El Ring: ¿Quién es el mejor futbolista salvadoreño de los últimos 20 años?

Cancha abre el debate con dos opiniones diametralmente opuestas. Gustavo Flores y Claudio Martínez nos dan sus puntos de vista al respecto ¿quién es el mejor?

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Foto: EDH | Archivo

Por Gustavo Flores y Claudio Martínez

2020-02-12 6:00:52

Cheyo, por talento; Darwin, por constancia – Por Gustavo Flores

El talento de Quintanilla es insuperable en los últimos 20 años. Cerén se mantiene en EE.UU. como ningún otro.

Eliseo Quintanilla es el mejor jugador que ha tenido El Salvador en los últimos 20 años, es decir, en lo que llevamos de este siglo. ¿Por qué? Cheyo tuvo talento, fue un jugador completo y desequilibrante, con tremendo panorama y pegada. Destacó en todos los equipos que le tocó jugar, especialmente en la Selección Nacional. Y brilló en partidos clave, como aquella remontada contra Panamá en el Cuscatlán o en el triunfo ante México, ambos en las eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica, liderando a un buen equipo signado por el estigma de los amaños (Cheyo fue suspendido por seis meses, una de las penas más leves que recibieron los jugadores sancionados).

Su paso por el D.C. United de Estados Unidos, la Liga Deportiva Alajuelense de Costa Rica o Erais Aradippou de Chipre no le alcanzó para el realce internacional que su talento en realidad merecía. Quizás la falta de profesionalismo en algunos momentos de su carrera le pasó una factura en el plano internacional; a veces no alcanza solo con el habilidad.

Sin embargo, su zurda prodigiosa dio que hablar en El Salvador y en el extranjero. “Armador, definidor, pasador, regulador de juego” lo definió Alex Somoza en su cuenta de twitter en el medio de la encuesta que subió Cancha, con 3,600 votos… en la que ganó Cheyo. Y sí, su talento nato, su habilidad, panorama y pegada no eran comunes.

También debo destacar a Darwin Cerén por un rubro en especial: su constancia es envidiable. Se mantiene en el fútbol de Estados Unidos desde el 2014. Y en la MLS, desde 2015. Cinco años en el máximo nivel estadounidense es algo que no es novedoso para grandes jugadores, pero tratándose de salvadoreños es una enormidad. Lamentablemente, la realidad del fútbol cuscatleco indica que cuando un jugador nacional sale al extranjero se vuelve enseguida, cualquiera sea el motivo. Dura realidad.

Darwin estuvo jugando con regularidad en Orlando City, San Jose Earthquakes y hoy lo hace Houston Dynamo, donde busca volver a la titularidad que ha perdido en la última temporada. Sin embargo, el equipo le ha renovado la confianza para continuar en el plantel. Como dato saliente fue elegido el latino del año de la MLS en 2015, en votación web sobre jugadores como el brasileño Kaká (su ex compañero), el tico Kendal Waston o el colombiano Fabián Castillo. Es un ejemplo de profesionalidad y constancia.

Me gustaría incluir en esta lista al desequilibrante Denis Pineda y al talentosísimo Arturo Álvarez, por la jerarquía de liga en la que estuvieron. Ambos participaron de la Primeira Liga, la primera división de Portugal. Es cierto que no jugaron mucho (Arturo 13 juegos, Denis 16 partidos) pero estuvieron compitiendo en la élite, con lo dificultoso que resulta esto para jugadores que nacen en El Salvador.

¿Fito? En mi humilde opinión, no. Queda claro de que aquí hablamos de talento y condiciones, no de goles. Si ese fuese el criterio, el Toto Díaz Arce estaría por encima del Mágico en la consideración de la afición como el mejor jugador de la historia de El Salvador. Y está claro que no es así.


Fito Zelaya es el mejor, un jugador distinto – Por Claudio Martínez

Aún con todas las ventajas que dio y sigue dando, Fito es el mejor jugador salvadoreño del Siglo XXI.

Si para elegir al mejor jugador salvadoreño del siglo XX no hay debate -Mágico gana por amplio margen-, para escoger al del siglo XXI, tras sus primeras dos décadas, es necesario hacer un gran ejercicio de análisis y memoria. Para empezar, descarto a algunos cracks como Mauricio Cienfuegos y Raúl Díaz Arce, cuyo esplendor futbolístico fue en los Noventa a pesar que sus carreras se prolongaron algunos años en el nuevo milenio. Incluso para el propio Mágico, que jugó hasta 2002 en San Salvador, aplica esa regla.

En mi opinión, Rodolfo Zelaya es el mejor jugador del siglo XXI, seguido por Eliseo Quintanilla. Quizás en el futuro pueda ser superado por Narciso Orellana, Roberto Domínguez, Marvin Monterroza o Brayan Gil, pero hasta aquí no hay discusión. Se trata de un jugador con una capacidad de desequilibrio descomunal para el medio local, además de un gran definidor. Cabecea bien, es diestro ejecutor de tiros libres y penales y con una visión de juego aceptable, aunque su fuerte es generarse espacio para el remate aún en las condiciones más adversas.

Hay números que lo respaldan. Es el segundo goleador, con 22 goles, en la historia de la Selecta (detrás de Díaz Arce) y el máximo anotador nacido en El Salvador en actividad en el fútbol doméstico, con 131 goles. ¿Alguien más puede presumir de esas cifras? Y todo eso a pesar de su carrera, desde que debutó, hace 12 años, ha sufrido una serie de interrupciones que suman casi cuatro años sin jugar. Esas pausas -algunas de exclusiva responsabilidad de Fito y otras fruto de la mala fortuna-, le impidieron despegar y llegar más lejos.

Entre fines de 2011, sin duda su mejor año, y el 2014, casi no jugó. Se lesionó cuando jugaba con el Alania Vladikavkaz justo después de un doblete, y la rotura de ligamentos lo marginó 318 días. Aún así, tras dos operaciones y una recuperación deficiente, se convirtió en el primer salvadoreño en jugar en la Premier League de Rusia. En 2013 tuvo una excelente Copa Oro, pero a eso le siguió un año entero de sanción por haberse reunido en dos ocasiones con personas que ofrecían amañar partidos, sin duda su acto más condenable. A su regreso, pasó otro año casi sin jugar entre múltiples lesiones y expulsiones.

Ícono inconfundible del Alianza, eso ha dividido en dos a la afición. Se le ama y se le odia sin términos medios, como no ocurre en el país con ningún otro futbolista.

La mala condición física le ha impedido llegar más lejos internacionalmente. Su experiencia en el León mexicano duró seis meses. En Rusia se lo impidió una grave lesión. Aún así, a los 30 años, el entrenador Bob Bradley se fijó en él para Los Ángeles FC y lo comparó con el Kun Agüero. Pero la verdad es que nunca encontró lugar en el equipo de la MLS y su 2019, que marcó el regreso a la Selecta en su peor momento físico, fue completamente olvidable por su inactividad.

Aún con todas las ventajas que dio y sigue dando, Fito es un jugador distinto, de esos que no abundan. Un depredador del área. ¿En la curva descendente de su carrera? Probablemente sí, pero desde el año 2000, ningún salvadoreño ha anotado más goles que él en los últimos 20 años.