No hubo sorpresas. Ni Pasaquina, ni Sonsonate lograron cambiar el cero de una tarde un tanto aburrida, que terminó con un poco de más “color”, pero en la que firmaron un triste empate (0-0). Si bien, los dos suman, el punto terminó con intereses distintos para uno que está en medianía de clasificación (21), y para otro que urge sumar como sea y donde sea, para alejarse del sótano (13).
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Para los burros, el partido no pintó bueno, desde el momento en que le tocó jugar a estadio vacío. El adversario, además, se plantó complicado. Cerrado. Ofensivo. Tanto que, en ocho minutos, el total ataque era cocotero. Presión a su sector, mientras Pasaquina estaba metido atrás, un poco confiado y acomodado a conocer su campo, pero equivocado en entrega de balones y con poca iniciativa.
Solo tuvo una de proyección Pasaquina, con Jeison Quiñonez, quien se fue al frente en una individual, pero que no terminó más que afuera. Su compañero en ofensiva, Neimer Miranda, se desligaba más de las marcas e intentaba hacer su juego, pero Sonsonate estaba bien plantado en la media e iba mejor en las anticipaciones.La media la lideraba el cuadro cocotero, que daba salida por los costados y esto le permitía dar fluidez al ataque. Pero el visitante se encontró bien parado a Wílbert Hernández, quien paró todo lo que llegó a su área y costados.
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Los unionenses consiguieron equilibrar un poco el juego, logrando un par de llegadas en tiros de esquina. Pero ninguno fue un real peligro. No obstante, el empuje empezó a aparecery también mejoró la atención que pusieron Erick Villalobos y Gerardo Iraheta, ambos cambiando el chip y su empeño y para tratar de superar marcas pegadas de Sonso.
Los dirigidos por Hugo Ovelar empezaron a sentir la presión, pero no desesperaron. Mantuvieron el ritmo, ante el orden que rescató Pasaquina. Poco riesgo para ambos, que no mostraban panorama por dónde cambiarían el marcador. Las variantes empezaron a llegar. Ofensivas para los dos equipos. Adelantar filas era la obligación, porque no había nada qué perder o podían perder siquiera un punto. Se refrescaron los ataques, ante el desgaste físico general de los jugadores. Tanto burros como cocoteros se encargaron de abrirse y crearon opciones a puerta, desbordes, y metieron velocidad en la parte final.
El partido se volvió más entretenido y de riesgo. Con perfil más confrontativo de Sonsonate, que tuvo mayor proyección y se acercó más al intento de quebrar el cero, pero siendo consciente de que con perfil callado estaba haciendo mucho al robarse un punto a domicilio. Para Pasaquina, fue un resultado de sabor amargo. No aprovechar la localía, lo terminó dividiendo en insatisfacción y en ganas que no alcanzaron. La hombrada la hizo el necesitado Sonsonate, para arrancar un punto que lo hace dar un pequeño suspiro, por su incómoda situación en la tabla.