Nadie esta exento de la muerte. Tarde o temprano todos nos veremos inmersos en una situación donde perdamos a un familiar o amigo.
El ritual para despedir a esa persona continúa siendo el mismo: velación en una funeraria, entrega de flores, el simbólico color negro en el ambiente, sepultura o cremación del cuerpo.
Sin embargo, el duelo posterior a la muerte de una persona ha variado en algunas situaciones.
Si antes se creía que lo mejor era mantenerse en reserva y vivir el duelo en privacidad, ahora hay un grupo de personas que decide que compartirlo en sus redes sociales, especialmente Facebook.
Ese fue, precisamente, el objeto de estudio de la investigadora y comunicadora, Carolina Díaz Alas, quien lo desglosa ampliamente en la más reciente publicación de la Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera, “Mundos Virtuales”.
La Escuela Mónica Herrera lanza “Mundos virtuales”
El libro recoge las investigaciones que un grupo de académicos realizó para conocer la forma en la que el mundo digital y la sociedad salvadoreña han ido “mutando".
De acuerdo con los datos recopilados por Díaz Alas, en el mundo anualmente mueren 3 millones de usuarios de Facebook. Esas cuentas quedan “huérfanas”, pero, en algunos casos, siguen teniendo actividad.
“Noto que cuando una persona muere hay un revuelo en los muros de la persona que fallece y en su red de contactos (…) quienes están reaccionando a este fallecimiento”, detalló.
Resultados del estudio
La investigadora exploró 57 perfiles de usuarios fallecidos escogidos bajo distintos criterios que arrojaron diferentes resultados.
Así, Díaz Alas encontró tres escenarios: el primero, donde las cuentas, posterior al fallecimiento del titular, quedan inactivas y se vuelven “conmemorativas” de fechas especiales como aniversarios y cumpleaños.
El segundo, corresponde a aquellos perfiles que se vuelven “un revuelo” los días y semanas posteriores al deceso del dueño, pero que con el paso del tiempo, también se vuelven conmemorativas.
No obstante, hay un tercer panorama donde familiares y amigos mantienen activo el perfil del difunto hasta por un período de 11 años.
“Hubo entrevistados que confesaron que publicaban en el perfil (del occiso) esperando una respuesta y con la esperanza que el fallecido leerá el comentario que le han publicado”, indicó Díaz.
Esto es compatible con otro hallazgo de la investigación, donde el 59 % de los consultados considera que el tiempo promedio de que sigue activo un perfil tras la muerte del titular de la cuenta depende de cada persona y de su grupo de contactos, y que esta puede durar años.
Cuando se le consultó sobre si este tipo de rutinas ayudan a mitigar el dolor de los familiares y amigos ante la pérdida de alguien cercano, Díaz Alas aseguró que, según lo recopilado con psicólogos y antropólogos, puede ser peligroso.
“Cuando se ven las experiencias de otros publicadas y ritmos de vivir el duelo diferente, pueden ocasionar duelos patológicos y procesos (de recuperación) mucho más lentos”, finalizó la investigadora.