Isco Alarcón iluminó el tránsito en Yeda de un estupendo Real Madrid, que puso en escena una gran versión para dejar en evidencia a un desdibujado Valencia (3-0) y acceder a la final de la Supercopa de España.
No hubo noticias del campeón de la Copa del Rey, superado desde el principio por su rival. Nada que ver con la función que ambos representaron tres semanas atrás, en Liga. Llena de equilibrio y motivación. Tensa y sin resultado definitivo hasta el final.
En el estreno en Arabia Saudí el cuadro de Albert Celades solo se dejó ver al final. Con el marcador imposible. Por una cuestión de orgullo. Antes, fue señalado por un rival en ebullición, que mejora cada jornada. Que cree en su capacidad y que aspira claramente al primer título del curso por el que pujará el domingo ante el vencedor del Barcelona y el Atlético Madrid.
El refuerzo en el centro del campo que estableció Zinedine Zidane desniveló el arranque y marcó el partido. La posesión fue blanca desde el principio. El técnico francés aprovechó las lesiones que le han dejado sin su triunvirato titular (Hazard, Bale y Benzema) para agitar su sistema.