Una nueva bronca este Día de Muertos en los banquillos del estadio Óscar Quiteño quedó escrito como un nuevo capítulo de violencia y morbo en la rivalidad FAS-Alianza, tras la histórica victoria capitalina en tierra santaneca.
Los blancos triunfaron 0-1 este martes con gol de Duvier Riascos. Ya sobre el final del partido, con los ánimos calientes y la impotencia tigrilla por no poder revertir el resultado, el desenlace del partido se presagiaba tenso y muy violento.
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En el añadido, la tarjeta roja al defensa aliancista Henry Romero, por una grosera entrada falta frontal a Rudy Clavel, aumentó la calentura del partido. El panameño de FAS, Roberto Chen separó a Romero de Kevin Reyes, que le increpó por la infracción. Indignado y fuera de sí, el santarroseño abandonó la cancha a regañadientes, pero se quedó en el banquillo de su equipo.
Cuando pitó el árbitro el final del encuentro, estalló la alegría de los aficionados albos en la curva norte del Quiteño, y sus jugadores corrieron a festejar con ellos a brinco y cántico. Mientras, en el resto del estadio, el silencio y la incredulidad de la afición fastaneca por la histórica derrota, la primera que presenciaban en esa cancha en 14 años ante tal rival, se cortaba con tibios aplausos a sus futbolistas, débiles reproches a algunos de ellos e insultos a los ganadores cuando se aproximaban de vuelta a los bancos.
Uno de los momentos álgidos del partido entre FAS y Alianza fue la expulsión de Henry Romero, algo que provocó también la reacción de la afición tigrilla en el estadio, que tiraba de todo a la cancha.
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— Cancha EDH (@CanchaEDH) November 3, 2021
La bronca estalló cuando los jugadores albos se cruzaron con los tigrillos, que dejaban la cancha hacia el banquillo norte. El primero en reventar fue el albo Stiwar Mena, furioso por algo que le dijo Chen, y luego intervino Romero en defensa de su compañero colombiano. Ahí fue cuando el panameño amagó con ir a buscar a Romero, quien le recordaba su palmarés en Primera División. Separados por Víctor Arboleda y Kevin Carabantes, la trifulca amainó.
El otro episodio aconteció en el túnel que conecta la cancha con el camerino visitante, que la plantilla de Alianza no pudo tomar tranquilamente por la furia de fanáticos fasistas en tribuna norte. Se alcanzaron a escuchar insultos y uno que otro sonido de connotación racista contra los extranjeros del equipo capitalino. Tampoco ayudó la risa desafiante de Rodolfo Zelaya mientras acariciaba su escudo a la vista de los espectadores. La UMO hizo su parte protegiendo el túnel de los proyectiles a los futbolistas.
Por fortuna y para bien de todos los asistentes al estadio, los planteles se dispersaron y volvieron a sus vestuarios en relativa paz. El bus del Alianza no sufrió más ataques que los de su llegada a la cancha, antes del partido, y su retiro, aunque se demoró, marchó sin exabruptos hacia la carretera.