Richard Gere: “Lo más importante de mi vida es mi hijo”

El galán por excelencia del cine de los 80 y 90 desvela que, entre sus prioridades vitales, la paternidad ocupa el primer lugar

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elsalvador.com

Por Agencia EFE

2015-12-14 3:48:00

Nadie ha dado sentido a un traje de Armani como él en “American Gigolo” (1980). Hollywood ha cambiado mucho desde entonces, sostiene Richard Gere en una entrevista con Efe.

“Lo más importante de mi vida es mi hijo. Tengo un trabajo excelente que aún me proporciona retos desde el punto de vista creativo, y eso es fantástico, pero no es la vida”, reflexiona el actor durante la presentación en Madrid de “Time Out of Mind”, su último trabajo. 

Se trata de la cruda y minimalista historia de un “sin techo” en Nueva York, que Gere produce y protagoniza, dando rienda suelta a sus doble faceta de actor y activista humanitario. 

“Es una película difícil comercialmente. Vamos a perder dinero con ella, a pesar de que ha sido barata”, admite el protagonista de “Pretty Woman”, que ha cedido los derechos a varias ONG como la española Fundación Rais para que la utilicen para concienciar y recaudar fondos.
 
“Time Out of Mind” es también un ejemplo de lo que en la última década ha sido la carrera artística de Richard Gere, más volcada en el cine independiente, con trabajos como “The Hunting Party”, de Richard Shepard, “I’m not there” de Todd Haynes o “Hachi: A Dog’s Tale”, de Lasse Hallström. 

“Las películas que yo hacía en los 70 y los 80 las producían los grandes estudios. Ahora ese tipo de historias son filmes de muy bajo presupuesto y casi tienes que rogar a las salas para que las proyecten”, admite. 

Nacido en Filadelfia en 1949, Gere es el segundo de cinco hermanos. “Estamos muy unidos, de hecho justo antes de venir a Madrid nos hemos reunido en Boston para celebrar el cumpleaños de mi hermana pequeña”, apunta. 

“Crecimos como una familia normal de clase media. El dinero nunca fue un problema, teníamos suficiente, pero tampoco era el objetivo. Mi padre tenía dos trabajos y mi madre era ama de casa y crió sola a sus cinco hijos. Era así para la mayoría de la gente que me rodeaba en esa época, posterior a la Segunda Guerra Mundial”, rememora. 

En esa “normalidad”, Gere se recuerda a sí mismo como un niño “soñador” y a menudo aislado en su propio mundo. “Probablemente mis padres se preguntaban ‘¿qué le pasa a este chaval?’, creo que no me pillaban el punto”, dice sonriendo. 

Adolescente aficionado a la música y la gimnasia, más que a la actuación, el verdadero descubrimiento del cine le llegó en su época universitaria -se licenció en Filosofía por la Universidad de Massachussets-, cuando también empezó a hacer teatro. 

“Vengo de una ciudad pequeña, allí no llegaban muchas películas. Fue en la universidad cuando empecé a ver cine europeo y asiático y fue un enorme descubrimiento para mí, porque había una estética y puntos de vista diferentes al cine americano, con los que me sentía más a gusto”, señala. 

El punto de inflexión en su vida y su carrera se produjo cuando un entonces jovencito pero ya enigmático Terrence Malick le llamó para rodar “Days of Heaven” (1977), aunque la explosión como ‘sex symbol’ se produjo con “American Gigolo” de Paul Schrader. 

En “An Officer and a Gentleman” o “Breathless” siguió luciéndose en ese rol. También trabajó con Coppola en “Cotton Club” o con Sidney Lumet en “Power”, antes de la consagración popular definitiva en “Pretty Woman”, aunque después ha seguido sorprendiendo, como en “Chicago”, donde cantó y bailó a las órdenes de Rob Marshall. 

Pero que nadie le pida a Richard Gere lecciones de seducción. “No me siento así para nada, no tengo nada ver con eso, créame soy solo un tipo normal”, asegura. 

Difícil de creer cuando un instante después, finalizada la entrevista, lanza una pregunta al aire sobre el idioma español y la media docena de personas que hay en la sala comienzan a hablar a la vez. Todos quieren darle una respuesta, pero es imposible entender nada.