Cabizbajo, deprimido, escondido en la banda derecha. Un año después de su llegada al Barcelona, el brasileño Philippe Coutinho no es el que era, aquel futbolista dominante que triunfó en la ‘Premier’ con el Liverpool y por el que el Barça pagó el traspaso más alto de su historia: 120 millones de euros, más un bonus de 40.
Coutinho llegó al Barça para ser el nuevo Iniesta, pero pronto se vio que ese anhelo no se iba a cumplir. De interior pasó a jugar en la banda, preferiblemente por la izquierda, pero en esa posición, salvo en partidos muy puntuales, tampoco acaba de despuntar.
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Su actitud postural le delata, su interacción con sus compañeros, también. Sus ausencias en el juego son continuadas y ahora que está lesionado Ousmane Dembélé y él es el tercer delantero, tampoco emite señales de recuperación y da la sensación de estar perdiendo una gran oportunidad para reivindicarse.
Y así un partido tras otro. Ernesto Valverde no encuentra respuestas e incluso a veces se molesta en la sala de prensa cuando le preguntan por el brasileño, aunque continúa defendiéndole: “Sigue atreviéndose, es lo que buscamos, termina los partidos con dos o tres opciones claras de tiro. A veces se equivoca, como todos”.
La realidad es que su valor en el mercado se ha depreciado, según datos del portal especializado Transfermarkt, y en club catalán, aunque sea por política comercial, nadie osa hablar sobre una futura venta del jugador, primero por no devaluar su valor, pero sobre todo porque la amortización de la operación sería una quimera.