Paola Miranda, Egly Larreynaga, Alicia Chong y Ana Ruth Aragón, integrantes de la compañía Teatro del Azoro, se tomaron de las manos para hacer una reverencia al público argentino. Ponían punto final a su obra “Los más solos”.
—Aquí viene la hora de la verdad— dijo Egly a Paola, sobre el escenario.
—¡Se están parando, se están parando!— dijo en voz apretada Paola, mientras se inclinaban para agradecer a los asistentes.
El público del Teatro Nacional Cervantes, en Buenos Aires, brindó a la compañía salvadoreña de teatro un cálido, fuerte y largo aplauso. Inusual para las exigencias de los argentinos, según les había comentado el director del Festival Internacional Cervantes, donde se presentaban.
Las actrices se sentían satisfechas. Ese mismo sentimiento las acompaña en la recta final de 2016, donde giras internacionales y galardones han definido un año de intenso trabajo.
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“Los más solos”; obra que expone la vida y locura de enfermos mentales en el pabellón penitenciario del Hospital Psiquiátrico, reflejo de una sociedad desquiciada, y “Made in El Salvador”, que narra la explotación de trabajadoras de maquilas, son las puestas en escena que ha llevado a las artistas a la palestra internacional.
Pero junto a ellas va el nombre de El Salvador, aunque el apoyo que reciban de él sea exiguo.
“A veces nos hemos sentido un poco huérfanas porque cuando ponen los nombres de los países que participan en festivales, cada uno tiene sponsors y apoyo de sus ministerios de cultura. La gente no se imagina la proyección que se hace, porque no solo hay matanza y violencia sino, también, que se produce arte y arte de calidad”, comentó Larreynaga.
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El mundo artístico local sabe muy bien qué es exponerte fuera del país sin ayuda. Sabe qué significa que te cierren las puertas, conoce muy bien el sinsabor de que te den la espalda. Pero este grupo de mujeres no se amilana ante ello. Todo lo contrario: de esas dificultades es de donde han resurgido para gestionarse, organizarse mejor y trabajar aún más fuerte.
El resultado de ello: estar en el Festival Iberoamericano de Teatro en Cádiz, Festival de Teatro Contemporáneo de Almagro, en la Muestra Iberoamericana de Teatro de León, en el Festival Latinoamericano de Santander y en el Teatro del Barrio. Todas en España, así como sus presentaciones en el Teatro Nacional de Buenos Aires y en Rosario, Argentina.
Son estas experiencias las que han permitido que el Teatro del Azoro, fundado en 2011, crezca en técnica, enriquezca sus historias, realice contactos con otros artistas y productores, conozca otras dinámicas de gestión del arte. En fin, que vaya evolucionando y perfeccionándose en el teatro.
“En una oportunidad, yo solo quería cambiar algo de la escenografía. Le comenté a un señor que trabajaba ahí y bajó el subjefe y jefe de una unidad para hablar con el jefe de escenografía, donde trabajan más de ocho personas. Se acercó a mí y me dijo: ???ya voy a sacarte la paleta de colores para saber cuál vas a escoger’. Yo me quedé impresionada. Me dije: ???woooow’, me relajé y dejé que los profesionales hicieran su trabajo”, relató Miranda.
El pequeño episodio fue un claro ejemplo de cómo se “cuidan y respetan las profesiones del teatro” en esos países, según Miranda. Algo sencillo pero remoto en El Salvador.
Larreynaga considera los festivales como un oasis, donde quieres aprovechar todo conocimiento. “Después volvemos al hoyo, con todas sus virtudes y defectos. A cargar de nuevo con la escenografía y conectarnos con esta realidad y del por qué de las cosas. Es por este teatro que decidimos apostar, por su compromiso con la realidad y el ser humano”, afirmó la actriz.
Teatro de denuncia, de realidad salvadoreña, de violencia y tragedia donde se asoma el humor, ese es el discurso que continuará llevando a sus espectadores uno de los grupos de teatro más exitosos de este 2016.