Muy orgullosos de sí mismos y de lo que crearon, los niños de varios centros escolares del Lago de Coatepeque, experimentaron hoy su primer acercamiento con el arte combinando colores y dibujos sobre vainas secas, durante el taller “Ritmo y color” del Museo de Arte (Marte).
Éste se derivó de las actividades que complementan la exposición “Al compás del tiempo, procesos e influencias en el arte salvadoreño” en donde Negra Álvarez presenta su obra. Su trabajo versa mucho en el uso de materiales naturales como la madera o desperdicios, por lo cual pudo dirigir el taller de principio a fin con todas sus técnicas.
La actividad comprendió momentos muy especiales, primero el silencio, después el ritmo y por último el color. Durante el silencio los niños hicieron una reflexión sobre la vida, dieron gracias por todo, se relajaron y oyeron el medio ambiente con los ojos cerrados. Posteriormente la ruptura del silencio vino con diferentes ritmos folklóricos africanos y salvadoreños, para que los niños empezaran a concebir qué deseaban pintar en sus vainas y realizaran su pieza artística siguiendo la música.
“La vaina en sí tiene un valor estético que suele pasar desapercibido. Lo que se busca es despertar en los niños la curiosidad por la naturaleza, ya que la creatividad no es exclusivamente para hacer arte si no para saber vivir, solucionar problemas y para una buena convivencia ciudadana”, dijo Negra Álvarez.
Las vainas secas tienen la peculiaridad que al agitarlas hacen ruido y ese sonido es su principal valor estético, por eso el taller las incluyó, para aplicar la pintura al son de la música y hacer música con ellas. El director ejecutivo del Marte, Roberto Galicia, expresó que fue muy importante tratar de hacer un ambiente más festivo y que rompiera un poco con la disciplina del aula, sustituyendo el papel por vainas secas para trabajar.
Esta iniciativa fue bien vista por los docentes de los centros escolares Fe y Alegría, Cantón La Laguna, Vuelta de Oro, Menéndez Zetino y San Juan las Minas. El taller contó además con la colaboración de 20 voluntarias del Colegio La Floresta, otros artistas como Tití Escalante, amigos de Álvarez, docentes de los centros escolares del Lago de Coatepeque y por su puesto los padres de familia. La pintura, todos los materiales y la comida corrieron por cuenta de empresas que colaboraron y la organización de parte de las comunidades fue gracias a la Fundación Coatepeque, Bio Coatepeque, iglesias y otras instituciones.