Los golpes lastiman y dañan las emociones de tus hijos

Conece las cuatro razones que te harán reflexionar. 

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elsalvador.com

Por Yessica McGregor, Deseret News

2015-10-21 1:46:00

El dicho “la letra con sangre entra” defiende que la mejor forma de educar es utilizando mano dura e incluso correcciones físicas. Cuando se corrige a los niños utilizando la violencia realmente no se les está educando, sino lastimando y dañando sus emociones.

Esto no es una exageración. Probablemente en el pasado era común recibir alguna vez un tirón de orejas, una nalgada, un manotazo o algún golpe correctivo. Sin embargo, los tiempos han cambiado y los padres no pueden seguir repitiendo técnicas de educación del pasado.

Compartimos cuatro razones que muestran que los golpes no son la mejor solución. 

1. Violencia genera violencia, siempre 

Los niños aprenden por medio de la imitación y si se dan cuenta que son corregidos con gritos y golpes, aprenderán a solucionar sus problemas por medio de la fuerza física y de la violencia. Incluso las estadísticas comprueban que las personas que fueron educadas en su infancia con golpes y maltratos, corren mayor riesgo de ser arrestados en su vida adulta por actos violentos y conductas agresivas. 

2. El miedo no genera conciencia 

Los golpes pueden controlar al niño únicamente cuando está vigilado. Él se va a comportar correctamente debido al miedo que le causa la presencia del padre coercitivo. Lo ideal es que por medio de límites se le ayude a formar su propio criterio. De este modo los hijos serán responsables en todo momento. Hay que impulsarlo a reflexionar y a entender las razones por las que su conducta fue incorrecta. 

3. "Es por tu bien, a mí me duele más que a ti"

Esta es una tremenda mentira. En primer lugar, el niño es mucho más pequeño que el padre en tamaño y, debido a su corta edad, aún no tiene la capacidad para entender por qué su papá está reaccionado con tanta ira. No hay que engañarse: a nadie le duele más que al pequeño. No importa lo mal que se haya portado, no se merece un castigo tan injusto, en el que le es imposible defenderse. 

4. La injusticia crea resentimiento en los hijos 

Imaginemos que en un trabajo cualquiera, el jefe comienza a gritar y a golpear a un empleado, enfrente de toda la oficina, porque cometió un grave error. Como el jefe es la autoridad, poco o nada se puede reclamar en su contra por miedo a ser despedido. 

Seguramente un empleado que haya sufrido esto se sentiría impotente y enojado. Así se sienten los hijos cuando reciben alguna corrección física. Se sienten impotentes y tristes al darse cuenta de que está siendo agredido y humillado por la persona que más ama en el mundo: su papá o su mamá. 

Aunque un golpe sea aparentemente inofensivo, éste puede causar más daños que beneficios en los hijos. Para que los niños sean personas respetuosas, primero deben ser niños respetados.