25 preguntas a Manuel Cañadas, exfutbolista periodista y escritor: “No me importaba tener la pelota, sino que el rival, Pelé, no la tuviera”

Exseleccionado nacional, tres veces campeón nacional y una vez campeón de Centroamérica. Tiene cientos de historias salidas de su pluma, que conquistan a los Corazones Futboleros

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Por Mario Reyes - @MarioDR

2020-01-16 8:34:38

1. ¿Cómo es que fue ascendiendo en el fútbol, hasta llegar a la Primera División?

Cuando mi papá falleció, tuve que irme de San Miguel, donde yo nací, y agarrar para el internado del Instituto Emiliani, en Antiguo Cuscatlán. Me convertí en uno de los favoritos de los curas cuando jugábamos contra otras instituciones. Ahí solo pude estar dos años y, cuando salí, entre mis 13 ó 14 años, coincidí con que mi grupo familiar se vino para San Salvador y nos afincamos en la colonia Atlacatl.

Descubrí que ahí estaba la Guardia Nacional, donde se proyectaba al Atlante, que había sido la base de la selección, y me llevaron a mí. Ahí pude entrenar con la selección juvenil que preparaba don Hernán Carrasco. Desde entonces él me viene corrigiendo.

2. ¿Y cómo es que Don Hernán se volvió un segundo padre para Ud. y sus compañeros?

Don Hernán nos enseñó hasta a comer con el tenedor. Cuando él vino, el futbolista era visto como amigo de los vicios y enemigo de los libros, adicto a las casas de poca monta. Él exigió decencia y respeto; implementó los convivios, las concentraciones, las becas para los jugadores, las reuniones familiares… Una cosa ya diferente, no solo de título individual. Muchos lo consideraron iluso, a tal grado de que hay un antes y después de Don Hernán. En el Marte yo fui determinante en eso: si no era un jugador agradable para la grada, o el periodismo, sí para los intereses de Don Hernán.

3. ¿Entonces cuál era esa función que le delegó Don Hernán en esa época?

Yo era puntero derecho, que cuando atacábamos yo me abría a la orilla -por eso se llamaba “wing derecho”-, y cuando defendíamos, me tiraba al medio. El 4-2-4 se convertía en un 4-3-3, y con los años, 4-4-2. Don Hernán dijo en una entrevista que “Manuel Cañadas es el que me va a convertir el 4-2-4 en el 4-3-3 ideal”. Y como consecuencia, eso era recíproco: ver un hombre tan elevado en lo intelectual, poco a poco me le fui pegando y a tal grado que lo considero un segundo padre y él también dice que yo soy su hijo espiritual.

4. Así como al Alianza, Don Hernán cambió la historia del Marte. ¿Qué era antes de él?

El Marte de 1966 era el reinado de “Pachín” González, Guillermo Castro, Julio “Muñeca” Mejía, Roberto “Turco” Pineda, pero era un equipo de media tabla para abajo. Mandaban Alianza, Águila, FAS, Universidad… El Marte se colaba por ahí, pero siempre era competitivo. La llegada de don Hernán en 1968 fue determinante para eso. Además, lo agarra la Fuerza Aérea y nos decían “Los Mustangs Azules”, pero yo tuve esa dicha o ventaja de ser jugador táctico, lo que ahora no abunda y que en otras latitudes es importantísimo.

5. ¿Puede explicarme eso del “jugador táctico”?

Un jugador táctico asume una función específica del técnico para integrarlo al colectivo. Tal vez no sea tan dechado técnicamente, pero sabe ubicarse cuándo y cómo en la cancha; jamás va a ir a marcar a la orilla, jamás se va a regalar. En mi caso, sabía que si yo seguía las instrucciones de Don Hernán, iba a tener mi puesto conservado, aunque había otros mejores pero que no seguían las instrucciones al pie de la letra.

6. Hoy, sin videos de aquella época, es difícil imaginarnos el fútbol que tenían la Orquesta Alba, los Mustangs Azules, el Kínder de Barraza. ¿Cómo se jugaba en esa época?

Era una época de fútbol ofensivo, totalmente diferente. Con el tiempo apareció, con Juan Quartarone (QEPD), el volante de contención: él jugaba delante de la línea de cuatro y daba la salida. Hoy es el mixto o el cinco. Había puestos como el enganche, que no existe en Europa, solo en América. En Argentina es un pecado que Messi esté defendiendo, mientras en Europa hasta Zidane se barre.

7. Siempre me he preguntado cómo es que el Marte, siendo un equipo tan exitoso y poderoso, no cosechó más aficionados.

El Marte era resistido. Por eso es que la selecciones del ‘70 y del ‘82 la base era el Atlético Marte, porque sus futbolistas tradicionalmente eran diferentes a todos los demás. No es lo mismo que entraran los jugadores del Alianza, aplaudidos y vitoreados, que uno del Marte que era abucheado y que la gente iba a verlos perder. A esa variable se anteponían ellos, ponían lo mejor de sus capacidades y aprendieron a sobrellevar los gritos o los abucheos, mientras los de FAS o de Águila no estaban preparados para eso.

8. ¿Será que fue en ese Marte donde Don Hernán pudo trabajar mejor, sin tanta intervención de los dirigentes?

Al inicio, fue en el Alianza. Luego, los dirigentes pensaron que el fútbol era solo de soplar y hacer botellas y le propusieron rebajarle el sueldo. Luego vino el Atlético Marte y lo contrató, a finales del ‘68 y se quedó hasta finales del ‘71, no por los dirigentes sino porque se retiró el apoyo de la Fuerza Aérea y ya no pudieron seguir.

9. ¿Y qué pasó por su cabeza cuando Don Hernán lo manda a marcar a Pelé en el amistoso Marte-Santos en Panamá de 1971?

No fue algo planificado antes del partido. Fue una función táctica: A Pelé lo estaba marcando Luis Condomí, pero a los 15 minutos este se desgarró y entonces Don Hernán me mandó a marcarlo exclusivamente a Pelé. Ya antes me mandaba a marcar al mejor jugador o al goleador del equipo rival. Hoy eso, la marca hombre a hombre, les da pena a los técnicos actuales, ya casi no se usa. Pero a mí me mandaban a marcar de estampilla contra el Santos, con deseos de figurar y todo, así que no me importaba tener la pelota sino que el rival no la tuviera. Cuando Pelé la iba a tomar, lo anticipaba. Él se aplicó más, pero yo tenía la determinación y llegué al colmo de tirarme de palomita para quitarle la pelota en un saque de banda. Él estaba indignado conmigo, me decía “¡usted no está jugando, sino que no está dejándome jugar!”.

10. Esos resultados ante los grandes equipos sudamericanos, ¿qué nos dicen del fútbol que teníamos en aquella época?

En esa época, venían a jugar Estudiantes de La Plata, Newell’s Old Boys, River Plate, Independiente, Peñarol, Nacional, Santos, Flamengo, Sao Paulo, Palmeiras, Gremio… Y hoy ni soñamos con que vengan para acá. Si acaso Monterrey, por Concachampions. El fútbol se encareció tanto que esos equipos cobran unas cantidades asombrosas, y nosotros no estamos apoyados por una afición que va a garantizar una taquilla; los empresarios no se aventuran a traer equipos como esos.

11. ¿Ese paso por el Marte lo acercó a la Selección Mundialista de 1970?

Es que cuando llegó Don Hernán a la Selección, su esquema se basaba en lo que tenía en el Atlético Marte, y ahí yo era un jugador comodín para él. Pensé que siendo tan táctico, tenía posibilidades, pero no estaba seguro. Pero jugando en San Miguel, contra Águila, enterré el pie en un bordo y me enyesaron. En eso, a dos meses del Mundial, le dan la selección a Don Hernán; agarró el equipo, pero yo ya no tenía ninguna oportunidad. De todos modos, esa selección tenía grandes jugadores que hicieron sus méritos para estar convocados. Por esos días, el 6 de julio, nació mi hijo Carlos Manuel, y hubo una compensación emocional increíble. Incluso me puse a pensar qué hubiera sido yo estar en México y que él naciera. Esa fue mi realización como hombre y como padre.

12. Con la Selección tiene su anécdota: ¡el primer gol que le marcamos a Jamaica!

Sí. La primera vez en la historia que El Salvador jugó contra Jamaica fue con una selección juvenil en unos Juegos Centroamericanos y del Caribe en Puerto Rico, en 1966, les ganamos 1-0 y yo metí el gol.

13. ¿Y esa vez pensaron ustedes que esas selecciones a las que enfrentaron iban a progresar tanto, años más tarde?

No lo pensábamos porque en esos juegos empatamos a cero con Cuba y fallamos un montón de goles. Nos ganó Antillas Holandesas, pero ya tenían jugadores mayores, y después fuimos a Barbados, Trinidad y Tobago, y se veía que venían avanzando, que ya eran buenos, pero todavía con la inocencia del jugador novato. Ellos comenzaron con Haití cuando clasificó para el Mundial del 74, ya tenían jugadores veloces, por sobre todo, y fuertes.

14. Usted también jugó en Alianza, en 1974, pero en una época de vacas flacas. ¿Cómo se vivía en un Alianza muy distinto al de ahora?

Era increíble porque peleamos el Campeonato Centroamericano contra el Municipal, a estadio lleno, y no nos pagaban. En el partido de ida empatamos 1-1, aquí en San Salvador, y luego nos ganaron. Jugábamos bien, pero era un equipo bien limitado. Hasta Raúl Magaña (QEPD) tuvo que jugar de volante un par de partidos y hasta metió un gol contra el FAS en Santa Ana. Y no teníamos siquiera lo elemental: los lesionados, si no era porque el doctor Juan José Cálix nos veía de gratis, no había quién, pues no teníamos médico. Prácticamente habían abandonado al equipo, pero luego se dieron cuenta que, bien administrado, era una buena fuente de ingreso.

15. Con Platense también vio las dos caras, una alegre en 1975 y otra triste, en 1980.

En 1978 estábamos peleando el descenso y lo salvamos. Lo tenía Raúl Magaña, que era mi hermano, y me pidió que lo ayudara. Fui y lo salvamos. En el torneo 79-80 vuelve a andar mal el equipo y Raúl me pide que vuelva, pero ya no hubo caso y descendimos, pero hicimos el intento. Antes jugué la Copa Fraternidad Centroamericana 1975, pero porque Juan Quartarone me llevó de refuerzo (jugaba en Firpo), pero él ya había armado un equipazo.

16. Entonces se retiró en 1980. ¿Ya estaba listo para la vida después del fútbol?

Entonces yo ya era maestro, y durante muchos años tuve mi restaurante, “La Hacienda Steak House” y como jugador tuve negocios. Trabajé en El Diario de Hoy y paralelamente tenía el restaurante. Ese se volvió la meca de los periodistas deportivos, había conferencias de prensa y estábamos preparados para eso. También trabajé como de primaria, secundario (Lenguaje) y como catedrático universitario (Psicología). Pero cuando comencé ya en serio con el periodismo deportivo, bajé el tono respecto a mis ocupaciones como maestro, porque no tenía tiempo.

17. ¿Y cómo hacía para salir con todo?

¡Era increíble! Una vez alguien me dijo que por qué no conseguía trabajo también de sereno (risas). ¡No me quedaba tiempo para nada! Una vez cuando jugaba en el Firpo, arreglé un contrato para entrenar de lunes a jueves en San Salvador y el viernes allá con el equipo en Usulután. Un día nos tocaba jugar entre semana y cuando tenía que manejar, con el calor y el tedio, y casi me dormía en el timón; me parqueaba, me mojaba y todo. ¡Es duro combinar estudios y el fútbol!

18. Hoy muchos jugadores no podrían hacer eso y estudiar mientras juegan…

Se ha profesionalizado demasiado, incluso cuando vino Milovan él entrenaba tres veces al día, mañana, tarde y noche. El entrenador no es que no quiera que se supere su jugador, pero a él le interesan los resultados, y al ver que un jugador le está faltando, ya no lo toma en cuenta. Son poquitos los que combinan una carrera paralelamente.

19. Hace poco fundó, con otros colegas, la Asociación de Futbolistas de El Salvador, pero los jugadores no se afilian. ¿Se está perdiendo esa lucha?

Uno cuando está activo cree que esa etapa va a ser eterna, no piensa en el tercer tiempo. Uno los invita a afiliarse, pero se hacen los indiferentes, o los tienen amenzados y no les permiten. A mí me ha tocado ver toda una generación de futbolistas que han fallecido en condiciones precarias.

20. ¿Por eso escribió “Corazón Futbolero”?

Decía Hildebrando Juárez que la “escritura deportiva nunca se atrevió a salir del área chica”. Escribir y traer a cuenta a todos los héroes que hemos tenido, gente tan destacada, y evitar que caigan en el olvido. Resulta penoso ver que a figuras como Mario Monge, Salvador Mariona, Pipo Rodríguez, Guillermo Castro, Tomás Pineda, Gualberto Fernández, Norberto Huezo, Ramón Fagoaga o Paco Jovel, sean totalmente ignoradas en una cancha.

21. ¿Qué es lo que más desea que estos dos libros logren para el fútbol?

Lo que hemos hecho es dignificarlos y hacer justicia con ellos. Sacarlos del pasado y traerlos a cuenta.¿Qué le queda al futbolista cuando le llega el tercer tiempo? Uno pasa a ser anónimo y con el agravante de que está amargado porque ya no tiene la misma fama. Es un choque emocional y cultural tremendo.

22. Todo esto surgió porque incursionó en el periodismo. ¿De dónde surgió ese deseo?

De niño, alguna vez en mis manos cayó la revista argentina “El Gráfico”, y a mí me encantaba. El periodismo deportivo, el vil cometido que le cabe a la crítica, es hablar de los datos, números y cifras, bien simplista. Pero yo pienso que también se puede tener la misión casi sagrada de crear mitos: sacar al atleta de su realidad y meterlo en algo incorpóreo, etéreo y diferente. Son lenguajes que aluden y atinan a la imaginación, y no creo que eso sea alienante porque eso es bueno para el individuo y para la sociedad, y desarrolla un apetito de cambios y de progresos, como aspirar a un día diferente al de todos.

23. ¿No cree que nos faltan más futbolsitas que incursionen los medios?

Para la Copa América en Paraguay (1999) fue a verla Nelson Brizuela. Me dijo: “yo voy a ir allá, solo quiero que me paguen lo de las comunicaciones”, entonces él me mandaba faxes. Cuando eliminaron a Paraguay, él me mandó una nota llamada “Se murió el pájaro Chogüí”, por el ave tradicional de ese país. Me encantó tanto aquella crónica que fue poco lo que tuve que editar, porque lo hizo sentido de que a sus paisanos los habían eliminado. Llevé también a Carlos Aranzamendi, Saúl Salguero y a Roberto Bundio. Fue un hito involucrar a esa gente.

24. ¿Cómo describe su etapa como editor de Deportes en el Periódico MÁS!?

Una época esplendorosa, no solo en lo profesional sino también en lo humano. Conocí gente que todavía llevo metida en el corazón.

25. Yo creo que usted no se retiró del fútbol, solo cambió de posición. ¿No cree?

(Risas) Qué bonito… Para mí, el fútbol es un estilo de vida y lo más gratificante y agradable. Siempre me encanta, siempre lo disfruto, también otras que me incomodan de él. Rubén Darío decía “aunque la patria sea chica, uno grande la sueña”, y yo sueño con que algún día volvamos a ir a un Mundial. Ojalá que pudiera ser. Sería algo extraordinario poder ver eso, para la despedida…