Alianza no necesitó otra de sus grandes exhibiciones en esta época para matar su eliminatoria de cuartos de final y esfumar a Jocoro, entusiasta pero insuficiente, pero apeló a su buena renta en el juego de ida y, por si acaso, a una viveza de Marvin Monterroza y ponerse otra vez a tres partidos de su corona 16.
Los paquidermos, desde que se implementó a finales de 2015, siguen sin fallar en la instancia de los mejores ocho. Como en todas las anteriores, cerró como local y le bastó con lo que había logrado en el choque de ida, esta vez un histórico 2-3 en Tierra de Fuego. Y no fue porque el Jocoro de ayer no haya hecho nada por intentar la remontada, o siquiera forzar los penaltis, sino porque simplemente no pudo equiparar en cancha la entidad de un Alianza que de local ha mostrado muy pocas grietas este semestre.
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Alianza entendió de entrada que no tenía razones para precipitarse en su cancha, ante su gente y con el resultado de ida a su favor. Se respiró en la previa un ambiente discreto, calmo, con poca afición en la popular pero que estalló tan solo corrió la once blanca a su encuentro sobre el campo. Cuando rodó el balón, las barras llenaron la cancha con sus canciones, mientras el equipo se dedicaba a contener a un Jocoro que sí entró encendido, pero sin desesperarse y con algunas intenciones de causar mucho roce.
Jocoro presentó de inicio un 4-4-2 que le permitía tanta libertad a su tiempista Yuvini Salamanca que a ratos variaba entre el 4-3-3 o el 4-2-3-1, con Nelson Alvarenga incorporándose por la derecha. Alianza, que no debía arriesgar, apeló a su habitual 4-4-2 con Monterroza libre de actuar entre las dos líneas de ataque.
La templanza alba y la insistencia fogonera chocaron en un partido ríspido y que generó pocas chances en el primer tiempo. Apenas al minuto y segundos, Zelaya estrelló la pelota en el vertical derecho tras recibir un centro en la entrada del área, y Riascos tampoco la pudo meter en el remate ya con el portero Héctor Ramírez bastante salido.
En el 14’, Jocoro avisó por medio de Salamanca y un zurdazo pegado al poste que Mario González atajó desde el césped. Más tarde, desde Machado hasta Claros trataron de sorprender por arriba, pero el internacional de 23 años impidió que sus redes se movieran antes del descanso.
Llegando a la mitad del partido, el partido se estancó justamente en la media cancha. Pases errados, faltas, desmarques mal aprovechados y hasta cierta displicencia llenaron un encuentro en el que Alianza lucía demasiado despreocupado y Jocoro, bastante impreciso e impotente, pero que al menos conseguía mantener a raya al local y evitar que le creciera la ventaja en el marcador agregado.
Mientras Alianza seguía sin tocar el área, Jocoro se creaba algunas llegadas muy timoratas en los linderos del área blanca, como un tiro libre de Salamanca (48’) y un remate de Machado (53’), ambos muy desviados por arriba, y un cabezazo letal pero impreciso de Claros en un córner (57').
De repente, Jocoro dejó de insistir, quizás fundido por el esfuerzo de mantener vivo el partido, y poco pudo hacer cuando Zelaya tomó el balón desde la derecha, arrastró marcas y en el intento de rematar dejó una pelota accidentada y suelta para que Monterroza, atento a toda la secuencia, se la encontrase dentro del área y bien perfilada para su diestra, que la hundió en el palo contrario (63’).
Fue hasta el ocaso del partido en que Jocoro reaccionó de verdad, entregándose a la lucha por el empate y abriendo definitivamente el partido también en favor del Alianza. Santos Guzmán tuvo el empate luego de gambetear y dejar sentado a Stiwar Mena, pero González se la repelió con el pie izquierdo. Si los orientales no acabaron maquillando el resultado fue por los reflejos del guardameta albo, que le quitó después otra a Hernández, sobre el final.
Alianza también se perdió el segundo cuando Henry Romero y Juan Carlos Portillo estuvieron cerca de rematar en una jugada elaborada al 75’. También en un centro desde la izquierda que pasó de Riascos y Portillo, sin hallar rematador. Pero en suma, poco le faltó a los albos, que ya habían hecho lo más difícil cuatro días atrás.