El recuerdo de Diego Maradona estampado en las letras doradas de Eduardo Galeano: “El más humano de los dioses”

El escritor uruguayo dedicó varios escritos al “Pelusa”, quien falleció este miércoles 25 de noviembre. Nada mejor que la buena descripción de una pluma privilegiada

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Foto EDH/ Francisco Rubio

Por Varinia Escalante | Twitter: @VSkalanT

2020-11-26 5:55:53

Muchos han escritos verdades y falsedades sobre Diego Armando Maradona. Otros, críticas positivas y negativas sobre la vida del astro argentino, quien falleció este miércoles 25 de noviembre. Pero pocos como el uruguayo Eduardo Galeano han descrito lo que realmente representaba el jugador que más gloria le ha dado a Argentina.

En su libro “El fútbol a sol y sombra y otros escritos”, Galeano se dio a la a tarea de describir a la perfección sobre la vida del “Pelusa”. Dedicó un par de capítulos para conocer la esencia del “10”, como en el llamado “Gol de Maradona” (página 49-50).

Ahí, Galeano retrata lo que siempre fue la calidad de Maradona, y la capacidad que siempre tuvo para sus jugadas y para encarar rivales. Cuenta la historia de cuando jugando con Los Cebollines, un equipo de infantiles en el que militaba, hizo una magna jugada.

El día en que se conocieron Jorge “Mágico” González y Diego Armando Maradona

“El número 10 de Argentinos recibió la pelota de su arquero, esquivó al delantero centro del River y emprendió la carrera. Varios jugadores le salieron al encuentro. (…) En la cancha, habían quebrados siete niños fritos y cuatro que no podían cerrar la boca”, se lee.

“Uno de los jugadores, El Veneno, que tenía trece años, declaró (a periodistas): ‘Nosotros jugamos por divertirnos. Nunca vamos a jugar por plata. Cuando entre la plata, todos se matan por ser estrellas, y entonces vienen la envidia y el egoísmo’. Habló abrazado al jugador más querido de todos, que también era el más alegre y el más bajito: Diego Armando Maradona, que tenía doce años y acaba de meter ese gol increíble”, sigue.

Al final del episodio, cierra: “De noche (Maradona) dormía abrazado a la pelota, y de día hacía prodigios con ella. Vivía en una casa de un barrio pobre y quería ser técnico industrial”. También, el libro posee un capítulo extenso sobre la leyenda del fútbol mundial, titulado: “Maradona”. A secas. La esencia del amargo capítulo que atravesó con las drogas. Cuatro páginas, dedicadas al “10” (54-58).

Inicia con “la mala manera” en que terminó “su Mundial del 94” y, parecido a lo que se vive en este momento, con el apoyo del planeta, ya que “mal que bien se hicieron oír algunas voces de apoyo al ídolo caído. Y no solo en su dolorida y atónita Argentina, sino en lugares tan lejanos como Bangladesh”, todo por saltar el tema de la efedrina.

El entrenador del equipo argentino Diego Armando Maradona celebra un gol anotado por el defensor Daniel Díaz contra Colombia durante su partido de fútbol de clasificación para la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica-2010 en el estadio Monumental de Buenos Aires el 6 de junio de 2009. Foto/ AFP

“Pero no resulta tan fácil olvidar que Maradona venía cometiendo desde hacía años el pecado de ser el mejor, el delito de denunciar a viva voz las cosas que el poder manda callar y el crimen de jugar con la zurda. (…) Jugaba mejor que nadie a pesar de la cocaína, y no por ella”.

Él estaba agobiado por el peso de su propio personaje. Tenía problemas de la columna vertebral, desde el lejano día en que la multitud había gritado su nombre por primera vez. Maradona llevaba una carga llamaba Maradona, que le hacía crujir la espalda. (…) No había demorado en darse cuenta de que era insoportable la responsabilidad de trabajar de dios en los estadios, pero desde el principio supo que era imposible dejar de hacerlo. ‘Necesito que me necesiten’, confesó”, describe.

Galeano publicó una obra que “permite acercarse a una mirada sobre el fútbol: sus mitos, su historia, sus personajes, en una galería que va desde Maradona a Pelé (…)”, según el prólogo. Ahí, escribe esa época en el Nápoles, donde “fue santa Maradonna” y donde en las calles se vendían “imágenes de la divinidad de pantalón corto, iluminada por la corona de la Virgen”, entre otros. Mientras “los niños y los perros lucían pelucas de Maradona”.

Pero cuando se quería ir del equipo napolitano, “le echaron por la ventana muñecos de cera atravesados de alfileres”, y luego “estalló el escándalo de la cocaína. Maradona se convirtió súbitamente en Maracoca, un delincuente que se había hecho pasar por héroe”. Y relata la fase posterior al Mundial de EE.UU., lo que soportó a los medios de comunicación y la vuelta que le dio la vida, en muchas bocas.

San Salvador, 29 de octubre de 2006. El futbolista Diego Armando Maradona durante el partido en con los amigos de el Mágico González realizado en el Estadio Cuscatlán. Foto Lissette Lemus

“En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohíbe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía puede también ser eficaz”, cierra el apartado. En su misma obra, abarca un sección de “Fútbol en pedacitos”, con varios desgloses, uno de ellos se titula “Estrellas”. Y refiere lo que muchos no ven de las figuras del fútbol.

“Los jugadores de fútbol más famosos son productos que venden productos. En tiempos de Pelé, el jugador jugaba, y eso era todo, o casi todo. En tiempos de Maradona, ya en pleno auge de la televisión y de la publicidad masiva, las cosas habían cambiado”, dice.

“Maradona cobró mucho, y mucho pagó: cobró con las piernas, pagó con el alma. Cuando ya llevaba algunos años en las canchas, la crisis lo rompió, y enfermó gravemente por sobredosis de éxito”, resume.

No falta, en las obras de Galeano, la de “Cerrado por el fútbol”, en la cual describe al “Pibe de Oro” como “el más humano de los dioses”. “Maradona se convirtió en una suerte de dios sucio, el más humano de los dioses. Eso quizás explica la veneración universal que él conquistó, más que ningún otro jugador. Un dios sucio que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón, irresponsable, mentiroso, fanfarrón”, describió el autor charrúa.

Diego Maradona era el actual DT de Gimnasia y Esgrima La Plata. Foto AFP.

“Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero”, agregó.

Tanto Galeano como Maradona se admiraban. No se olvidarán las palabras que “Diegol” le dedicó al escritor, cuando murió en 2015: “Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la cancha y por meterles goles a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme, también. Gracias Eduardo Galeano: en el equipo hacen falta muchos como vos. Te voy a extrañar”. Sin duda, ahora, se volvieron a reunir. Con Galeano, esperándolo a las puertas de un nuevo lugar.