La primera experiencia del argentino Maximiliano Martínez en el fútbol salvadoreño será inolvidable, pero no porque fue campeón o por otra buena noticia. El volante jugó poco, se encontró con la pandemia, le rescindieron contrato y lo echaron de la casa donde vivía.
El lunes viajó desde Comalapa hasta Buenos Aires, en un vuelo humanitario que envió el gobierno argentino. Ahí, además de Martínez, también se trasladaron otros gauchos que estaban varados en el país, entre ellos Daniel Messina, extimonel del Águila, y Osvaldo Escudero, entrenador de Santa Tecla.
Ese avión llegó el mismo día a la capital argentina, pero fue hasta la madrugada del martes que Martínez abordó un autobús que lo llevaría hasta San Salvador de Jujuy, provincia donde vive y que está cerca de la frontera con Bolivia. Hasta el cierre de esta nota, a Maxi le restaban unas tres horas para llegar a su casa, tras recorrer cerca de 1800 kilómetros.
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“El bus va dejando gente en diferentes ciudades y justo la mía es la última”, expuso el exjugador de Chalatenango, quien contó que no ha bajado del transporte desde que lo abordó en Buenos Aires.
“En este momento el bus está por la ciudad de Salta, muy cerca de mi ciudad”, externó el argentino desde ese mismo transporte en el cual tenía más de dos días de estar viajando.
“Estoy viajando desde hace aproximadamente 60 horas, desde que llegué en el vuelo de El Salvador a Buenos Aires. Pasamos por la provincia de San Luis, la de Mendoza, San Juan, y de ahí venimos hasta Tucumán, Salta y ahora esperamos que bajen algunos pasajeros para poder seguir hasta San Salvador de Jujuy, que es de donde yo soy”, explicó Martínez.
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El viaje ha sido tedioso y largo, además de que no ha podido bajarse en ningún momento por “protocolos de que venimos del extranjero. (En el vuelo) venía gente de Centroamérica y de Europa y por precauciones estamos encapsulados en el bus. Así que fue un viaje agotador, pero ya estamos cerca de nuestro arribo”, agregó el exfutbolista del Chalatenango.
La historia de Martínez fue contada por Cancha hace dos semanas, sobre todo por la insólita decisión de la directiva pasada de los norteños de sacarlo de la casa donde vivía. Se mudó a San Salvador para sentirse “como en casa” porque la capital salvadoreña lleva el mismo nombre que su provincia.
Ubicado en esa zona de El Salvador, el teléfono no paró de sonarle porque le hicieron diferentes entrevistas para conocer su situación en el país.
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