fichaje más caro de Colo Colo, equipo que don Hernán hizo campeón. Para entonces, el “Chele” se recuperaba de una lesión y lo consiguió a préstamo porque tenían tres delanteros más en el equipo chileno. También llegó el panameño Luis “Cascarita” Tapia, y, más adelante, Miguel Hermosilla.

“Teníamos buenos jugadores, una base de Alianza, pero me permitieron armar el equipo. Eso es lo primero como estrategia de cualquier entrenador, llevar a los jugadores que requiere para su sistema y su visión global”, dice.

Un mes de pretemporada, pero años de experiencia en inferiores y mayores en Chile cargaba don Hernán, más su formación en la normal, pedagogía, y sus estudios de educación física y conceptos de psicología. Era un adelantado en sistemas tácticos.

Siempre se formaba. Mientras estaba en la selección, estudiaba cursos de entrenador. Hasta de basketball tiene uno, y ponía a los albos a jugar este deporte también.

Pero la clave, la diferencia, explica, es que utilizó todos esos conocimientos para formar con pedagogía una familia. “No hubo rechazo a las nuevas ideas porque les di muchas charlas al comienzo. Tuve que decirles quién era yo. Siempre fui muy humilde. Ahora hablo de dónde estuve, a quién dirigí, que nueve del equipo donde estuve fueron a la Selección de Chile que quedó tercera del Mundial en 1962, cuando era auxiliar. Pero ahí era entusiasmarlos, mucha motivación”, recuerda.

Carrasco les decía que#“mientras mejor andemos, más dinero ganarán. Quiero que todos cambiemos la imagen de jugador, que es bueno, obediente, próspero, inteligente, que va a estar al servicio del país y los niños van a admirar, que les iban a imitar hasta el modo de andar. Y en los entrenos, mucho juego pedagógico, y repetir, repetir todo hasta formar hábitos”.

Profesor de primaria, normalista, dice que nunca fue un entrenador de látigo en la mano, que nunca había nadie enojado y triste en la banca.

Un padre detallista

De alguna manera, don Hernán se convirtió en un padre para muchos, sino todos, en ese Alianza. Esto porque se preocupaba no únicamente por los resultados, sino por el bienestar de los jugadores.

“Mire, los jugadores se unieron, era una familia. En la casa club, comíamos bien, se concentraban. Después del partido, nada de irse a su casa, se iban a la casa club, un asadito, y a descansar bien, que es lo importante. Se marchaban al día siguiente después del desayuno. Y todos los lunes, a medirles el peso. Había que cuidarlos, que no se fueran tras ganar el partido a otro lado, sino a descansar, a comer como se debe. Si hasta ginas les compré para cuando se bañaran, para que no se les fueran a infestar los pies… cuidar pequeños detalles, pues”, recuerda.

Llegaron los resultados. Primera vuelta invicto en 1965, y el campeonato, el primero de Alianza. Al año siguiente, el segundo, y luego, el torneo regional de la Concacaf, la leyenda, el triunfo contra el mejor Santos, el de Pelé por el que conocieron al equipo hasta en Inglaterra, de lo que da fe porque fue a un curso formativo allá. “Lo escucharon por radio”, dice.

Pero luego de todo lo que habían logrado, llegó un cambio de directiva en Alianza. La sorpresa, primera reunión, le dijeron que le reducirían el sueldo. Don Hernán pidió un aumento del 20%. “Ya tenían todo, hasta el nuevo entrenador que traerían. Les dije que en tres meses ya se vendría abajo el equipo, y me fui. Me iba a Chile, pero me llamaron de Marte, y armamos un equipón”.

Marte campeón. La historia se repitió, problemas con directivos. Se fue. Luego Águila, final triste por las acciones de los directivos.

“Si la mentalidad no cambia, no cambiará este fútbol. Nunca quisieron invertir en reservas. Yo formé las reservas en Alianza, con los mismos jugadores la atendíamos”, dice del fútbol ahora.

Le tira flores también al Alianza actual, aunque cree que “está difícil que algún equipo repita la campaña nacional e internacional que logramos en ese entonces”, a donde hasta se formó un gran grupo de aficionados. Hoy ellos, sus hijos, son los que siguen al equipo. Don Hernán se despide, y me dice, “mire, lo importante que tiene que poner es que hay que invertir en la niñez, en educación…”. ¡Maestro!