Las dos vidas de Víctor Turcios

De capitán de la Selecta a pastor evangelista, dos mundos opuestos. Nuevas revelaciones de los amaños.

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Su sueño de la infancia era convertirse en un futbolista profesional y llegó a ser capitán de la selección nacional y a jugar en el extranjero; sin embargo el otrora número 5 de la selección es ahora pastor evangélico.

/ Foto Por elsalvador.com

Por Gustavo Flores / @Gusflores21

2016-10-17 6:33:00

El día y los ruidos se van apagando en Santa Rosa de Lima pero la casa anaranjada de tres plantas se mantiene luminosa en la entrada a la ciudad. Ahí, en la bifurcación de la ruta hacia San Miguel hace calor, como casi siempre, aunque esta noche de octubre no se anuncia tormenta en la zona y eso es una buena noticia después de tanta lluvia. Son pocos, apenas suman unos 15 si se cuenta a los niños, pero todos escuchan al orador con atención y la mayoría con los ojos cerrados. La escena la completan seis ventiladores, un órgano con sonido dispar, una computadora con cámara web y dos bicicletas recostadas sobre la pared descascarada de la entrada. 
El que les habla desde el púlpito es Víctor Turcios, que se emociona en pleno sermón. Sí, habla del fútbol, de su primera vida. Hace apenas tres años era el capitán de la Selección y la gente lo seguía, quizás con la misma admiración que otros lo escuchan hoy;  continúa como líder pero en un ámbito muy distinto. Lo hace como predicador de la iglesia evangélica CRET, en esta, su nueva vida.


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SAN MIGUEL, 2016
Víctor llega puntual a la entrevista. En un café céntrico de San Miguel, tiene toda la estampa de un pastor y se encarga de no disimularlo. Prolijo, peinado con gelatina, camisa a cuadros y pantalones con pinzas. Sobrio, recién afeitado. Está muy parecido a su época de jugador, no ha engordado ni una onza. Al contrario, se lo ve más flaco, menos corpulento. La biblia en mano es el detalle que nunca podría faltar en esta etapa.
-Usted está en Cristo. Se le nota.
Le dice a Carlos, un testigo circunstancial de la entrevista, que lo quería conocer desde su época de jugador.
Pide un café negro, nada de comer y habla. Hablará mucho a lo largo de tres horas de plática. Y además de hablar, también dirá mucho. Por momentos como un pastor, como si estuviera en el medio de su prédica. Por momentos como un ex jugador que hoy aborrece todo lo que rodea al mundo del fútbol. También confesará nuevas historias de amaños, de lo que significa un vestuario, de las tentaciones y los vicios del fútbol profesional. Dejó el fútbol en el 2013 para dedicarse a predicar.
-Fue una revelación. Dios me salvó.
Me dice y no pierde un segundo. Busca convencerme de las bondades de su iglesia, como cualquier buen pastor. Lo hará a lo largo de estos encuentros donde contará su vida. O sus vidas. Tiene 28 años pero un recorrido largo y sinuoso.

 ISLA DE ZACATILLO, 1998
La pobreza no fue una barrera para su mente. No recuerda que haya faltado comida en su mesa, pero muchas veces solo tocaba almorzar alguna tortilla con manteca, alguna agüita de arroz. Sabía que no se iba a quedar mucho tiempo en la isla de dos mil habitantes ni iba a ser un pescador para toda su vida. Desde muy chico tenía planificado su futuro.
-Vivíamos en la playa jugando, el pelo tostado de tanto sol, mi madre tenía que regañarme para llegar a casa. Me gustaba demasiado el fútbol.
Jugaba a la pelota y jugaba a decirles a sus padres que un día iba a ser como esos jugadores que veía siempre en la televisión y que alguna vez ellos, sus padres, lo verían a él por televisión jugando y defendiendo la camiseta de la Selección.
-Nosotros éramos pescadores, mi papá era pescador, mi madre ama de casa. Miraba el estilo de vida de todos los isleños, sin grandes sueños, su vida era pescar, estarla pasando ahí. El único sueño que tenían era el sueño americano. Y yo decía ‘quiero ser profesional, yo quiero jugar al fútbol, no quiero terminar de pescador ni ir a lavar baños a los Estados Unidos. Si algún día voy, será de turista’.
Sus padres habían vivido ya en Estados Unidos, habían ganado algo de dinero y luego decidieron el retorno. En poco tiempo, Turcios papá acabó con los ahorros y con la unión de la familia. “Le gustaba la calle y el alcohol”, recuerda Víctor, sin emociones. Su mamá se encargaba de mantenerlo a él y a su hermano vendiendo frutas. Pese a todo la escuela era una prioridad para ellos aunque en su mente imaginaba jugadas de gol muy lejos de allí.
Quizás Turcios no lo sepa pero la leyenda cuenta que Zacatillo fue una “isla prisión” hace más de 100 años. Y hasta algunos la apodaban la “Alcatraz de El Salvador”. El quería irse. Y un día se escapó.   
-Le traigo este cipote, mírelo, a ver si tiene algo.
Dijo papá Turcios a la hora de las presentaciones al profesor de la escuelita de fútbol en La Unión. A los 14 años ya no volvería a la isla.


En Breckes, la escuelita, se fue forjando en el juego y en la vida. Fue migrando de casa en casa en La Unión. Dice que a veces le tocó dormir en el piso y volvieron los días donde la comida era escasa. Pero su mentalidad firme y sus evidentes condiciones le abrieron paso en el arte de patear la pelota. “Nunca perdí el enfoque”, recuerda.
Llegó el fútbol profesional aunque muchas veces en El Salvador esa denominación quede demasiado grande, fue el tiempo de los inicios en Balboa. Al año de haber cruzado desde la isla ya formaba parte del plantel superior del equipo pero lo asustó la pretemporada. “Esto es para animales, no para mí. Los tratan como burros, llenos de lodo”, le dijo a su mamá y probó el regreso a Zacatillo. Ricardo Sosa, el profe, lo fue a buscar y lo convenció de retomar el deporte. Su carrera ascendió rápido, pasó por todas las selecciones menores, jugó en la Sub-17, Sub-20, se consolidó en Balboa, pasó por Firpo, llegó a la Selección mayor, Alianza, jugó en el exterior… Sin dudas sobresalía en ese rectángulo de juego que para muchos es el paraíso; para Turcios la vida de futbolista se convertiría, en cambio, en un infierno.

 FINLANDIA, 2012
-Si tenía una pistola, me pegaba un tiro.
Los sueños de jugador se habían cumplido para Turcios. Lo imaginado de chico estaba hecho. Era un futbolista profesional, capitán de la Selección, jugaba en el Rops de Finlandia, pero… Siempre hay un pero.
“Entré en una etapa de crisis sentimental, emocional, deportiva, económica y espiritual”, enumera memorioso. Y luego las explica, una por una: “Sentimental porque me golpeaba estar en un país totalmente diferente, lejos de la familia, con otra cultura e idioma. Deportivas, porque no llegué en las mejores condiciones físicas y el entrenador me excluyó, me marginaron. Aparte, no me llegaba la transferencia internacional y no podía jugar. Un país sumamente caro, no podía recibir salario del equipo. Quería regresarme pero no tenía el dinero para pagarme el boleto. Me sentí impotente, solo, angustiado. Sentía que mi mente me iba a explotar. Venían pensamientos a mi mente que no servía para nada, pensé en el suicidio. Si hubiera tenido un revolver, me pegaba un tiro y se acababa todo. Ahora entiendo por qué muchas personas, actores, músicos, tienen fama y dinero y no son felices”.
Rovaniemi es la antítesis perfecta de su natal isla. A un pasito del círculo polar ártico tiene el dudoso privilegio de ser conocida como “la ciudad más fría del mundo”. Más de la mitad de los días del año la nieve lo cubre todo. El promedio de la temperatura es de -2 grados los doce meses y hay días de -40 grados. Allí Turcios, solo, deprimido, descubrió su nueva vida.


Dice que su madre le dio el nuevo testamento antes de viajar y eso fue una señal. Que su mamá recibió el mandato de hacer “tres ayunos por su hijo” justo en el momento más duro para él. Y que eso fue otra señal. Que a partir de ese momento empezaron a mejorar todas las cosas: recibió la transferencia, le pagaron su salario, empezó a jugar, salió campeón.
En su mejor momento y cuando estaba en la mira de equipos de Turquía y Grecia, sufrió la lesión más temida por los futbolistas: rotura de ligamentos cruzados. Automáticamente ocho meses afuera de las canchas.
Dice que dos días antes de la operación se dio cuenta del cambio que necesitaba su vida. Dice que llegaron a su mente todos los pecados de su vida, grandes y pequeños. Dice que se sintió envuelto en calor y empezó a hablar otras lenguas. Dice que empezó a llorar y que necesitaba que alguien le preguntara si quería entregar su vida a Jesús pero estaba solo. Y dijo: “Yo no quiero religión, quiero conocer al Cristo vivo que estoy leyendo en la Biblia”. Dice que entró a su corazón una paz inexplicable y que sintió que dormía en una nube blanca y se miraba nuevo, limpio.
-Al día siguiente yo era otro.
Su segunda vida acababa de empezar. 

WASHINGTON, 2010
-La gente tiene expectativas del fútbol diferente. Pero uno que ha estado cerca se da cuenta que el mundo del fútbol está corrompido.
Dago Portillo, Salazar, Turcios, Mardoqueo; Dennis Alas, Chavarría, Andrés Flores, Monteagudo; Josué Odir Flores, Moscoso, Fito. Así dispuso José Luis Rugamas la formación con la que salió El Salvador a jugar frente al DC United el 20 de junio de 2010. La Fesfut era dirigida por Reynaldo Vásquez, hoy detenido, y el partido en el RFK tenía un carácter benéfico. Las diez mil personas que asistieron colaboraron con el Centro Católico Hispano.
-Me tocó pasar esa experiencia acerca de los amaños. Yo pensaba que solamente eran rumores, pero en el 2011 (equivoca el año) que teníamos un amistoso contra el DC United llegaron personas invitándonos a una forma de cómo ganar dinero, queriendo comprar voluntades como jugadores. En ese momento me di cuenta que era todo verdad lo que se rumoreaba que la Selección vendía partidos.
Turcios se anima a hablar por primera vez públicamente de su experiencia personal sobre el tema de los amaños.
-Vayamos por parte, Víctor, ¿quiénes fueron?
-Hablaban otro idioma, inglés, no sé. Andaban un traductor.
-¿Llegaron a vos y otros nuevos de la Selección por intermedio de viejos compañeros?
-Claro, ellos ya tenían contacto con algunos compañeros. Te invitan como a una reunión…
-¿Y dónde fue la reunión?
-Fue en un cuarto. Te invitan sin especificar nada. Y tu te das cuenta cuando llegas de lo que están hablando. Me quedé perplejo, no pude dormir a la noche. Al siguiente día teníamos el partido.
-¿Qué hicieron?
-No caímos en esa tentación. Yo estoy seguro de eso. No cedimos. Es un momento de tentación donde te ofrecen dinero fácil de ganar y para el fútbol salvadoreño, tan corrompido, era una buena cantidad.
-¿Cuánto?
-No prefiero hablar de cantidades, pero si era una buena cantidad. En ese momento fue una tentación fuerte pero que no caímos con los nuevos compañeros. Jugamos el partido, estuvimos a punto de empatar, nos ganaron 1-0.
-El negocio era más goles en contra…
Si el negocio era que nosotros perdiéramos de unos tres goles para arriba. Y no se dio. Más no supe. No estuvimos de acuerdo y esa gente estaba muy rabiosa después del partido.
-¿Por qué? ¿Qué pasó luego?
-Al final del partido, como el negocio no les salió, uno de estos personajes estaba en la entrada del hotel y no me olvido de su mirada hacia mi persona, mirada de muy pocos amigos. Sentí temor. Como me iba a quedar de vacaciones allá en Estados Unidos, recuerdo que le dije a mi hermana: “Venga a traerme al sótano del hotel, después te explico”. Tuve miedo porque sentí que era gente mala, que con tal de hacer su negocio, hacían cualquier cosa. Desde ese momento decidí guardar silencio, solo contárselo a mi familia. Ya no volví a tener ofertas de nada.
-¿Por qué no se  lo dijiste ni a los directivos ni al entrenador (Rugamas) en aquel momento?
-Decidí guardármelo para evitarme problemas, ya que no volví a tener una insinuación acerca de eso. Entonces dije ‘aquí va a quedar todo, no me voy a meter en problemas’ y me callé. Me di cuenta que hay personas que manipulan el fútbol y no solamente en El Salvador, tenemos noticias que ha sucedido esto en distintas partes del mundo y parece que es la misma gente. Eso lo declaré a las autoridades, a la Federación.
-Después, tras la Copa Oro 2013, te decidiste a mencionar el tema públicamente.
-Una de las razones por la cual yo me decido a hablar es porque estaban involucrando a la Selección y yo era el capitán. En ese momento, tenía poco valor humanamente para poder enfrentar estas cosas. Pero dije, la Biblia me dice que no tengo que ser partícipe de estas cosas.
-Es que los amaños continuaron…
-Yo pasé ausente de la Selección varios meses por la lesión en Finlandia. Cuando regresé en 2013 ya como capitán (“no veo un líder” me dijo Chochera) empiezo a escuchar los rumores más fuertes aún dentro de la Selección y empiezo a hablarle a compañeros más jóvenes. Ellos me empiezan a confesar que vivieron cosas raras en los partidos ante Paraguay y Venezuela que fueron a Sudamérica, mencionaron amaños y que algunos se habían vendido. Ellos se sentían impotentes. Bueno, les dije ‘si ustedes saben de todo esto, ¿por qué no lo hablan?’. Y ellos fueron muy sinceros: ‘Turcios, nosotros no hablamos porque esta gente es una mafia mundial’. A algunos jugadores les ofrecieron seguridad fuera del país.
-¿Quiénes?
-Creo que la Interpol, pero no recuerdo bien. Ellos me dijeron que les daban seguridad para que pudieran hablar. Dije  si nosotros no hablamos esto se va a propagar en todas las generaciones del fútbol salvadoreño, va quedar peor de lo que estamos y tenemos que hablarlo. Al menos yo pienso hablar y decir la verdad.
¿Cómo fue la decisión?
Una vez eliminados de la copa se me acerca un muchacho de ESPN y me pide la entrevista. Pregunté de qué tema y me dijeron de amaños. Ok, les dije, vamos a darla y que pase lo que tenga que pasar. Dagoberto y Chochera se enojaron conmigo porque dijeron que había sido en medio del torneo pero fue cuando ya estábamos eliminados. 
-Aunque en aquella entrevista no fuiste muy claro, era lo que faltaba para iniciar las investigaciones.
-Fue cuando las autoridades empezaron a ver el caso. Hasta ese momento la Federación no estaba moviendo ningún dedo. Ni estaban interesados en investigar nada. Me presento a Federación, les comento lo que había pasado en 2010 y que investigaran. Me acusaban de que por qué no había hablado antes. Y algunos compañeros en represalia quisieron levantar falso testimonio queriendo acusarme y al final fue para su propio mal. Un grupo de jugadores quiso reunirse y dar una rueda de prensa donde me iban a señalar y acusarme pero hubo otros jugadores que dijeron que no.
-Después llegaron las sanciones.
-Al final se desató todo. Y yo me quedé sorprendido de la cantidad de personas, no esperaba que fuera tan grande, quedé perplejo. La Fesfut me quiso castigar por 6 meses pero FIFA en ese momento me respaldó y no me castigaron. Incluso llegó la Interpol a Finlandia. “No te preocupes que sabemos quiénes son los involucrados”, me dijeron y me mostraron las personas que estaban implicadas, gente de Singapur.


 -¿Eran los que se habían reunido contigo en 2010?
-Si, uno de ellos estaba en esa reunión. Al final me dijeron: “el fútbol estaba corrompido a nivel mundial y son pocos los jugadores que se atreven a hablar para que no se siga corrompiendo más”. Y que me felicitaban por hacerlo y que así demostraba que quería lo mejor para el fútbol salvadoreño.
-¿Hubo dirigentes involucrados?
-ehh… A ciencia cierta no puedo decir que hubo dirigentes implicados. Pero uno tiene esa duda que ellos pudieron haberlo estado. No solamente pienso que eran jugadores, pienso que habría más gente involucrada. A uno le queda la duda.
-¿Hubo peleas entre ustedes los jugadores?
-No. Como la Selección tenía sus grupos, los viejos, los jóvenes…
-¿Y en Islas Caimán, que pasó?
-Ahí estaban hablando acerca de ello, se estaban echando culpas, pero al final salían abrazados. Viene a mi mente que yo estaba con Arturo Álvarez y nos sentamos a un lado y me dijo “Tiburón, no puedo creer todo esto que está pasando. Uno viene con el mejor deseo a la Selección y se encuentra con esto, no sé que hacer. Uno se vuelve impotente”. Le dije: “Esta es la realidad. Igual me siento yo, ¿qué podemos hacer?”
-También había indisciplina. En Houston, en un amistoso ante Perú en agosto de 2009, varios jugadores se escaparon de la concentración…
Si, yo era uno de ellos. El entrenador era De los Cobos y nos estaba esperando en el hotel. Me avisaron, lo vi de afuera y entré por la puerta de servicio.
-¿Y dónde se fueron?
-A buscar mujeres, allá están los amigos y la familia que te las consiguen fácil.
-Más allá de los amaños hablas de lo corrompido el fútbol en general…
-En el fútbol yo vi muchas personas que venían de familias honestas, espirituales, pero luego el ambiente del fútbol lo absorbía. El fútbol es un ambiente propicio para que cualquiera se desvíe. El alcohol está a la orden del día, las malas amistades, la parranda, las mujeres, la droga. Además, muchos dirigentes no saben nada de fútbol, toman un equipo y hacen lo que ellos quieren con los jugadores, a veces entre entrenadores se bancan, hay periodistas que actúan como dirigentes de equipos para llevarse jugadores de un equipo a otro.
Uff, ¿dónde?
-En las distintas etapas que pasé en el fútbol. Uno se preguntaba si eran agentes o periodistas. En las distintas áreas del fútbol se vive mucha corrupción. Y eso al final me hacía daño cuando yo ya estaba en el cristianismo. Llegó un momento que empecé a aborrecer ese ambiente. Como la gente a veces no es consciente de lo que pasa. Nosotros que estamos ahí podemos hablar que es un ambiente que cualquiera se puede corromper.
¿Hoy no tenes contacto con el fútbol?
Me he desconectado del fútbol. Ellos andan en su ambiente y yo en otra etapa. Casi no tengo relación con los ex compañeros o entrenadores. Tengo poco interés por el fútbol. Solo sé cuando la Selección juega pero no tengo mayor interés. Como dice la Biblia: “Si no me edifica, si no me hace ningún bien”, ¿entonces para qué estar pendiente?
-Sin embargo, el fútbol y el deporte en general es un medio positivo para desarrollar a las sociedades.
-La gente de inclusión social tiene una perspectiva del fútbol positiva. Vamos a hacer escuelas de fútbol para alejar a los jóvenes de las pandillas y todo eso. En ese pensamiento lo ven. Pero en sí, el ambiente del fútbol, la pasión lleva a muchas personas a actuar de una manera que cambia su carácter. En lo profesional, en El Salvador, sea en Primera, Segunda o Tercera siempre el fútbol te va a ofrecer cosas.
-¿Qué cosas?
Mientras más fama tengas, más amigos te van a invitar a drogas, alcohol, más mujeres. Yo en nuestro fútbol llegue a recibir ofertas hasta de padres entregándome a sus hijas.
-¿Perdón?
Imaginate a lo que llega el fútbol que padres ofrecen a sus hijas a los jugadores. Hasta donde llega. Lo puedes sacar de las pandillas pero nunca del pecado o la corrupción. La gente no se da cuenta. Tengo un testimonio de un cristiano que llevó a sus hijos para jugar en la reserva del Alianza. Y los llevó a Lisandro Pohl y le dijo “ellos tienen habilidades” y mira como es Dios. Lisandro les preguntó: “¿Ustedes son cristianos?, ¿Y usted no quiere que se pierdan sus hijos?”. “No”. “Pues si no quieran que se pierdan, pues no los meta”. El que anda en el ambiente del fútbol sabe lo que pasa, sabe cómo se manejan los jugadores, saben cómo se manejan los directivos. No sé al final en que terminó esa historia.
-Todo muy complicado.
-El futbolista salvadoreño es muy inestable, tiende a hundirse. Bueno, muchos han terminado en la calle, en el alcohol, la droga.

SANTA ROSA DE LIMA, 2016
Turcios llega desde San Francisco Gotera a punto para su prédica. Viene de hablar con vecinos intentándolos sumar a su causa. Esta listo para hablar de lo que hablan casi todos los sermones: del pecado, de la salvación, esta vez hasta de las vestimentas de las mujeres. Lo hace con locuacidad, seguridad, sin elevar demasiado la voz, empapado en sudor.
-Cuando oí su testamento, cambió mi mente y decidí sumarme a esta iglesia. Me gustó sobre todo porque contó su historia de soledad y el egoísmo del ser humano 
Me explica Kelvin Rivas, un santarroseño de 26 años que anota en un pequeño cuaderno los asistentes al culto. Por Víctor, confiesa, cambió de iglesia y se unió a CRET.
Pasar de una vida a otra para Turcios no fue sencillo. Por lo menos, así lo cuenta: “He perdido fama, he perdido dinero, he perdido amigos, he perdido comodidades, he perdido carro, he perdido casa. No tengo nada. Hubo momentos que no tuvimos de que comer con mi esposa”. Pero asegura que hoy es feliz.
Sus prédicas las da los martes y jueves a las 6 pm y los domingos por la tarde.  Puntualmente en esta se toma su tiempo, agradece la presencia de los periodistas y saluda amablemente a los fieles recién llegados, a los que miran vía web desde Argentina, México, Honduras, EE.UU., Tamaulipas. Cada nuevo creyente es algo así como un triunfo, al menos eso parece. Los mundos del fútbol y de la religión se entrelazan. Recibe las mismas muestras de cariño de sus fieles, como las recibía de sus hinchas cuando jugaba. Desde el púlpito habla y arenga como si fuera un capitán. Y también hay aplausos como los que solía escuchar alguna vez en el estadio Cuscatlán. Cierra los ojos y levanta los brazos. En algún momento fue el sueño de su vida, sin embargo hoy nada lo enojaría más que le comparen ese gesto con un grito de gol. Terminada la prédica, pide ‘raid’ hasta San Miguel.