El Real Madrid golpeó con eficacia, apagó al Atlético de Madrid y conquistó el derbi del Wanda Metropolitano (1-3) para creer en la Liga, ahora en el segundo puesto como el principal perseguidor y alternativa al liderato del Barcelona, después de un duelo con más tensión, polémica y VAR que fútbol y oportunidades.
A cinco puntos, pendiente del resultado dominical del equipo azulgrana contra el Athletic en San Mamés, el conjunto blanco renace en una competición que parecía perdida no hace mucho, de la que se descarta poco a poco el Atlético, ahora tercero y este sábado doblegado por su ‘eterno’ rival, más contundente en los detalles
Ratas de peluche en la placa de Courtois de las afueras del Wanda Metropolitano
La placa del belga, homenajea a los jugadores que han disputado al menos un centenar de partidos con la camiseta rojiblanca, fue ensuciada, tachada y con varias ratas de peluche
Dos de los cuatro goles exigieron la confirmación del vídeo, también un tanto anulado por fuera de juego a Álvaro Morata, pero en todos hubo una coincidencia: el error rival. En los del Real Madrid, la desatención en un balón parado, la imprudencia en un penalti y la pérdida de un balón, la misma causa que provocó el gol del Atlético, derrotado por primera en esta temporada en su casa.
El derbi rebosó tensión. Era definitivo para los dos. Ganar o ganar. No había otra vía para seguir vivo en el campeonato. Uno de esos encuentros en los que la intensidad, la fricción y la batalla impetuosa por cada pelota transforman cualquier combinación en una circunstancia más que en una fórmula para abordar la meta del gol.
Un duelo este sábado mucho más pasional que futbolístico, que penalizó cada error cometido en el primer tiempo. No hubo juego, hubo fallos… Y hubo goles. Casi siempre sin intuirlo. Nadie tenía el volumen de destreza ni de imaginación ni de ocasiones suficientes para presuponer que el gol estaba realmente el alcance de cada uno, acechados en los sectores claves del terreno de juego por su rival.
Sin continuidad ofensiva, más allá de las apariciones a toda velocidad y agilidad de Vinicius o entre líneas de Karim Benzema, en un lado, o Antoine Griezmann, en otro, nadie esperaba el 0-1 del Real Madrid. Era la primera ocasión, ya superado el cuarto de hora, más allá de algunos amagos y de la presión alta del bloque local.