“Tomar una mala decisión nos conlleva a estar en este lugar”, se sincera Darwin Ramírez. En su caso, cometió el delito de tráfico ilícito de drogas, y está en Mariona desde 2016. Ese error cortó su camino. Venía de jugar en la Fundación Educando a un Salvadoreño (FESA) y en las reservas del Alianza. Ahora, con 28 años, su talento como lateral derecho, más su disciplina y liderazgo, lo han hecho capitán de la Selección del penal La Esperanza.
“Se nos ha abierto puertas para demostrar que, si en algún momento cometimos un error, somos capaces de salir adelante”, dice Darwin, cuya condena es de 10 años.
Cuando Ramírez llegó a Mariona en 2016, la prisión era muy distinta. Un programa deportivo parecía un imposible. Pero, cuando desde 2018 se le dio protagonismo al fútbol como actividad para los reos, el panorama cambió: la pelota se volvió instrumento de libertad.