Los sabores de la literatura

Cuando de comida se trata, los escritores también se han dejado seducir por los aromas y su deleite inventando platillos ingeniosos para que la imaginación de los lectores vuele a través de sus narraciones. Los personajes de sus libros ven la comida como algo mágico y poderoso

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Georgina Vividor/ Agencias

2017-07-01 6:45:55

Leer un libro y comer, puede decirse que son dos placeres juntos y algunos escritores han unido ese sentir en sus novelas.

Ellos emplean en sus textos la comida como un elemento mágico y de expresión para sus personajes. En cada narración pueden imaginarse sus aromas y sabores con la descripción explícita de los autores.

Un ejemplo de ello es Laura Esquivel, que nos dio un “Como agua para chocolate”, dónde el personaje de Tita, una joven que vive un amor prohibido, muestra su sentir su Pedro al cocinarle unas “condornicez en pétalos de rosa”, la misma que hace llorar a su familia cuando derrama unas lágrimas en el pastel que elabora para la boda de su amado y su hermana Rosaura.

Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura en 2010, cita en su libro “Pantaleón y las visitadoras el “tacacho”, un plato típico de Iquitos, la región amazónica de Perú. En esta misma novela, se refleja también el orgullo que los peruanos sienten hacia su comida cuando, el coronel Montes alaba la cocina de Chiclayo, situado en la costa del Pacífico. Además, en sus memorias “El pez en el agua” (1993), Vargas Llosa hace referencia a uno de sus platos favoritos, “el chupe de camarones”, que le sirve la cocinera de su tío Eduardo.

También, en la literatura de Gabriel García Márquez, Premio Nobel 1982, se encuentran numerosas referencias gastronómicas y sabores de comidas típicas colombianas como la “Mazamorra de maíz”, en “El Coronel no tiene quién le escriba” o la “alboronía” en “El General en su laberinto”, una guiso con plátanos, berenjenas, calabaza y tomates, entre otros ingredientes. Además, entre las páginas de “Cien años de soledad” hace alusión al café sin azúcar que tomaba la familia Buendía.

Te puede interesar:Presentan nuevo libro de cocina salvadoreña

Otra bebidas famosas en los libros son el té que beben Alicia y el Sombrero Loco en la novela de Lewis Carroll, en “Alicia en el país de las Maravillas”. O la cerveza de mantequilla mencionada por J.K. Rowling en “Harry Potter y el Prisionero de Azkabán”.

En la novela negra también pude verse una influencia gastronómica, cuando el policía Jules Maiget fue seducido por su esposa con unas “caballas al horno”.