Darwin Ramírez, de jugar en las reservas del Alianza a integrar la Selecta de Mariona

Daniel Sagastizado, exseleccionado “La mayoría de jugadores que tenemos tiene la capacidad, se los está diciendo alguien jugó al fútbol por años”

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Foto: EDH | Yessica Hompanera

Por Carlos Vides

2019-11-02 10:23:10

“Tomar una mala decisión nos conlleva a estar en este lugar”, se sincera Darwin Ramírez. En su caso, cometió el delito de tráfico ilícito de drogas, y está en Mariona desde 2016. Ese error cortó su camino. Venía de jugar en la Fundación Educando a un Salvadoreño (FESA) y en las reservas del Alianza. Ahora, con 28 años, su talento como lateral derecho, más su disciplina y liderazgo, lo han hecho capitán de la Selección del penal La Esperanza.

“Se nos ha abierto puertas para demostrar que, si en algún momento cometimos un error, somos capaces de salir adelante”, dice Darwin, cuya condena es de 10 años.

Cuando Ramírez llegó a Mariona en 2016, la prisión era muy distinta. Un programa deportivo parecía un imposible. Pero, cuando desde 2018 se le dio protagonismo al fútbol como actividad para los reos, el panorama cambió: la pelota se volvió instrumento de libertad.

Foto: EDH | Yessica Hompanera

“Con mis compañeros manejamos que hemos hecho historia, ya hace muchos años no se daba la oportunidad que nosotros, como privados de libertad, tuviéramos ese tipo de experiencias (de jugar afuera de los penales), y tratamos de demostrar nuestro mejor comportamiento a la población, a las entidades de este centro penitenciario, con disciplina y orden”.

En el equipo de Mariona también está William Anderson Hernández Pérez (22 años), un volante creativo que pintaba para más. Mucho más. Su papá lo llevó a las escuelas de la Coca Cola de 7 a 10 años como internado, y también entrenó con la Federación Salvadoreña de Fútbol entre los 13 a 15 años. Tuvo una lesión en el tobillo que pareció cortar su camino, pero se recuperó y jugó en el Brasilia de Suchitoto, en Tercera División, entre sus 15 y 18 años. Así lo cuenta él.

“Esperaba llegar más lejos, pero desaprovechadamente (sic) me pasó este altercado que me ha cortado todo. Pero tengo la fe de que pronto me iré, de salir de unos 24 años de este penal, y si Dios me presta vida, realizar mi sueño, que es jugar fútbol”, se ilusiona Anderson.

Foto: EDH | Yessica Hompanera

Está en Mariona desde 2016 y le faltan cuatro años más en el penal. El fútbol es su horizonte con olor a libertad: “Quiero hacer las cosas bien, si (cuando salga) me dan la oportunidad de entrenar con cualquier equipo, sé que tengo la capacidad; no me creo ni más ni menos que otro, pero tengo lo mío”.

Anderson luchó en los entrenos en el penal hasta entrar al equipo de Mariona que ha hecho hasta 11 salidas a jugar contra otros penales, y también integra la Selección interpenales. En algunas salidas, pudo ver a su familia, “mi papá, mis hermanos, tengo un hijo, tres años”. Cancha le pregunta si el niño juega fútbol. Responde, ojos al piso: “Diría que sí. Ojalá que sí”. Y vuelve a la pelota, esa llave que lo acerca a sentirse libre entre los muros.

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